Nueve.

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JungKook se secó rápidamente el cabello con una toalla y se dirigió a su habitación. Era un poco tarde ya, pero corrió la gran parte del día y no quería acostarse sudado. Había vuelto a practicar deporte, después de bastante tiempo, y se sintió bien. Recorrió el gran terreno del lugar e hizo algunas sentadillas, abdominales y largatijas. Seguramente mañana le dolería los músculos, pero era insignificante.
  
   Abrió la puerta lo más suave posible por si Tae ya estaba dormido, pero este se hallaba apoyando en el alféizar de la ventana, mirando hacia el cielo nocturno. JungKook posó su vista en él y cerró la puerta a sus espaldas, todo en silencio para no advertirlo. TaeHyung estaba tan metido en su mundo como siempre que no se dio cuenta del pelinegro analizándolo detrás suyo. Kook falló en intentar hablar con él hace dos noches, pero hoy no se escaparía. Se encontraba abrumado al no conocer la razón del comportamiento de su compañero, ¿había hecho algo? Él aseguraba que no.
  
   Dejó la toalla sobre el respaldar de una silla y caminó, a pasos lentos, hacia Tae. Se puso detrás de él, casi invadiendo su espacio personal pero no lo dejaría huir otra vez.
  
   —Tae —la voz de JungKook hizo temblar al castaño—, ¿me dirás qué sucede? ¿Qué hice?
  
   Pero ¿qué respuesta podría dar si ni TaeHyung lo sabía con exactitud? Estaba cansando de esto, de sus actitudes infantiles hacia el menor y de la insistencia de este. No lograría darle una explicación válida porque no existía, o no la tenía clara realmente.
 
   Tomó aire y se dio vuelta para enfrentar al azabache. Si no quería seguir así, debía acabarlo. Intentar cortar lo que sea  que tenían, antes que fuera peor para la poca estabilidad del castaño.
  
   Aunque no estuviera del todo seguro si era lo que realmente quería.
  
   —No has hecho nada —respondió luego de clavar sus ojos miel en los contrarios—. JungKook, déjalo.
  
   —¿Dejarlo? —elevó una ceja—. Lo dejaré cuando me digas la verdad. Creí que al fin éramos amigos, que nos llevábamos bien.
  
   Tae relamió sus labios.
  
   —¿Amigos? —él sabía que lo que diría no le gustaría y que no lo sentía en verdad—. Solo fuimos reconfortantes con él otro cuando fue necesario, eso no nos hace amigos.
  
   No deseaba llegar lejos, solo quería hacer entender a la persona frente él que se rindiese de una vez. Aunque era casi imposible cuando ninguno de los dos sabían el porqué de tanta constancia por una parte y negación por la otra.
  
   Ambos conocían tan poco del revuelto donde estaban entrando.
  
   —No hablas en serio —JungKook dio un paso hacia él—. ¿Alguna vez lo haces?
   El castaño frunció el ceño, confundido.
  
   —¿Hacer qué?
  
   —Hablar en serio, decir la verdad —explicó.
  
   Tae se negaba a seguir escuchando las estupideces —con algo de certeza— de JungKook, así que intentó irse. Pero, en menos de un segundo, su cuerpo se hallaba encerrando entre la pared al lado de ventana y el pelinegro.
  
   —¡¿Qué haces?!  —trató de correrlo, pero el otro, obviamente, tenía más fuerza—Aléjate.
  
   —No lo haré, vamos a hablar —se acercó un poco más para negarle cualquier tipo de escape.
  
   —Ya te dije todo —volvió a mentir—, eres tú quien no lo acepta.
  
    —¿Y qué es todo?
  
   TaeHyung trataba de ignorar el aliento cálido de JungKook chocando contra su rostro, pero era imposible. Jamás tuvo a alguien tan cerca. Su cuerpo temblaba débilmente, sin notarse. Sensaciones nuevas juntándose ferozmente en su estómago, revolviéndolo.
  
   —¿Qué es todo? —volvió a preguntar el piel pálida, sin esperar respuesta—. ¿Es todo el volver a ser un estúpido y evitarme a toda costa sin motivos? Eso es ridículo, Kim. ¿Es todo huir de lo bueno..., del afecto? Te asusta, lo sé, pero tienes que empezar a soltarte un poco. Puedo comportarme como imbécil, y a veces serlo, pero no juzgo. En estos sitios, aunque sea prácticamente nulo el tiempo que llevo aquí, sé que las mentes de las personas están tan destruidas y llenas de dolores, y puedo asegurarlo porque la mía está de la misma forma. Así que, TaeHyung, deja de cerrarte en ti, porque solo te dañas más y más. No huyas del cariño.
  
   Kim cerró los ojos y se repitió mentalmente que no debía dejar que pasara de nuevo. Sin embargo, el calor emanando de JungKook era tan tranquilizador y, de la nada, él requería un abrazo. Ocultarlo todo y hacer como si nada interesara le comenzaba a pasar cuentan, y se volvía tan agotador. Él, tanto física como mentalmente, se sentía en caída libre. Un respiro era muy llamativo y tentador... Y lo tenía tan al alcance.
  
   Aquí a un tiempo, podría reclamarse y odiarse por doblegarse.
   Todo en él rogaba a gritos algo inédito y que lo inquietaba, y la visión de poder tenerlo se empezaba a hacer notable.
  
   —Cállate —esta vez Tae acortó un poco la distancia entre ellos, provocando que sus narices rozaran—. No puedo darte explicaciones, aún no, entiende. Por más que me guste el... afecto, me desacostumbré al él. Sufrí mucho, eso no es sorpresa ya que todo lo hicimos aquí, pero, a pesar de los años, todavía no sé sobrellevarlo. Ahora mismo, y aunque me cueste un infierno confesarlo, necesito y quiero un abrazo tuyo. Así que, Jeon, ¿lo harás o seguirás dando charlas estúpidas?
  
   Abrumado por la cercanía y el peso de las palabras, JungKook, torpemente, hizo lo que casi rogó el castaño. Al fin y al acabo, él también lo quería.
  
   Al fin y al cabo, TaeHyung estaba cayendo de nuevo y, otra vez, no tenía asegurado el poder salir de ello.
  
   Se mantuvieron aferrados el uno al otro por varios minutos, respirando el aroma ajeno, compartiendo el mismo aire. Si se hacía el suficiente silencio, quizá podrían oír el corazón martillando en el pecho contrario, sentimientos confusos taladrando las mentes de ambos.
  
   —Sé lo que has estado haciendo, TaeTaehabló en un susurró JungKook, llenando de temor al castaño.
  
   —¿Sí? —titubeó.
  
   —Sí —afirmó—. En las noches, cuando las pesadillas me irrumpen, tú cuidas de mí. Por eso mi firmeza al decir que mentías. ¿Por qué me cuidarías?
  
   —Puede ser porque no me gusta ver a gente así —intentó excusarse, aunque reconocía que era absurdo.
  
   —Si fuera solo por eso, simplemente me despertarías —JungKook rodó los ojos y se alejó un poco para poder ver el rostro de Tae—. Y tú te esforzabas para que pudiese seguir durmiendo, diciéndome cosas lindas y acariciandome. Tú no solo querías no verme así
  
   JungKook sonrió al ver las mejillas de TaeHyung sonrojadas, pasando por su mente lo precioso que era.
  
   Sí, él también estaba cayendo. ¿Aguantarían el descenso?

                                ☁️

N/A:
   
     Tae tiene menos estabilidad emocional que yo, jsjsjs. Espero que les haya gustado.
     
                                                      - Macnas.
  

  

Sigiloso Tormento. •» KookV / KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora