Dieciocho.

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—No puedo hacerlo —fue lo primero que dijo TaeHyung al entrar en la cocina de una forma torpe—. Es demasiado, no puedo. Soy un cobarde, y no lo lograré.
  
   No fue necesario que dijera a qué se refería, Sook ya lo sabía. Le dolió el pecho  por la desesperación que teñía la voz del castaño, le rasguñó un poco el corazón el brillo de las lágrimas en sus ojos y sus labios dibujaron una triste sonrisa por saber que, tal vez, sus pensamientos sobre las acciones del joven no eran erróneas. Porque, aunque la vieja cocinera era consciente de que TaeHyung era un buen chico que no buscan lastimar a nadie, la decisión era tan grande que, fácilmente, podría escaparse de sus manos. No era el culpable, no realmente. Él solo dejó a su corazón decidir después de tanto tiempo, dejó que los sentimientos lo controlaran por, lo que creía, iba a ser un instante, un descanso. Pero ese "descanso" se convirtió en algo mayor. 
  
   Entre insistencia, tactos suaves y soñadoras palabras, perdió las riendas. Se entregó a JungKook en su totalidad, olvidándose de lo demás. y es que su mano trazando líneas imaginarias en su sensible cuerpo, sus labios haciéndose de los suyos y las sensaciones embriagadoras podían con TaeHyung y más. JungKook podía con él. 
   Sook suspiró, secándose las palmas de las manos con un trapo. 
  
   —TaeTae, cariño, sabes que debes hacerlo —le recordó, tratando de sonar dulce, como si le estuviera hablando a un niño. En momentos así, parecía volver a serlo.
  
   —Lo sé —su labio tembló y solo pudo apoyarse en la pared. Su cuerpo, con cualquier movimiento, podría desfallecer—. Pero no puedo. Él... JungKook me mira con sus preciosos ojos y me olvido de todo, me hace olvidar por qué tarde tanto en mostrarme realmente. No se lo merece, no merece que le mienta, pero perdí el control. La situación aparenta ya no pertenecer a mí. Me equivoqué en creer por un minuto que las cosas, después de tanto, me podrían resultar bien, que el dolor no le ganaría el bienestar, a la felicidad.
  
   Todo lo estaba superando y TaeHyung se había congelado, el pánico atacándolo. Juró no hacerle eso, ser sincero después de relajarse un poco, pero todo se fue de su alcance, las manecillas del reloj se movieron tan rápido como si el tiempo estuviera siendo apurado de alguna forma. Y es que cuando los momentos son singulares y lindos, todo pasa más rápido. 
  
   Ahora el corazón martillaba contra sus costillas de una forma dolorosa, robándole el aire. Cada parte de él dolía y la decepción se había instalado en cada rincón. Decepcionado de la situación, de la vida y de él mismo.
  
   —Tienes que...
  
   —¿Y qué le digo exactamente? —la interrumpió, el desaliento rebosando—. "Oye, oculté un secreto todo este tiempo. Uno que te pensaba decir, pero el miedo a cómo podrías reaccionar me ganó, y es que te veía tan decidido. Además, después que me contaras lo que tuviste que pasar, prácticamente, se me hizo imposible. Te juro que no quise, de verdad que no, pero soy un estúpido. ¿Me perdonas? No es la gran cosa, tal vez ni sufras tanto". ¿Eso suena bien?
  
   La mujer se mantuvo comprensiva respecto al tono de ironía que utilizó TaeHyung, se mantuvo así porque conocía que el temor lo consumía y la desesperanza relucía en él. El castaño pocas veces le hablaba de esa manera a sus mayores, menos a sus amigos. Por lo tanto,  ella lo entendió.
  
   También le picó la curiosidad por enterarse del pasado de azabache, pero no era el momento. Justo ahora, frente de ella, tenía a un inquieto muchacho que se estaba por dejar sin dedos el propio por morderse las uñas.
   Tomando las manos del chico, intentó unas vez más hacerlo entrar en razón.
  
   —No así —musitó, acariciando su mejilla—. Háblale con el corazón, demuestra lo que en verdad sientes. Dolerá, es evidente, pero la verdad es siempre lo mejor. 
  
