8. LA NOCHE DEL SIGLO: PRIMERA PARTE

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Narrador: Jake
Entramos a un cuarto de color amarillo donde había un escritorio con una computadora y unas sillas, era la oficina de un policía, él entro detrás de nosotros, íbamos Sebastián, Sabrina, Thomas, Martín, Rubén, Alex y yo.

—Bien, siéntense —dijo el policía.

Como una macabra coincidencia, había 7 sillas. De inmediato nos sentamos y el policía tenía un papel en las manos.

—Recapitulemos, rompieron la ventana de la casa vecina con un balón, lanzaron un barril de cerveza sobre el capó de un auto, llenaron la calle de vehículos que bloqueaban el tráfico y claro, tenían música a todo volumen a las 2 AM, ¿pueden explicarme como carajos hicieron todo eso?

—Era una fiesta, señor, las cosas suelen salirse de control —respondí.

—En especial con la bebida, ¿no? —preguntó.

—No entiendo de que habla —agregó Sabrina.

—Escuchen, yo no nací ayer, puedo oler que todos están alcoholizados.

—Si fuera así, ¿habría consecuencias para nosotros? —preguntó Thomas.

—Oh no, ustedes saldrían de inmediato —todos sonreímos de la tranquilidad, pero el sujeto no había terminado de hablar— saldrán después de que sus padres paguen una multa de 3,500 pesos por no cuidarlos.

—¿¡QUÉ!? —gritamos todos en una macabra perfecta sincronía.

—Lo que escucharon, ahora denme los números de sus padres, no, mejor antes, cuénteme qué demonios pasó —dijo el policía.

—Bueno, todo empezó a eso de las 8 PM, estaba organizando algunas cosas y mis amigos estaban llegando.

8 horas antes…

Estaba en la cocina buscando tazones donde poner los bocadillos. De pronto tocaron la puerta, caminé hasta la entrada para abrir y cuando lo hice, vi que eran mis amigos.

—Bienvenidos al paraíso —hablé con un tono angelical.

—Yo no le veo nada paradisíaco, es más, ese color café en las paredes hace ver a éste lugar muy mal —contestó Rubén.

—Solo era un decir  —dije bastante serio.

—Hola Jake —entró y me saludo Sebastián.

—Hola Seb, amigo, ¿cómo estás? —pregunté.

—Estoy bien, ¿y tú?

—Bien, pero dime la verdad, ¿a quién invitaste a la fiesta, es a esa chica con la que hablas en el descanso?

—No, invité a un amigo —comentó, muy sospechoso.

—¿Quién?

—Pues lo verás cuando llegue.

Muy dentro de mí tenía la sospecha de que ese amigo era el pendejo de Alex, pero no podía hacerme esto, ya había convivido mucho con él y ya era un hermano más del equipo.

—Oigan, miren lo que me trajo mi papá de Estados Unidos —dijo Martín.

Sacó de su bolsillo un teléfono bastante normal, no veía la razón de tanto asombro.

—¿Un teléfono? —preguntó Sebastián.

—Es más que un teléfono, es un Cherry Phone.

—Mira, que sea una marca extranjera no lo vuelve especial —respondí.

The Stormlands: Todo MejoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora