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Varios días pasaron luego de eso. Obviamente sigo sin hablarle a Kikuchi, pero extrañamente ella no me busca para obligarme a hacerlo, por el contrario, ni siquiera sus perros falderos se han acercado a molestarme.

Mirena-san y yo nos anotamos al club de música como dijimos. Debo admitir que los compañeros que tengo son muy amables y divertidos e ir con Mirena ha sido más que un alivio para mí, ya que cuando no entiendo algo ella me explica sin ningún problema.
Ahora estoy tratado de aprender a tocar la guitarra y también quiero aprender piano, pero no tengo uno en casa para practicar... así que me estoy enfocando más en la guitarra, ya que puedo tomar la de Ichiro para ensayar.
Mis padres se sorprendieron cuando les dije que iba a comenzar a asistir a un club luego de clases, pues hacía años que no participaba en uno, sin embargo, se alegraron mucho al oírlo.

—Hey, Yui —me saludó Mirena cuando entré al aula del club.

—¿Me perdí de algo? ¿Dónde están todos?

—Oh, me dijeron que vendrían un poco más tarde ya que tenían que atender algunos asuntos por lo del festival escolar. Pensé que podría aprovechar para venir a tocar el piano un rato.

—¿Mmm? Así que es eso —contesté dejando mis cosas sobre una silla y luego me fui a sentar a su lado—. ¿Cantas?

—Eh, sí pero... no creo hacerlo bien y jamás he cantado frente a nadie realmente.

—Oh... qué lástima y yo que quería oírte cantar —dije tocando un par de teclas al azar. Pude ver de reojo como Mirena volteó a verme por unos segundos y, por alguna razón, me puse algo nerviosa.

—¿Y tú cantas? —preguntó al fin.

—¿Yo? Nunca lo he intentado.

—Mentirosa... seguramente has cantado en la ducha, cuando limpias o en un karaoke —señaló.

—Sí, tienes razón. No puedo mentirte —reí levemente volteando a verla. Ella me dio una cálida sonrisa y volvió a mirar el piano.

—Supongo que... —habló algo nerviosa—, p-puedo cantar una canción. No veo el por qué no...

—¿En verdad? —interrogué contenta. Por alguna razón me ponía feliz saber que yo iba a ser, probablemente, la primera persona en oír a Mirena-san cantar.

—Sí... —afirmó dándome un rápido vistazo—. Creo que... quiero que seas tú la primera en oírme. Después de todo, sé que serás sincera conmigo si lo hago mal —agregó riendo y yo no pude evitar hacerlo también.

—Oh, sí, no te tendré piedad sólo porque seas mi amiga.

—Me alegra saber eso. Una opinión sincera es todo lo que necesito.

Luego de decir aquello volvió su vista al piano y apoyó sus manos sobre las teclas por unos segundos; creo que estaba pensando qué canción tocar.
Yo la miraba con atención y no pude evitar pensar lo linda que Mirena era; no sólo sus rasgos sino su personalidad... Ella es una persona tan amable y confiable, que no puedo evitar pensar que tuve suerte de conocerla.
En la primaria habíamos sido muy unidas y realmente me puso triste saber que se debía mudar de Tokyo. Así que me considero afortunada por volver a tenerla en mi vida.

En estos últimos meses nos volvimos igual o más unidas que antes. El estar con ella fue lo mejor que pudo pasarme, especialmente, porque en el otro lado de mi vida está Kikuchi, que resulta ser prácticamente todo lo contrario a ella; lo cual, de cierta forma, sigue llamando mi atención... por alguna maldita razón.

—Estás muy pensativa —mencioné—. ¿Será que de verdad te tomas tan en serio esto o sólo estás nerviosa?

—Un poco de ambas en realidad... —declaró suavemente e hizo algo que, a mí en particular, me encanta que haga cada vez que está nerviosa. Y es que Mirena muerde levemente su labio inferior mientras mira hacia todos lados y asiente levemente. No puedo evitar sonreír cada vez que hace eso—. Ya decidí.

Sólo míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora