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—¿Estás dispuesta a aceptar mis términos? 

Su voz es realmente detestable para mis oídos. Este insoportable ser, ha sido mi peor pesadilla desde la secundaria y por la mala suerte de mi destino he tenido que cruzarla de nuevo en la preparatoria. Sólo que ahora tiene a su propio grupo de "amigas" quienes la apoyan en lo que sea que diga o haga.

—¿Me has oído, Mizuno?

—Hai.

—Bien, entonces creo que nos entendemos, ¿verdad?

—Púdrete Kikuchi —gruñí entre dientes—. ¿Por qué crees que aceptaré algo como eso?

—Porque si no lo haces lo pasaras realmente mal —dijo acercándose a mí—. No quiero tener que dañar ese hermoso rostro tuyo otra vez, con un acuerdo todo esto se soluciona, ¿no te parece?

—Estás loca —exclamé soltándome de su agarre—. ¿Qué te hace pensar que haré tu tarea y además de eso te daré mi almuerzo o el dinero para éste? ¿Es que acaso tienes 12 años o qué? —sé que cuando esta chica se pone seria es un verdadero dolor de trasero, pero me da igual, no tengo 12 años como para ser su "esclava", como ella me llama—. Madura de una vez y comienza a comportarte como la chica de casi 17 años que eres, idiota.

—Uh, no debiste decir eso pastelito —acotó Sugisaki Nene, una de las integrantes de su grupo y la que más lame el culo de ésta sabandija de Kikuchi. Los rumores dicen que está enamorada de Moa, pero que ésta sólo usa eso para hacer que Nene haga lo que sea que ella le pida.

—Deja de llamarme así, marica.

—¡¿Qué dijiste?!

—Bien, es suficiente, Nene —exclamó Kikuchi cuando vio que su perro comenzó a acercarse a mí—. Déjenos solas un momento —les dijo al resto de su grupo y éstas comenzaron a sacar a los demás chicos del salón. Nadie se atrevía a llevarles la contra, ni siquiera los chicos... realmente no entiendo muy bien el por qué.

Una vez que todos salieron del salón Kikuchi se sentó en un escritorio que estaba justo frente a mí; yo estaba parada y de brazos cruzados, ya no estoy para estas clases de juegos.

—¿Qué es lo que quieres de mí, Kikuchi? ¿Acaso no te cansas de esto?

—¿Mmm? ¿Por qué me cansaría de jugar con mi conejito?

—¡Ash! ¡Vete al demonio! —vociferé atinando a irme, pero ella me sostuvo del brazo.

—Oye, tranquilízate, ¿quieres? Vuelve aquí, no me hagas enfadar.

—En serio, ¿me puedes decir qué es lo que quieres? De otra manera me iré.

—Tú eres lo que quiero —respondió parándose justo frente a mí—. Eres mi conejito después de todo, hace años es así y lo será por muchos más.

Suspiré tras escuchar aquello. Ese verso me lo había dicho muchas veces ya; siempre que intentaba conseguir una respuesta del por qué me molestaba.

—Kikuchi-san, en verdad no estoy para juegos. En serio te lo digo, madura de una vez y compórtate como la edad que tienes.

—Mizuno-san, no estoy jugando cuando digo esto —musitó acomodando mi flequillo y luego acarició mi mejilla. Un escalofrío recorrió mi espalda. Ella siempre suele bromear conmigo, pero jamás ha llegado al contacto físico a no ser que fuera para empujarme o golpearme, así que este acercamiento con ella me descolocó por completo y no supe cómo reaccionar—. Olvida eso que dijo Nene acerca de la tarea y las cosas de tu almuerzo, esos son cosas de niños. Lo que yo realmente quiero es a ti —esta vez sus manos se habían posado sobre mi cintura. La sorpresa no me permite moverme o decir una sola palabra, tan sólo la miro mientras ella habla—. Quiero que seas mi conejito personal, ¿qué te parece? —en este momento reaccioné.

Sólo míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora