Uno.

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La noche estaba fría y la lluvia caía, sonando al pegar contra el techo y volviendo el ambiente más sombrío y doloroso. Porque, aunque los años pasaran, el picor en el pecho seguía sin inmutarse, y, a veces, parecía aumentar de intensidad. Pero a nadie le importaba, y a él, desde hace tiempo, menos. Todo lo había obligado a adaptarse a la escasez de buenos momentos. Sin embargo, no podía permitirse decir que los malos momentos lo inundaban, porque no era así. Sí, malos momentos estaban... Pero, la mayoría del agobiante tiempo en ese lugar, eran solo momentos, vida pasando.
   
   Se acercó a la pequeña y desgastada ventana que daba al patio trasero del consumido lugar. Como suponía, no se lograba visualizar nada, aunque, sin importarle, se mantuvo ahí mientras la baja temperatura le calaba los huesos lentamente. Suspirando, pasó la punta de sus largos dedos por los rastros de gotas. Las siguió hasta que se perdían, y comenzaba trazos nuevos al llegar a eso.

   Un relámpago iluminó la oscuridad de la habitación y, como esperaba, el trueno sonó. Las tormentas traían los recuerdos, dolían pero era bueno no olvidarlos. Así que, después de apreciar la lluvia un rato más, se obligó a acostarse y dormir.

                             ☁️

   A la mañana siguiente, golpes huecos en la puerta lo despertaron. Perezosamente, comunicó que ya había despertado y que bajaría pronto. No tenía ganas de hacerlo, solo deseaba quedarse arropado hasta la cabeza el resto del día, pero el lugar tenía un horario, y él debía cumplirlo.
   
   Salió de la cama y se vistió con una camiseta blanca básica y un pantalón holgado, un poco estropeados como todo en sí. Abrió la puerta de su habitación y caminó por el pasillo, hasta el baño en la otra punta. Este, en cambio de todo lo demás, era lo único que se hallaba pulcro. Hizo sus necesidades, se cepilló los dientes e intento peinar su enredado cabello con los dedos. No se encontró satisfecho con el resultado de lo último, pero ya era tiempo de bajar.
  
   Los niños, como de costumbre, corrían por el lugar en buscan de asientos para poder desayunar. Él, siendo uno de los mayores —por no decir el mayor—, tenía la tarea de ayudar a poner la mesa, así que lo cumplió y, al terminar, se fue a sentar alejado de los demás. Aunque era querido, casi no mantenía relaciones con nadie. Lo que fue un cambio radical en su actitud, puesto que, cuando llegó al establecimiento, se podría decir que era un niño más sin importar su edad verdadera.
  
    La comida pasó más lenta de lo costumbre, las encargadas se movían inquietas; algo que no se pasó por alto por el joven. Y a eso de cinco minutos de haber finalizado todos de comer, una mujer de unos cincuenta y cuatro años llamada Yang Mi, pidió atención. Todos en la sala la miraron, expectantes.
   
   —Bien, queridos, tenemos algo que decirles —ella pasó su vista por todos—. Hace unos días, se nos informó que vendría un nuevo chico. Este muchacho la tuvo difícil, así que, como normalmente, sean comprensivos y bueno con él. Llegará a la tarde a más tardar. Sin más que decir, comiencen con sus actividades.
   
  Se vio a cabezas asentir y comenzar con su día.

                                ☁️

   Todos estaban reunidos en el salón, esperando a quien sería el nuevo integrante en este lugar. Se mantenían interesados y especulando. Todos excepto uno, que no mostraba ni un mínimo de importancia al respecto. Pero él era bueno ocultando lo que en verdad pasaba por su mente, por ende, era imposible saber lo que en verdad sucedía por su cabeza.
   
   La puerta se abrió y un cuerpo encorvado por el miedo ingresó. Nadie dijo nada por un momento, hasta que Yang Mi habló:
  
   —Chicos, él es Jeon JungKook. Denle la bienvenida al hogar.
  
   Una mano se alzó entre los cuerpos amontonados.
   
    —¿Sí? —preguntó la señora.
   
   —¿Ya me puedo ir a mi habitación?
   
   El ceño de Mi se frunció notablemente, pero, después de meditarlo, cambió por una sonrisa de dientes un poco amarillos.
   
   —Claro —aceptó ella—. Así puedes enseñarle a JungKook el cuarto que compartirá contigo...
   
   —Pero... —intentó reclamar el joven.
   
   —Está decidido. Tienen casi la misma edad, será bueno. Ahora, ve, TaeHyung.
   
    Y él, reprimiendo las ganas de gruñir, se puso de pie y salió del sitio. Jeon, luego de un pequeño empujón por la mujer detrás de él, entendió que debía seguirlo.El camino hasta la habitación fue silencioso y tenso. TaeHyung estaba realmente molesto, le agradaba tener una habitación para sí mismo. Miró de reojo al muchacho a su lado en el trayecto, este estaba con la cabeza gacha y se notaba que temblaba un poco.
   
   —Bien —dijo Tae mientras corría mechones de su pelo marrón del rostro—. Esta es mi cama —la señaló y después pasó su dedo hasta otra, en la otra punta de la habitación—. Aquella, es la tuya. Si tú no molestas, yo no molesto, ¿okey?

   Esperó al fin escuchar la voz del chico, pero solo recibió un afirmativo con la cabeza. Suspiró.
   
   —¿Acaso hablas? —se atrevió a preguntar, apoyándose en un arruinado escritorio.
  
   —S-sí —tartamudeó el otro.
   
   El castaño soltó una corta risa mientras negaba con la cabeza.
  
    —Te acostumbras a este lugar..., JungKook, ¿no?
   
   No hubo respuesta a su pregunta, pero lo que contestó lo sorprendió.
 
   —¿Acostumbrar? ¿Para qué querría acostumbrarme a esta basurero? —JungKook, por primera vez, alzó la cabeza con una sonrisa ladina en sus labios—. Es ridículo.
   
   Entonces TaeHyung lo entendió todo: la persona en frente estaba fingiendo desde que llegó. Por ello, se arrepintió de haberse permitido relajarse ante él y su falso miedo. Volvió a su postura neutra de siempre, la que había tomado hace un par de años.
   
   —Ridículo —repitió Tae, con un notable tono de burla—. Bueno, ese ya es tu problema. Espero, Jeon JungKook, que te adaptes a este "basurero" porque es probable que pertenezcas mucho en él.
   
   Sin más, se tiró en su cama, dándole la espalda a su nuevo compañero de habitación.
  
   Y el nuevo sonrió, mirándolo determinadamente ahora que no lo notaría; piel color canela, cabello que parecía sedoso y delgado cuerpo. Quizá, solo quizá, lograría divertirse el tiempo que estuviera aquí.

-Macnas.

Sigiloso Tormento. •» KookV / KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora