La chica de mis pesadillas

Dulce obscuridad

Mis ojos no se abrirán de nuevo, seguiré los pasos de mi madre y solo así dejare de escuchar las voces que hablan a mi espalda, solo así podré estar tranquilo, dormiré eternamente, dejare que el aroma del carboncillo me transporte lejos de este lugar, nunca sentiré dolor de nuevo, no volveré a sentir la necesidad de sobre esforzarme, cuando esté muerto ya nada importará, no necesitaré utilizar lentillas, pasar extenuantes he infernales seis horas de entrenamiento, no tendré que volver a mendigar el cariño de nadie, es interesante abre que al final nadie me llamará, ninguno llorará mi perdida solo habrá silencio y obscuridad, como en el principio e todo esto el final también es una mentira.
—¡Alexander! —alguien gritaba su nombre, una voz dulce era como nadar en sus recuerdos más obscuros y des esperanzadores pero con algo distinto —¡hagan algo para salvarlo no le dejen morir!— esa voz tampoco sería escuchada por el resto solo él podía sentir su presencia y solo ella podía poner una expresión tan afligida por alguien tan vil, a pesar de haber casi muerto dos ceses desde que conoció a Astrid de algún modo se sentía seguro, esta vez no estaba en una ambulancia con el corazón a punto de detenerse y dolor por todo su cuerpo a causa del odio o la ira hacia su entorno, esta vez era porque intento hacer que ella sonriera y finalmente Alexander se hundió en una dulce obscuridad.
Cuando Alexander abre los ojos es segado por la luz blanca de una lámpara todo su cuerpo está adolorido levanta su brazo derecho para cubrirse de la luz pero siente un gran ardor ocasionando un leve grito Astrid se acerca — Me alegra que ayas despertado estaba muy preocupada —los ojos de Astrid no se alejaban de las vendas que recubrían su torso su pierna derecha y su brazo derecho — No tienes que culparte por esto, fue mi decisión involucrarme directamente no la investigación y sabes...— Alexander se incorpora un poco para poder ventarse en la camilla y toma la mano de Astrid con mucha firmeza — no me arrepiento de nada, poder saber que al despertar ya sea vivo o muerto habrá alguien a mi lado es una sensación única aunque extraña —
Astrid rompe en llanto y se recarga en el regado de Alexander al parecer llora de alivio pues Alexander llevaba dos días inconsciente.
Un par de horas después Daire ingresa a la habitación con un atuendo más acorde a aquella mujer pálida y frágil que ellos conoces, tímidamente se acerca a la camilla andando cuidadosamente con sus muletas —disculpa por no venir antes como verás yo también me metí en problemas — Alexander la mira con tranquilidad esta vez no intentar ahecharla de la habitación y tampoco responde fríamente como anteriores veces —para serte sincero yo no confiaba mucho en ti pero has ayudado a salvar mi vida así que dejaré de desconfiar en ti — Alexander le muestra una media sonrisa y le dice que tome asiento en una silla metálica acojinada de manera brusca — tengo dos sospechosos como posibles asesinos de Astrid uno es aquel tipo rarito que me encontré en el pasillo y el segundo y el que me da un muy mal presentimiento es su prometido, ese tipo es muy extraño, es posible que él se el autor de él insistente con el fuego — Daire termina de acomodarse recargando sus muletas en la pared —en eso te equivocas es posible que tus selos te sieguen —Alexander le manda una mirada fulminante — pero estoy segura de que él no tuvo nada que ver, por lo que se uno un accidente con unas serenas envinadas las cuales se iban a utilizar para realizar un espectáculo, estuve investigando y uno de los meseros era nuevo lo dejaron solo preparando el espectáculo y de un modo u otro perdió el control de la situación— Alexander desiste
— pero aún así es sospechoso, solo él y el primo de Astrid sabían que yo estaba hablando con la señora, solo ellos dos pudieron haber preparado la emboscada, pero me molesta mucho que esto se sintiera demasiado planeado es como si el autor de mi ataque supiera sobre Astrid y yo, como si nos hubiese estado vigilando desde hace mucho