Capítulo 23 Encuentro.

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Al día siguiente, Sakura despertó en su antigua habitación junto a Sarada. La pequeña azabache estaba despierta jugando con sus pequeñas manos en el aire. A pesar de que Mebuki fuese mala madre en los últimos años, Sakura sentía que no podía abandonarla por su cuenta en estos momentos difíciles. Otra vez se ofrecería ayudarla como toda una buena hija. Se levantó de la cama y tomó a Sarada en brazos para llevarla al cuarto de baño que se encontraba dentro de la pequeña habitación, luego tomaron una ducha con agua tibia. Terminando salieron del baño. Sakura se vistió con la misma ropa que llevaba puesta desde ayer. Como recogieron a Sarada de la guardería antes de que terminarán quedándose en casa de Mebuki, tenía a la mano la pañalera con un cambió limpió que colocaba por si la pequeña niña lo necesitará. Antes de salir de la habitación pudo oler comida desde el otro lado de la puerta. Mebuki preparaba el desayuno para las tres.

—¿Cómo amaneció? —preguntó Sakura, ingresando a la pequeña cocina, luego tomó asiento junto con Sarada en una de las cuatro sillas alrededor del comedor.

—Con un poco de dolor en la cabeza. —Mebuki terminó de servir el desayuno en dos platos. — Preparé un poco de papilla para Sarada.

—Gracias por tomarse su tiempo para preparar el desayuno —agradeció Sakura.

Mebuki tomó asiento. En todo el desayuno no se dijeron mucho sobre lo sucedió ayer, sino hasta que terminaron de desayunar.

—Madre, yo quiero ofrecerle ayuda —tomó las manos de su madre por encima de la mesa —, no quiero que siga empeorando, no lo haga por mí, sino por sí misma.

Mebuki suspiró profundo y desvío la mirada hacia Sarada, quien seguía comiendo con sus manos lo que restaba de la papilla.

—¿Cómo quieres ayudarme? —Volteó a ver a su hija.

Sakura apretó más las manos de su madre y prosiguió a decir:

—Centro de rehabilitación, Un paso a la vez. En ese lugar hay especialistas para el alcoholismo y otras más adicciones por causa de la depresión. Allí la ayudarán para que usted vuelva a tomar las riendas de su vida.

—Yo ya estoy vieja para tomar las riendas de mi vida. —Con la cabeza agachada Mebuki empezó a derramar lágrimas.

—Puede hacer muchas cosas con su vida por ejemplo.

—¿Por ejemplo qué? — Mebuki levantó la cabeza y limpió sus lágrimas con una servilleta.

—Por ejemplo volver a construir la relación entre madre e hija que se perdió hace mucho tiempo, también puede sacar a su nieta de vez en cuando a pasear, visitar a la familia que dejó atrás por la depresión. Aún hay tiempo para recuperarlos.

Mebuki no pudo más y empezó a sacar todo lo que tenía rezagado. Su hija tenía la razón y debía aceptarlo.

—Lo siento hija, perdóname, he sido una mala madre todos estos años, he sido egoísta por pensar solo en mi sufrimiento sin tomar en cuenta tu sufrimiento.

Sakura se levantó de la silla y se puso enfrente de Mebuki, quería abrazarla, pero ella se puso de rodillas ante su hija y enredo sus brazos en la cintura.

—Debo agradecerte a pensar de todo lo que te he hecho pasar eres una mujer con principios, tienes un trabajó honrado y eres una exelente madre.

Sakura no podía ver a su madre de rodillas pidiéndole perdón, así que la tomó de los hombros y la jaló hacía ella. Colocadas de frente la abrazó con fuerza.

—Acepto su disculpa, pero por favor deje que la lleve al centro de rehabilitación que mencioné.

—Vamos a ese lugar. Quiero cambiar mi vida.

Fruto De Nuestro Amor [Corrigiendo/ANTI ROMÁNTICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora