~17~

760 49 51
                                    

Dos horas más tarde no supimos qué más hacer y Mirena propuso ir a su casa para tomar algo. Cosa que no me pareció mala idea pues se nubló repentinamente y parecía que en cualquier momento iba a llover.

—Sólo te advierto que está mi hermanito —dijo antes de abrir la puerta.

—¿Debo preocuparme por eso acaso?

—Algo... es muy curioso y para ser tan pequeño habla demasiado.

Yo reí ante aquel comentario y luego negué con la cabeza.

—Está bien, me gustan los niños —aseguré.

—Menos mal entonces.

Tras abrir la puerta y ambas nos sacamos los zapatos para luego saludar.

—Puedes dejar tus zapatos allí si quieres —comentó apuntando a un pequeño armario que había a nuestra izquierda.

—Ah, hai.

Una vez acomodé mi calzado donde mi amiga me dijo, la seguí hasta la cocina, donde nos encontramos con su madre; seguía estando igual que como yo la recordaba.

—Hola, mamá —saludó Mirena animada una vez entramos allí.

—Hola, cariño —contestó la mujer, volteando a vernos luego de dejar unas cosas sobre uno de los estantes que había allí—. ¡Oh! —exclamó abriendo ligeramente sus ojos al verme—. No puede ser. ¿Tomato-kun? —yo sonreí ampliamente al recordar ese apodo.

—Hai, ¿cómo está, Minami-san?

—¡No lo puedo creer! ¡Qué sorpresa! ¡Cuánto has crecido! —acotó alegre—. Pero mírate nada más, ¡estás preciosa!

—Gra-gracias... —respondí algo avergonzada.

—¿Cómo se encontraron? Es decir... —ella se detuvo al nuestros uniformes y miró a Mirena asombrada—. ¿Van al mismo colegio? ¿No pudiste mencionar eso?

—Lo siento, olvidé hacerlo... —contestó mi amiga riendo—. En realidad, quería que fuera una sorpresa. Pensaba traer a Yui mucho antes, pero... —volteó a verme y me dio una ligera sonrisa antes de enfocarse en su madre nuevamente—. Sólo no se había dado el momento.

—Una sorpresa, ¿eh? Qué excusa tan vaga para justificar que no me hayas mencionado a Yui ni una sola vez desde que nos mudamos aquí.

—¡No es una excusa! Digo la verdad.

—¿Así que no hablas de mí? —pregunté fingiendo indignación.

—¿Qué? ¡No! Digo, sí, pero no con mis padres.

—¿Así que hablas con alguien más acerca de Yui, pero no conmigo? —retrucó su madre.

—¿Qué? Sí... bueno, como dije quería que fuera una sorpresa —Minami-san la miró divertida y luego comenzó a reír suavemente.

—Bueno, ciertamente es que es una linda sorpresa —afirmó con una sonrisa—. No puedo creer que se hayan vuelto a encontrar luego de tantos años.

—Ni yo... fue una gran sorpresa para mí también —respondí para luego mirar a Mirena, quien me dio una ligera sonrisa.

—En verdad has crecido mucho, Yui-san, estás hermosa —al oír eso no pude evitar ponerme nerviosa y sentir calor en mis mejillas.

—Gracias, Minami-san.

—Bien, bien... mamá no pongas incómoda a Yui en su primera visita. Ya tendrás muchas oportunidades para eso luego —su madre rió ante ese comentario y negó con la cabeza.

Sólo míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora