Aᥣmᥲs Coᥒᥱᥴtᥲdᥲs · Tom Rιddᥣᥱ [1] ✔

2- El duelo inesperado

-Arlette-

El primer día de clases siempre es uno de los más duros. Todos los alumnos se pierden llegando a sus clases, los profesores nos mandan mucha tarea y lo peor de todo, tenemos que madrugar.

Anoche me dormí en el sofá de la sala común porque no quería encontrarme con mis compañeras de habitación, son unas víboras, nunca mejor dicho. Así que ahora estoy rumbo al gran comedor para desayunar. Voy caminando por los pasillos hasta que algo me impide el paso, mejor dicho alguien.

—Uriel, ¿Qué quieres?—le pregunto a mi hermano.

—¿Es cierto?—me pregunta.

—Hmm, ¿De qué hablas?

—Del rumor—se acerca más a mí— hay un rumor que dice que le pediste una cita a Riddle.

Al escuchar esas palabras, en mi mente busco muchas formas para torturar a Lucretia y sus amigas. Me despido de mi hermano y voy corriendo al gran comedor.

Al llegar observo a todos, están desayunando, así que me dirijo hacia mi mesa, mejor dicho, hacia una persona en concreto.

—Tú—me cruzo de brazos delante de él.

No está desayunando, solo está leyendo un viejo libro como hace siempre.

—Riddle—vuelvo a llamarlo al ver que está pasando de mí—Riddle.

Él levanta la cabeza para mirarme fríamente.

—¿Por qué creas ese estúpido rumor, idiota?—pregunto enfadada.

—¿Cómo te atreves a llamarme así? ¿Sabes a quién le estás hablando, escoria?

A mi derecha logro ver a toda la mesa de Slytherin observándonos.

—Vete, me molestas—me dice dirigiendo su mirada de vuelta al libro.

—El rumor, desmiéntelo.—me siento a su lado.

—Vete.

—Después no te quejes de lo que la gente diga—sentencio.

Resoplo mientras ruedo los ojos.

Me levanto de la mesa y salgo de allí hacia las mazmorras, ahora nos toca pociones y como no he desayunado llegaré primera. Sobra decir que me encanta pociones, aunque soy mejor en defensa contra las artes oscuras. El mejor de la clase siempre es el idiota de Riddle, pero este año voy a superarle, en verano he estudiado mucho.

Entro a la clase y veo al profesor Slughorn sentado en su mesa con las gafas de leer puestas sobre el puente de la nariz. Levanta su mirada al escuchar la puerta.

—Oh, señorita Catris, ¿Qué hace tan temprano aquí?—me pregunta bajándose las gafas.

—Es Carter, y no quería desayunar, así que he venido a pillar sitio en primera fila.