XXXV: Tormenta de respuestas

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El Beta de cabellos negros y ojos hielo se quedó frente a su jaula, fueron minutos en los él le miró con sus ojos avellana. Un gruñido fue suficiente para que sus cachorros se escondiesen bajo la cobija, y también para que el Beta le mirase a los ojos.

El de dos piernas chasqueó la lengua con molestia, y giró los ojos fastidiado.

—Debo llevármelos, la Omega no le sirve.

Un ladrido y se acercó de un salto a los barrotes. Él achinó los ojos con desconfianza. 

—Sé que no me escuchas— dijo apartándose, después sacó una bolsa con un líquido de color negro —pero sí sé que tienes un olfato condenadamente bueno, también eres listo —siguió diciendo a la vez en que manchaba sus dedos con aquel líquido de pútrido olor —Casa— dijo de manera lenta, luego con el líquido espeso comenzó a escribir la palabra "casa" frente a la jaula —en mi casa, ahí estarán.

Después disparó una aguja con droga al que chilló en respuesta, para finalmente caer.

.

.

—Tch.

Un quejido salió de su boca ante el dolor de cabeza, después de la llamada, un golpe en seco le había hecho caer.

Su vista borrosa y el dolor insoportable en su oído y cabeza lo estaban matando. El de cabellos cenizo, que le había seguido hasta ahí se encontraba al frente de él. 

—¿Vas a hablar, Deku?— preguntó gruñiendo, sus ojos carmesí mataron en vida al de ojos opacos, que permanecía con la mirada perdida —¡¿Dónde mierda te metiste imbécil de mierda?!

El grito le dio un gran dolor, uno que le aturdió, haciendo que gruñese.

—¡¿Sabes lo preocupado que me tuviste pedazo de idiota?!

Cállate— ordenó, haciendo que el de cabellos rubios callase de inmediato, mirando con resentimiento al de ojos vida.

El lobo tocó su cabeza, mirando de inmediato con ira al de ojos carmesí. Aunque eso duró poco, porque en su cuello una cicatriz casi invisible pero aún así a la vista por los reflejos del sol mañanero le hizo caer en la culpa.

—Lo siento— dijo masajeando su cabeza, dolía a morir.

Pero eso no sirvió de mucho, el Pomerania de inmediato le dio una patada en el estómago, y acto seguido sacó un arma con la cual apuntó a su cabeza.

—Dilo de una maldita vez nerd, ¿De qué lado estás?— preguntó, al punto de colapsar ante la posibilidad de tener que matar a Izuku... a su hermano.

Los ojos verdes le miraron sorprendidos por incontables segundos, luego una sonrisa apareció en aquel dulce rostro. Fingiendo demencia.

—No sé de qué hablas, Kacchan— otro golpe, que le sacó un quejido.

—Conmigo no juegues, ahora habla, bastardo... ¿De qué maldito lado estás?

El arma comenzó a temblar, mostrando que el Omega con más altura estaba haciendo lo mismo. Haciendo sonreír a Izuku, de manera honesta.

—No debes preocuparte por mí... después de todo, sigo siendo incapaz de hacerte daño a ti o a ellos— dijo levantándose del suelo, quejándose de nueva cuenta y levantando las manos en son de paz — No tengo lado, sólo una meta. Si ellos me piden algo con mis bebés a su merced lo haré sin dudar. Pero tampoco estoy dispuesto a hacerles daño a ustedes...

Su mirada se dirigió al vientre del de cabello cenizo.

—No deberías perseguirme estando en cinta Kacchan, es peligroso.

¡Omega en venta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora