Veinte: Final.

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Apretó sus ojos cerrados, emitiendo un perezoso gruñido. El frío lo atacó de repente, el ambiente se sentía distinto. Estiró su mano abierta, palmeando el lugar restante en la cama: nada. Eso lo terminó de despertar por completo, buscando el cuerpo perdido inmediatamente.
  
   —¿Tae? —aguardó unos segundos la voz gruesa del castaño, pero solo escuchó el suave sonido del correr del viento.
   
   Sus cejas se juntaron por la confusión ¿había bajado a desayunar y no lo despertó? Se enojaría falsamente si era así.
  
   Deshaciéndose de las mantas que lo cubrían, se puso de pie, recibiendo un escalofrío por la temperatura del suelo. Paseó su vista por diferentes puntos en la habitación para poder acostumbrarse a la luz, buscó un abrigó mientras se calzaba y abrió la puerta de la habitación. Se encontró con un pasillo extrañamente en silencio y vacío, ¿acaso todos desaparecieron de la nada? Tal vez debían hacer algo y él no estaba al tanto. 
  
   Dio una parada rápida al baño, parándose un buen tiempo frente es espejo. Su aspecto no era el mejor en las mañanas, pero mucho no podía hacer. Resignado, solo peinó su cabello un poco y retomó la búsqueda.
  
   Atravesó varios espacios del Hogar, unos más solitarios que otros. Llamó a su novio varias veces, pero el silencio era lo único que recibía. JungKook se frenó en el medio del comedor, más confundido que antes. La poca claridad que entraba por las ventanas se reflejaba en partes de su cuerpo, mientras él intentaba descubrir dónde se podía haber metido su mayor. Pensó en el gran árbol, aunque TaeHyung no iría ni aunque lo obligaran con el clima que hacía a esas horas; pensó en que, tal vez, se había escapado de nuevo al bosque, pero el factor anterior le respondía lo mismo; hasta se le pasó por la cabeza la posibilidad de que estuviese en el ático, pero ¿por qué razón?
  
   Suspiró ruidosamente, frotándose el rostro con frustración. Era demasiado temprano para esforzar a su mente a maquinar tanto, buscando lugares donde podría estar.
  
   —¿Hola? ¿Hay alguien? —preguntó al oír movimiento en la cocina. Se acercó a pasos rápidos, esperando encontrar a TaeHyung hablando con su amiga. Pero solo había una persona—. Sook.
  
   La mujer se giró instantáneamente, percibiendo la decepción en el saludó del pelinegro. Los nervios le subieron al cuerpo, teniendo que abandonar su tarea de lavar frutas por el repentino temblor. Secó sus manos y miró los oscuros ojos contrarios.
  
   —JungKook, ¿qué haces aquí? —inquirió con un intento de sonrisa cálida.
  
   —Buscando a TaeTae, ¿lo has visto? —Los hombros de Sook se hundieron notablemente, insertando una pizca de desconcierto e inseguridad en el joven. Estructuró su rostro detenidamente por unos segundos, y notó los ojos hinchados, el rastro de lágrimas y el color rojizo que lo decoraba—. ¿Qué sucede?
  
   Sook se acercó lento a JungKook, tratando de hallar las palabras correctas. Tomando las blancas manos entre las suyas y llenando sus pulmones de bastante aire, habló:
   
   —JungKook, cariño..., Tae no está —lo calló negando con la cabeza cuando abrió la boca para decir algo—. No digas nada —soltó una de sus manos para buscar algo en los bolsillos de su delantal—. Toma, léela.
   
   Fugazmente, el pedazo de papel fue arrebatado por el chico. Sus manos se sacudían, provocando que sus acciones fueran demasiado torpes. Maldijo bajo y se apoyó en la pared más cercana, ya con las palabras frente sus ojos.
  
   Leyó cada renglón tan rápido como las odiosas lágrimas se lo permitieron. Cada letra, cada oración, cada confesión, hacían que su corazón se rompiera un poco más. La tristeza lo penetró, el dolor se le rió en la cara por su inesperado regreso, la felicidad se desvaneció, una vez más, fuera de su alcance. Pero estaba vez era peor, esta vez JungKook no se hallaba seguro de poder salir, de poder escapar de la oscuridad que se empeñaba en atraparlo en cada oportunidad posible. Esta vez, JungKook no esperaba la devastación, no esperaba ser tragado de nuevo por un tornado aún más potente.
  
   Cuando la tinta acabó su recorrido, supo que su estabilidad también había acabado. Aunque esa estabilidad siempre fue una farsa más. Supo que ya no existía motivo suficiente para cubrir sus verdaderos sentimientos y pensamientos con un disfraz, todo pareció perder significado. Él se esforzó tanto, luchó por su felicidad y por una ajena por igual, lo intentó con lo poco que le quedaba, pero de nuevo había salido perdiendo. Soltó un jadeo que hizo temblar el corazón de la cocinera que aún permanecía junto a él.
  
   Los objetos volando por el aire no tardaron en llegar, al igual que los gritos desgarradores, el llanto imposible de controlar y los crudos golpes a las paredes. A JungKook no le interesó dañar o dañarse, no le interesó por una vez en su vida. Estaba cansando, necesitaba liberarse de alguna forma... Y Kim TaeHyung no se encontraba para hacerlo.
  
