Ya había pasado una semana desde que había dejado a Valentin. Me dolía verlo en el colegio o en el teatro y tener que ignorarlo. Siempre él intentaba explicarme lo que había ocurrido o me llamaba a mi celular pero yo nunca lo atendía.
Lo que yo había visto no tenía perdón. En estos días, además de ir al colegio, estuve encerrada en mi cuarto y comía muy poco. Estaba tan triste.
Mariel tambien intentaba acercarse pero yo me alejaba.
-Amor ya te dije que tenés que almorzar-dijo mi madre golpeando la puerta de mi cuarto.
-No quiero, andate. Quiero estar sola mamá-dije.
-Está bien hija, te entiendo pero si querés comer dejaré la comida en la cocina. Vas a tener hambre seguro.
-Okay-dije.
Todos en casa entendían que yo estaba muy mal asique no me molestaban tanto.
Hice mi tarea de psicología, me duché y bajé a tomar algo. Luego, fui a dormir.
***
Tenía clases de teatro. Otro día más que tenía que ver a Valentin y a Mariel.
Esta vez mamá no me llevaba, iba caminando sola. De pronto, al cruzar la calle alguien andando bicicleta me choca. Andaba demasiado rápido.
-Hey, perdón, perdón, perdón-dijo-En serio, no fue mi intención. ¿Estás bien?
Se agachó hacia mi ya que yo estaba en el suelo.
-Duele-dije señalando mi rodilla.
-Oh, está sangrando-dijo-Perdoname.
-Está bien, ya lo dijiste muchas veces, pero tené más cuidado la próxima-dije algo enojada.
Alcé la mirada y lo vi. Era un chico con piel tostada, un cabello castaño y ojos enormes color café. Wow,si que era lindo. Ambos nos mirábamos a los ojos.
-Eh...te ayudo-dijo y me ayudó a levantarme.
-Gracias-dije.
-Me llamo Sebastian-dijo un poco avergonzado.
-Mia-dije-Tengo que irme...Perdón. Espero encontrarte algún día y que estés sin tu bici-reí.
-Está bien Mia-rió-Fue lindo conocerte.
Seguí mi camino hacia el teatro. Pensaba que llegaba tarde pero aún quedaba bastante tiempo asique decidí ir a un kiosco a comprar unos chocolates.
Al llegar al teatro fui hacia el baño para limpiarme la herida.