Dos días pasaron con rapidez para unos, sin embargo, para Izuku no era así. Quería moverse, pero al mismo tiempo no podía porque un peso inexistente en el mundo físico se lo impedía ante cada intento.
Para su sorpresa tanto Yo como Katsuki habían respetado su espacio, y le habían dejado ser. Incluso había llegado a ahogar sus penas en aquellas latas de cerveza que se encontraban en el refrigerador que asaltó hasta que las mismas se acabaron. Y aunque le llegaron a ayudar en su momento, no comprendió cómo alguien como Shoto podía llegar a recurrir a la bebida cada tanto, cuando sólo era un escape temporal y sólo arruinaba más las cosas.
No había probado bocado, y no tenía hambre. Es como si no fuese una necesidad, ¿Llorar?, no, ya era suficiente.
Es por ello que con su ceño fruncido miraba la puerta de la habitación en la que se encontraba. Tenía que avanzar, seguir adelante aunque la vida le diese un golpe tras otro.
Dos de sus cachorritos estaban muertos, pero todavía podía seguir adelante por la pequeña, Kota y Shoto. Por ellos, porque no podía hacer nada por alguien que ya no estaba en ese mundo más que recordarlos con fiel amor.
Porque en su manera de pensar, vivir, seguir viviendo era la mejor manera de honrarlos. Imaginar por un momento que hubiese un más allá, y que sus seres queridos viesen que no podía seguir adelante y se entristecían por ello.
Simplemente era triste, era por ello que recordarlos y seguir viviendo era lo más prudente.
Con decisión se sentó al borde de la cama, mirando un punto fijo pero al mismo tiempo inexistente. Suspiró con agresividad, y tras ello se levantó de golpe. Se colocó de nueva cuenta aquella ropa totalmente negra, luego los calcetines grises claros y las zapatillas rojas que se habían vuelto como un rasgo personal de él.
Dando un último vistazo a la cama donde había llorado más que en toda su vida, dio una sonrisa a la misma antes de salir.
—¡Alfa!— exclamó por la sorpresa Shindo al verlo, Kacchan a su lado comía lentamente una barra nutritiva —No esperaba verlo tan pronto— dijo más bajo, mirando el suelo.
—Sí, regresemos al refugio. Ya he descuidado mis deberes como Alfa, no puedo seguir así— contestó, también tenía una manada la cual proteger con total fiereza y fidelidad. Cuando llegase, organizaría unas cosas y en una semana tendría listo para ir a por el resto de su familia para que viviese a su lado.
Y ésta vez no fallaría en cuidar con su vida a la misma, basta de errores. Estaba cansado de hacer y no lograr, pero si eso era lo que estaba pasando era porque no había sacrificado más.
¿O ya había sacrificado lo suficiente?, a lo mejor sí. Ya que no veía gran rasgo de el viejo Izuku.
—Me alegro, bienvenido, Alfa— dijo contento, ragalándole una brillante sonrisa al menor, a quien se acercó y tomó de las manos —¡Déjeme ser su mano derecha, y demos lo mejor de nosotros!— mencionó.
Izuku colocó una mueca.
—Yo... Luego veo— susurró, era una manada pequeña, por lo cual no había pensado en la posibilidad de un mano derecha. Alguien que fuese como el segundo al mando.
—¡Sí, Alfa!— asintió.
—¿Y qué piensas hacer, Deku?
—Ya dije, primero buscaremos provisiones y luego te dejaremos en tu refugio. Eijiro debe estar muy preocupado. Luego nos regresaremos nosotros y después pediré a Shoto venga conmigo— contestó, haciendo que el rubio alzara una de sus delgadas cejas.
—¿Algo más, Alfa?, Sabe que estoy a sus órdenes.
—Sí, cuando fuimos me di cuenta de que cazan. Deberíamos ir a una de las zonas menos afectadas a probar suerte y ver si un lugar tiene al menos algo para comer. Ayudaré con la caza cuando regrese, pero deberían probar más— contestó, comenzando a susurrar todo lo que podía llegar a hacer, pasar y qué no pasar en cambio de si una cosa pasaba o no. Si había un imprevisto o no, etcétera.
ESTÁS LEYENDO
¡Omega en venta!
FanficSimplemente no lo pudo evitar, y lo compró aún sabiendo que estaba mal e iba en contra de sus principios. . . . ¡Hola!, aquí vamos con otra historia, es yaoi, si no te gusta sólo pido leas algo más de tu agrado. También me encantaría que ciertos pun...