75. Hora de Pagar, Yashiro.

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Ese día, Zeref y Yashiro se encontraban como de costumbre conversando en la biblioteca del castillo. Entonces, después de algunas palabras dichas por Zeref, ella enseguida se quitó los lentes que le adornaban el rostro haciéndola ver más inocente que nunca y literalmente los estrelló en la mesa sin quererlo realmente. Se había sorprendido.

¿La sangre de su hermano, Zeref-sama? — Yashiro le vio asentir después de su pregunta — Natsu Dragneel-sama... — mencionó casi inaudible perdiendo la mirada en las letras de su libro nuevo.

— Es la única manera en que tú familia vuelva a la vida y todo sea como antes.

— Pero...

Pero ella no estaba contenta con aquella solución. Muy a pesar de ser Natsu Dragneel la mayor figura de Fairy Tail y por ende, la persona que había derrotado al gremio de su familia, él seguía siendo hermano de su Emperador y tío de su "hijo". No entendía porque Zeref le decía aquello.

Se vio arrebatada de sus pensamientos cuando él se puso de pie y avanzó hacia la enorme puerta de la biblioteca, pero de pronto se detuvo.

— Se acerca el día en que te irás, ¿no es así? — ella no entendió muy bien a qué se refería.

— Si. He estado aprendiendo y practicando variadas magias, creo que ya estoy lista para enfrentarme a un gremio entero. Conseguí un hechizo y es el que me dará la victoria.

Yashiro no sabía en qué podía meterse si realmente sucediera el hecho de ser el gremio entero contra ella. No había manera de predecir resultados, no queria decir que perdería, pero tampoco que ganaría.

— Estoy orgulloso de tí, no ha pasado ni un año desde que llegaste y te has vuelto muy fuerte y decidida — ella se sintió halagada con sus palabras — Realmente quieres vengarte de Fairy Tail.

— Lo quiero, es por ello que me he esforzado tanto — aceptó — Pero acerca de Natsu-sama...

— No te preocupes por mí hermano — la interrumpió — Él estará bien.

Yashiro aceptó sus palabras sin pensar en lo que Zeref se refería verdaderamente.
No tenía idea de que era lo que estaba planeando, hasta unos días después, justo un dia antes de su anunciada partida.

— ¡Detente, por favor! No hagas esto... Y-yo... yo haré lo que me pidas, te daré lo que sea menos esto; asi que no lo hagas... ¡Estas arrebatandome el futuro ante mis ojos!

Ella se encontraba arrinconada en su propia habitación, la puerta estaba cerrada y para su mala suerte nadie podía ayudarle.

— Sabes, Yashiro, esto es lo que yo quiero de ti. Lo único que puede pagarme el gran favor que te hice — comenzó — Te traje hasta aquí con la intención de ayudarte y que me ayudarás en el proceso, lo hiciste, y te lo agradezco, pero como te había confesado antes, creo que estoy enamorado de tí. Mi amor, yo, no te dejare ir ahora que me he acostumbrado a visitarte día con día en esa abandonada biblioteca.

— Pero esto que va a hacer no es la solución. Se lo prometo, voy a volver a su lado cuando mi deseo se cumpla — la desesperación pronto la había engullido — No lo haga, sabe que esto es lo más importante para mí, se lo dije más de una vez, si me lo quita, no volveré a ser la misma... Zeref-sama, yo prefiero morir antes de que esto suceda.

— Lo siento, puedo llegar a ser muy egoísta si hay algo que deseo de por medio.

Poco después, un horripilante grito retumbó todas las paredes del castillo. Larcade, el único consiente de que había pasado, solo agachó la cabeza avergonzado de si mismo por haber apoyado la desición de su padre ya que también anelaba ese deseo egoista.

Yashiro debía quedarse a su lado costara lo que costará.

Unos días después, la bella joven presa de miedo, aceptó convertirse en la Emperatriz del aclamado, en el imperio Álvarez, Emperador Spriggan.

— ¿Su esposa? ¿Está niña va a convertirse en su esposa? — preguntaba una mujer de cabellos escarlata en aquella mesa con catorce personas — Que sorpresa, es inesperado — no se le veía muy contenta.

— ¿Van a casarse pronto? — está vez fue el turno para preguntar de una mujer de cabellos rubios cortos. Dimaria.

— Si, antes de que el año termine — informó Zeref presuntuoso tomando la mano de su prometida, quien ya hacia sentada en una de las muchas sillas por un lado de él en total silencio debido a la abrumacion de tal destino y los excepcionales magos que tenía delante.

Aquella reunión era para dar a conocer a la futura Emperatriz Spriggan, era por ello que los temidos doce Spriggan se habían reunido en el Imperio por órdenes de su Emperador.

— No se preocupe, majestad, me encargaré de que todos estén presentes en ese día importante para usted y nuestra futura monarca — Invel Yura, el encargado de cuidar a Yashiro en su condición, aseguró a su majestad. 

Pero justo antes de la boda, ella escapó cuando Zeref, Invel y Larcade habían bajado la guardia milagrosamente. Si, había sido un milagro, ellos realmente se confiaron.

A tropezones, caídas y golpes por todas partes rompiendo sus elegantes ropas de Emperatriz que Zeref le había conseguido desde el primer día que llegó al Imperio Álvarez, logró alcanzar un crucero que la llevaría al continente de Ishgar, aquel que había abandonado sin pensar para ir de brazos abiertos a lo que pensó sería su salvación, pero ¡oh!, sorpresa, justo en ese momento se daba cuenta que había sido la peor desición que había tomado en toda su vida.

— ¿Señorita? — escuchó como le llamaban — ¿Se encuentra usted bien?

— Si — ella le dió la cara.

— Pero, usted está... — no alcanzó a terminar su frase cuando ella lo interrumpió.

— Estoy bien — volvió a repetir en alto — Por favor, llevemé a Ishgar cuanto antes, le pagaré lo que sea.

— Entiendo — el señor aceptó más que preocupado.

Así fue como Yashiro llegó a Fiore una vez más sin nada en manos, excepto una maldición eterna para encontrarse de frente con aquel turbio, pero hermoso destino que la vida le tenía preparado.

Presente:

— Padre — Larcade llamó a Zeref la tarde de ese día cuando nuevamente estaba ocupando su trono de Emperador.

— Si vienes a abogar por Yashiro, no quiero escucharte — contestó de inmediato.

— No me parece correcto que esté en el calabozo esperando — habló de todas formas.

Él Mago Negro volteó a verle de mala manera, pero el muchacho rubio no retrocedió.

— A pesar de que también es mi culpa su estado actual, te pido que la liberes. Ella no merece esto — suplicó.

— Depende, Larcade, tal vez lo haga — en los ojos del menor se pudo ver un pequeño atisbo de esperanza — Si todo sale de acuerdo al plan, Yashiro quedará totalmemte libre.

Zeref estaba ilusionando al pobre muchacho en busca de una solución para su "madre", pero muy en el fondo, a pesar de ser sincero con sus palabras, estás no tenían el mismo significado que Larcade les estaba dando.

| Blind Struggle | Rogue Cheney⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora