Aᥣmᥲs Coᥒᥱᥴtᥲdᥲs · Tom Rιddᥣᥱ [1] ✔

11- La cámara secreta

-Arlette-

Camino por el amplio pasillo hacia mi sala común. Todos están en el gran comedor cenando pero no tengo mucho apetito después de lo que ha sucedido en la clase de defensa contra las artes oscuras. Al final de pasillo veo una sombra que desaparece por la derecha, como soy tan inteligente decido seguirla.

Acelero mis pasos y logro distinguir la túnica de Riddle, ¿Qué hace aquí?

Sigo sus pasos silenciosamente con temor de que me descubra, sin embargo él entra al baño de chicas. Nadie entra a ese baño nunca ya que está apartado de todos y fue allí donde encontraron el cadáver de Myrtle.

Entro dentro del baño y veo a Tom siseándole al espejo. De repente el suelo empieza a temblar y se empiezan a ver brechas entre las piletas. Todo se está moviendo. Al centro se abre un gran agujero por el cual Riddle se lanza sin pudor. No entiendo nada. Mi estupidez me lleva a lanzarme tras él. ¿Por qué eres tan curiosa Arlette?

La caída parece como los toboganes muggles. Sigo bajando hasta que caigo contra algo duro. Me levanto limpiando mi túnica y me espanto al ver tantos cadáveres de animales, cráneos de todo tipo.

Escucho sus pasos cerca, esto parece un laberinto. El ambiente es frío y suculento. A cada paso que doy se escucha el eco, todo es demasiado siniestro.

—¿Quién anda ahí?—escucho la voz de Tom a mi derecha.

—Emm, soy yo, Arlette.

Por la segunda cañería aparece Tom con el ceño fruncido y una pizca de odio en sus ojos.

—¿Cómo te atreves a entrar aquí? Sangre sucia.

—Te he seguido, cabeza de escarbato.

—Debes marcharte.

Su ceño está muy fruncido y el ambiente se ha vuelto tenso.

—¿Dónde estamos Tom?—le pregunto mientras me acerco a él.

—Arlette debes irte. Ningún sangre sucia debe pisar esta cámara, y menos tú.

Eso me ha ofendido. Sé que soy sangre sucia pero eso no le da derecho a que me diga dónde puedo o no estar.

—Te recuerdo que eres mestizo.—me cruzo de brazos retándolo.

—Te odio. Como no te marches...—me señala con un dedo.

Levanto una ceja curiosa y lo miro con cara de burla. Doy un paso hacia él y aparto con un manotazo el dedo de mi cara.

—¿Qué? ¿Me estás amenazando Riddle? Te recomiendo que no lo hagas.

—Qué miedo—rueda los ojos.

—Wow. Tom Riddle acaba de rodar los ojos, que novedad.

Él suspira y se arregla la túnica que recientemente se ha arrugado.