   Un bufido se escapó de los labios de Kim. ¿Corazón? ¿Sentimientos? Por esas cosas estaba tan perdido. Además que él no era bueno hablando, por eso lo hacía poco. Las veces que lo intentó, acabó frustrado o llorando. Y esto no sería la excepción, es más, mostraba ser mucho peor. 
  
   No era una opción, aunque nada mostraba serlo. Su mente -algo dramática- no paraba de tratar de formar soluciones, por lo menos una que no se viera tan mala. 
   
   Se mantuvieron un rato en silencio, viéndose el uno al otro, pero TaeHyung ni siquiera se encontraba en la Tierra. Su mente estaba divagando, pensando qué hacer. Él no se creía capaz de soportarlo, se hallaba casi seguro que esto lo dejaría en algún tipo de abstinencia de alegría por un largo período. Pero, aún siendo consciente de cuánto le afectaría, sería capaz de soportar eso y más si JungKook salía de la ecuación, si el daño no lo rozara siquiera. Sin embargo, incluso si el deseo estuviera ahí, reconocía que era imposible, y solo le bastaba esperar que el pelinegro no estuviera tan metido. Pero ¿acaso no era obvio?
  
   —Oh, oh, ¡oh! —los ojos del castaño se abrieron ante una idea después de minutos—. Tú le dirás.
  
   Sook lo miró como si hubiera confesado que su comida era horrible. ¿Que ella haría qué? Las neuronas del muchacho, claramente, habían dejado de funcionar por tantos sucesos.
  
   —No haré eso...
  
   —¡Sí, lo harás! En sí, no tienes que decir nada —empezó a explicar—. Solo tienes que darle el primer empujón para que...
  
   —Kim TaeHyung, ¿en serio harás eso sin más? Tú no eres sí, y lo sabes.
  
   —Sí, sé varias cosas —suspiró, haciendo sufrir a su cabello al jalarlo—. Pero cuando digo que no puedo, es que verdad no lo hago. No soy así, sin embargo, no soy capaz de hacer otra cosa. No soy capaz de pararme frente de él y decirle que, aún sabiéndolo, permití que lo que sea que tenemos siguiera. No soy capaz de presenciar su reacción, fuese la que fuese.
  »Sabes que no lo haría, pero esto tiene mucho más tiempo que JungKook. Elegiría otro camino si lo hubiera, mas no lo hay, no uno conveniente. Esto es más grande que ambos, que JungKook y yo. Lo amo —el castaño se sorprendió de su propia declaración, pero no se frenó—, sin embargo, ¿vale la pena a estas alturas? Adoro las sensaciones que me produce, cómo logra desconcertarme tan fácilmente, las reacciones que sufre mi cuerpo con solo tenerlo cerca, lo sencillo que consigue hacerme olvidar que es un irritante con una simple sonrisa, aquella que me dan ganas de hacer que aparezcan aunque si por ello tendría que hacer algo estúpido, y tantas cosas más que no me creo capaz de explicar. Pero ¿de qué me servirá eso si no lleva a ningún lado? Y ahora siento el centro de mí arder tan ferozmente que podría llorar por años, pero sé que, aunque duela como el infierno, es lo mejor.
  
   Después de eso, su amiga dejó que le contara su idea. Aunque la sensación de que estaba equivocado seguía latiendo en el la cabeza de la mujer. Pero, por más que lo intentara, TaeHyung se había cerrado -una vez más- por el temor.  Sook podría seguir insistiendo en hacerle entender, mas no lo haría porque el castaño era tan cabeza dura que tomaría el nulo tiempo que quedaba. Y ella no quería que eso sucediera, no les robaría esa oportunidad a ellos. Sabía cómo se miraban cuando el otro se encontraba distraído, lo hacían como si vieran el mundo por primera vez, como si no existiera nada más interesante que apreciar. Sabía que eran lo único que tenían. Eran jovenes y estaban enamorados, eso era magnífico y destructivo a la vez. Pero si el amor no desgarra o no duele, no es amor.
   
   TaeHyung no era malo, sin embargo, solía tomar las decisiones incorrectas. No buscaba dañar, no buscaba destruirse o destruir, simplemente estaba extraviado por tantos problemas en su escasa vida.
  
   TaeHyung no era malo.
  

Sigiloso Tormento. •» KookV / KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora