¡Omega en venta!

XL: Planeando una patada en el trasero

El rubio se encontraba caminando por el pasillo, dentro de la habitación que le habían asignado, Tamaki descansaba para entonces. Por fin en su forma humana y no en la animal, por fin podía permanecer en esa forma frente a él y el Midoriya a quien le agradeció más de una vez sus acciones aunque eso llevase una marca de mordida en el cuello de Tamaki.

Esa herida lo había traído a la realidad, ahora en ese momento se encontraba llamando a cierta chica a quien estaba muy emocionado de contarle las nuevas buenas, y no, no era la segunda llegada del señor sino que su precioso tesoro estaba bien. Sus dos tesoros estaban bien.

Tres pitidos, un cuarto... y

—¿Mirio?— preguntó una chica, bastante agitada —¡N-no hagas eso!

—¡Nejire!, Amajiki está bien, ¡Está bien!

—¿Ya está en tratamiento?— preguntó, la chica por su lado sostenía el teléfono celular gracias a su cuello y hombro.

—Ehh, no pero ya está mejor, ¿Cómo solicitaríamos tratamiento en nuestra situación?— preguntó incrédulo ante la idiotez de su amiga.

—Ah perdona, ando demasiado distraída, ando que ni duermo— rió nerviosa, Mirio no estaba acostumbrado a hablar con ella sin que la misma chica lo atorase en un mar de preguntas, la curiosidad era algo natural en ella —Espera, ¿Hace cuánto que no duermes?

—Dos días— habló con un jadeo, el celular lo despegó y pareció quejarse de dolor ante un suceso para su ser aún desconocido —Voy a volverme loca.

—¿Qué está pasando?

—Amm, ¿Soy madre?— expresó, como si no supiese clasificar su papel con exactitud.

—¡¿Madre?!

—Sí, ¡Es horrible! yo creí que ser rescatista sería más fácil. Hace unos días encontré a unos dos cachorros de Alfa en un prostíbulo de mala muerte. Estamos en el caso, su primer lugar fue un pequeño refugio pero alguien lo saqueó y se los llevo seguro para prostituirlos cuando crecieran ¡A penas van a cumplir dos añitos!

—¿Pe-

—Estoy tan cansada— lamentó — estaban tan flaquitos cuando los encontré, debo cada cuatro horas darles una especie de cosa viscosa... wuakala, ¡Y cuando los encontré estaban atados como perros!, son lobos y ya muerden... es peor que cuando tenía a mi gata— comenzaba a quejarse sin parar, para por último lamentar.

—Pero ya se transformaron ¡Y son unas monadas, son súper guapos!

—¿Y cómo son?— preguntó, había una pequeña esperanza. La historia cuadraba y sólo rezaba para que fuese lo que pensaba y deseaba.

—¡Son taaaan tiernos!, está la hembra, tienes sus cabellos pelirrojos y es blanca de piel, tiene pecas en su carita y hombros y sus ojos tienen het- amm hetecro

—Heterocromía

—¡Sí, nunca había visto unos así!, uno lo tiene verde y el otro azul. Luego está el macho que también tiene pecas. Sólo que su cabello es verde y su ojo izquierdo es azul y el derecho gris, es más fácil de tratar con él que con ella

—...Nejire, ¿Cómo se llaman?¿De dónde son?

—Aún no sabemos, estamos en el caso y es difícil, no hay papeles de ellos. Es como si no existieran, estamos casi seguros de que son de Japón, los casos así han aumentado mucho desde todo se salió de control por allá— tras eso comenzó a preguntar por su bien estar y demás. Pero él sólo sonrió.

—Conozco a los padres, Nejire. Y no sabes cómo se van a poner, creen que están muertos— habló suave con una pequeña sonrisa en su rostro, la chica quedó en total silencio —En unos días llegaremos a Estados Unidos de América, por California ¿Podrías ir haciendo el papeleo?