   Era común que las personas se rompan en los orfanatos, es decir, llegan ahí por alguna desdichada razón. Son demasiadas las noches que eran testigo de los llantos y los ruegos pidiendo que, de alguna incansable forma, el dolor que los mata internamente se detenga. Era normal ver niños sin esperanzas en los ojos, sin llamas de vida dentro suyo. Pero, en ese viejo establecimiento, nadie presenció una caída tan grande, desastrosa y triste como fue la de Jeon JungKook. Porque con solo verla, podían sentir el dolor por sí mismos. clavándose en su sistema como si fueran ellos los que lo pasaban realmente. Nadie jamás vio a un joven desmoronándose tanto, de una forma casi enfermiza y siendo casi tangible su tormento.
 
   Jeon JungKook, un chico que tuvo un padre que le regaló un mundo falso para después arrebatárselo, dándole a cambio toneladas de odio que ningún humano tendría que poseer la mala suerte de presenciar; un chico que perdió su madre por querer protegerlo, por querer salvarle la vida de su hijo que se le estaba siendo arrebatada por su propio esposo; un chico que juró haberlo perdido todo hasta que lo encontró a él, hasta que encontró un rayo de luz en una oscura tormenta. 
   
   Lo encontró sin buscarlo, esperando molestarlo para, así, calmar las punzadas en su interior. Pero terminó haciendo todo lo contrario al enamorarse de un castaño que destrozó cada ideal que tenía, que hizo cuestionarse hasta lo más irrelevante, que le mostró que son las personas más escondidas las mejores. Y, aunque su plan cambió, el resultado fue el mismo: las punzadas se habían calmado, dejándolo de asfixiar. Pero era complicado no hacerlo, si TaeHung era dueño de una mente que tenía la palabra "ramé" tatuada en grande, de unos ojos miel inefables, un cuerpo suntuoso y una sonrisa etérea. Se enamoró de Kim TaeHyung, alguien traído de las estrellas.
  
   Y, quizá, ese fue el más grande sus problemas, la gota que derramó el vaso, el último empujón para caer, finalmente, al abismo. 
  
   —Tú mismo lo dijiste, mi amor, fuiste un cobarde —sentenció JungKook, mirando la carta entre manos rojas por la sangre, siendo rodeado por el desastre que él causó. 
  
   Pero no importó, TaeHyung lo había abandonado y nada ya interesaba.

Para la persona que creó un incendio en mí, Jeon JungKook:

   Lo siento por esto, lo siento por decírtelo en una miserable carta, pero soy demasiado cobarde para enfrentarme a ti. No quise irme, sin embargo, era algo que ya estaba planeado y decidido de mucho antes. Me dijeron que al cumplir la mayoría de edad, estaba obligado a dejar el Hogar. Y lo acepté apenas lo supe, ese mismo día recuerdo que comencé mis estudios para lograr conseguir trabajo apenas llegara la fecha, para cuando sea enviando a Seoul. En ese momento sentí esperanza, ¿sabes? Tal vez aún me esperaba una vida por delante, tal vez llegaría a ser alguien después de tanta mierda. Pero nunca creí que llegaría a mí un molesto chico con músculos formados y una tierna sonrisa de conejito, nunca creí que me enamoraría de él, volviendo esa esperanza algo insignificante por el tamaño que tu indicabas. Todo lo que parecía claro se nubló de repente con esos sentimientos, el miedo y el no saber me comenzaron a aturdir. Aun así, no había nada que hacer... La decisión ya estaba tomada.
   
  Debí ser menos egoísta, advertirte del pronto y dañino futuro, y lo iba a hacer, me juré que sí, pero lo bien que se sentía estar entre tus brazos ganó. Jamás fui una persona egoísta, siempre pensé en los demás antes de mí, aunque contigo todo cambió, y me arrepiento tanto de ello porque tu eres el que menos se lo merecía. Posiblemente me odies y quieras gritarme tantas maldiciones crucen por tu mente, lo entiendo, en el fondo quiero que sea así. Ya que pienso que es más fácil olvidar a alguien cuando lo odias... Porque, al amar, cuesta demasiado sacar a la persona de tus pensamientos. Espero que me odies, JungKookie, espero que lo hagas tanto como para no quererme tener en tu mente, que sientas tanto repudio como para darte cuenta que es una perdida de tiempo recordarme.
  
   Por lo contrario, siempre te llevaré conmigo, por más que queme, por más que eso me mate. Siempre llevaré el amar a alguien como tú, alguien tan chispeante y singular, precioso y valioso. Me enseñaste lo que era el amor de nuevo, euforia corre por mis venas gracias a ti. Así que no dudes por un segundo que esto también me quebró, porque, ahora mismo, el simple hecho que mi corazón lata se vuele agobiante.
   
   Lo siento por no ser quien creías, me arrepiento por no serte sincero y lamento no haberte amado como te lo merecías. Pero jamás deploraré el hecho de amarte, es una de la la pocas cosas bien que hice en mi corta existencia.
  
                                    Kim TaeHyung.

PD: Dejé algo para ti bajo el árbol, no importa si no lo quieres, está bien.

                               ☁️

N/A:
      I'm crying right now.
      Bueno, bueno, esto llegó a su fin. Queda el epílogo, pero, prácticamente, ya acabó. En serio, en serio espero que les haya gustado.
    De un inicio supe el final de la historia, sinceramente, soy amante de las conclusiones tristes.
    Por favor, déjenme algún comentario de qué les pareció. ^^
Ramé: algo que es caótico y hermoso al mismo tiempo.
           
                                               Macnas.
                 
            

Sigiloso Tormento. •» KookV / KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora