Aᥣmᥲs Coᥒᥱᥴtᥲdᥲs · Tom Rιddᥣᥱ [1] ✔

12 - La predicción

-Arlette-

—Y entonces me llevó a un picnic romántico en el bosque prohibido.—me explica Venus mientras desayunamos—fue tan bonito, después de besarnos mucho tiempo me acompañó a mi sala común y...

—No quiero saber esos detalles—le digo quitando la imagen de mi mente.—Recuerda que sigue siendo mi hermano.

Ella asiente y las dos empezamos a reír.

Por las grandes puertas del gran comedor entran Uriel y sus amigos, entre ellos Max que por un instante me mira pero luego dirige su mirada hacia otra parte, otra persona en concreto, Tom.

Me levanto de la mesa de los leones y camino hacia la mía, todos me observan pero me da igual, tengo un objetivo.

—Tom—le llamo cruzada de brazos.

—¿No ves que estoy leyendo?

Como siempre este chico es un amor.

—Necesito hablar contigo.

—Habla—me da una sonrisa arrogante y vuelve su mirada al libro.

Ruedo los ojos.

—A solas.

—Sangre sucia, haces perder mi tiempo—intento contestarle pero continúa hablando—sí insistes, de acuerdo hablaremos a solas.

—Dios, ¿Quién te entiende?

Él coge su libro y me sigue hacia afuera del gran comedor con varias miradas detrás de nosotros. Caminamos hacia los pasillos y nos paramos en el más desierto para que nadie nos escuche.

—¿Qué quieres?—pregunta impaciente.

Suspiro.

No estoy segura de que fuera él, pero tiene muchas probabilidades.

—¿Por qué obligas a mi mejor amigo que no me hable?

Le ha tomado por sorpresa. Durante un segundo se ha quedado sin habla pero al fin contesta.

—Aparte de que no tengo que darte explicaciones, no le obligo a nadie a que deje de hablarte. —se alisa su túnica—¿Eso era todo?

—Tom por favor, no tienes derecho a mandar a nadie sobre mí. Primero vigilándome, ahora dejas que mi mejor amigo no me hable, ¿Qué será después? ¿Pondrás en mi contra a todo el colegio? ¿Por qué me odias tanto?

Cierra sus ojos unos segundos. Deja su libro apoyado en la estatua que tenemos al lado y lo siguiente que hace me sorprende mucho.

Coge mis manos y entrelazada nuestros dedos.

—T-tom ¿Qu-ué haces?—pregunto tartamudeando.

—No te odio, no te puedo odiar porque eres la única persona que me ha enseñado todo lo que no podía hacer antes, me has despertado.