49. Ella no te quiere.

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Sabertooth volvió a casa el día en que Yashiro y Dyst se reencontraron en el centro de Magnolia. Una vez más, Yashiro y Rogue se habían separado, y este se había quedado molesto al saber que él de cabellos azules claros iba a quedarse con ella por un tiempo; había escuchado decir que tenían un trabajo importante.

No pasó más de una semana y media cuando Sting llamo a Rogue a su oficina de maestro diciendo que tenía una importante misión que solo él sólo podía realizar.

— ¿Me llamabas? — Rogue se asomó por la puerta, y al ver que este asentía con la vista puesta en algunos papeles, entro por completo a la habitación.

— Necesito que vayas a este lugar — el rubio se levantó mientras dejaba los papeles que antes leía, pero primero separó uno y se lo llevó consigo hasta encontrarse de frente con su amigo.

— ¿Hargeon? — preguntó el pelinegro confundido cuando este le extendió el letrero correspondiente a una misión.

— Si — este afirmó.

— Entendido, mañana partire por la mañana... — se dió la vuelta para comenzar a avanzar hacia la salida — En tren... — terminó desganado.

Sting río tras de él y alcanzo a palmear su espalda antes de que se alejara.

— Y Rogue — el rubio lo detuvo.

Este le dió la cara de inmediato, entonces Sting se pensó muy bien sus palabras, para luego soltar...

— Intenta relajarte — sugirió haciendo al ojirojo bajar la mirada — Ya casi han pasado dos semanas, seguro ese muchacho ya se haya ido de Magnolia.

Rogue sabía que Sting se iba a dar cuenta de su estado, el cual era estar alterado hasta cuándo cerraba los ojos para dormir. No dejaba de imaginar a Yashiro y a ese tal Dyst solos en casa, le hervía la sangre de igual manera cuando los vio abrazarse con intensidad aquella mañana. Comprendía que ese muchacho era el amigo que ella había mencionado haber perdido por su miedo a los Dragon Slayer's, y además de por lo dicho en su conversación, entonces ahora lo sabía, Yashiro si que había tenido una vida pasada en donde no llevaba aquella máscara blanca encima a ninguna hora. Ahora la pregunta era: ¿Qué fue lo que ocurrió para que ella se la colocará?
Aquella respuesta parecía no tenerla nadie a la mano, ni siquiera su mejor amigo.

— Si, tal vez, pero aún así me molesta — confesó apenado.

— No quería decirlo, Rogue, pero tú tienes la culpa — le señaló el pecho y el pelinegro le puso la mirada encima sorprendido — De haberle dicho lo que sientes por ella, todo sería diferente, no tendrías por qué cargar con esos celos día tras día — atinó el rubio lo último.

— ¿Cómo iba a decírselo? — Rogue le preguntó un tanto molesto — No es tan fácil como crees, si Yukino y tú ahora tienen una relación es porque llevan tiempo conociéndose, así que deberías entender que es difícil para Yashiro y para mí cuando apenas nos vimos por primera vez hace poco tiempo — eso había sido más de lo que hubiera querido expresar.

— Lo entiendo, Rogue, lo entiendo, así que no me hagas ver cómo un ignorante cuando yo los vi la noche de los cerezos. El tiempo poco importa si los dos se quieren.

Las palabras del rubio estaban tan llenas de razón. ¿El tiempo que tenía que ver? Era una excusa más que Rogue usaba para no hablar sobre sus sentimientos hacia ella.

El ojirojo suspiro cansado entendido las palabras del ojiazul. Comprendió enseguida que el tiempo era lo que menos le importaba. Efectivamente era una excusa.

— Solo relájate, y si necesitas más tiempo en Hargeon, tómalo — le ofreció con una bella sonrisa en su rostro.

— Si — él asintió — Gracias, Sting.

Se dijeron unas palabras más, y después de unos minutos, el pelinegro se marchó para dejar trabajar a su maestro, pues aún tenía mucho trabajo.

Rogue salió de la oficina con la cabeza gacha con los pensamientos a mil, de lo que no se enteró es que había alguien frente a él y no evitó chocar levemente contra su cuerpo.

— Necesitamos hablar — le dijo la pelinegra — Acompáñame.

Rogue se preguntó que deseaba, pero ella no le dejo preguntar cuando rápidamente comenzó a caminar. Llegaron a la cocina, que por suerte estaba sola.

— ¿Sobre qué tenemos que hablar? — finalmente preguntó con la mirada de la mujer encima de él. Ella estaba de brazos cruzados.

— Por tus palabras, y lo que presencié la noche de de los cerezos en Magnolia, se que hay algo entre tú y la chica de la máscara — fue al grano.

— Yo... señorita Minerva — intentó decirle algo, pero no le salió. Ya bastante tenía con las palabras de su Gemelo Dragón antes. Se encontraba bastante alterado.

— Tú, Rogue — ella comenzó — ¿Qué es lo que sientes por ella? — preguntó haciendo al chico bajar la mirada, pero no pasó más de un segundo cuando volvió a levantarla.

— Yo la quiero — confesó por fin orgulloso de él mismo.

Minerva levantó una ceja sorprendida por respuesta casi instantánea.

— ¿Cómo es que puedes afirmar esto sin problema alguno? — se le escapó con tono molesto.

— Porque yo sé cómo me siento...

— Estás ciego... — ella interrumpió.

— No lo estoy — él también la interrumpió.

La pelinegra negó ante su mirada ahora molesta. Rogue definitivamente estaba dispuesto a refutar cada cosa que saliera de su boca. Ni ella ni nadie podría saber sobre sus verdaderos sentimientos más que él.

— Entonces, serías capaz de responderme... — guardo silencio mientras los dos plantaban sus miradas en los ojos del otro — Yashiro, ¿te quiere como tú a ella?

La respuesta de Rogue, tras un momento intentando sostenerle la mirada sin decir absolutamente nada, fue retroceder asustado mientras comenzaba a temblar y un sonido molesto salía de su boca. Eso contestaba la pregunta mejor que cualquier respuesta que pudiera haberle dado.

— Escucha, Rogue — le habló nuevamente cuando le vio alejar la mirada — No hago esto por gusto, lo hago por tu bien. Yashiro podría lastimarte y al igual que Sting y los demás, no quiero verte sufrir. Tampoco lo hago porque se trata de ella, ya fuera cualquier otras persona, haría lo mismo.

— ¿Por qué insistes? — él preguntó dolido por la respuesta que no pudo darle antes.

— Siquiera has visto su rostro al menos una vez — contestó — No se qué esconda detrás de su máscara, pero podría ser cualquier cosa, incluso traición.

Entonces, Rogue recapacitó con sus palabras. ¿Quien le decía que Yashiro era una buena persona después de todo? Tal vez aquello también era una excusa que él mismo se hacía creer para sentirse menos culpable por haberse enamorado de ella ciegamente.

| Blind Struggle | Rogue Cheney⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora