Capítulo 47 Impotencia

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Finalizando con la reunión con los altos rangos y élite de Akatsuki, Sasuke regresó al salón de juegos de las esposas de la mafia. A decir verdad estaba nerviosa por la mierda que le inyectó a Sakura. Él pensaba que si no lo hubiera hecho ella se habría metido en muchos problemas con las esposas, ya que la primera expresión podía hacerse de enemigas por como se expresa. Reconoce que cometió un grave error traerla a este lugar donde solo el corazón más frío puede ver como una casa de diversión. Quiso que viera un poco de lo que se dedica la mafia para analizar hasta dónde llegaba su moral y valentía, sin embargo, no llegó a mucho, ahora se arrepentía haber pensado que sería una perfecta esposa de la yakuza.

Al entrar al salón de juegos, lo primero que hizo fue buscar a su chica de ojos jade por todos lados con su vista. No estaba por ningún lado. A punto de preguntar dónde estaba a las esposas de la mafia, Konan le informó:

—Estaba cansada y mareada. La llevamos a la habitación continúa para que se descansara.

El Uchiha hizo una mueca de disgusto, pues en esta mansión ni de loco alguien en sus cinco sentidos se atrevería a quedarse dormido. Konan, notó el disgusto, y antes que le reclamara por qué la había dejado sola, explicó con calma.

—Las puertas están cerradas por dentro, allá —apuntó con su mano derecha —está la otro puerta. Yo la he vigilado los veinte minutos que lleva dormida.

El Uchiha rápido miró a donde le apuntaba hacia una puerta de madera a tres metros retirada de la mesa de póquer. Solo asintió con la cabeza y se encaminó hasta la puerta para entrar. Tras cerrar la puerta detrás de él, encontró a Sakura acostada sobre una cama king size. Estaba profundamente dormida. Se encaminó hasta la cama mientras observaba a los alrededores, la poca luz de dos lámparas era lo que alumbra la amplia habitación. Sasuke buscaba cámaras o algo que le señalé que habían hecho algo malo con su mujer, pero nada encontró a simple vista, solo las comodidades de un recámara para tener sexo. La cargó dormida, se la acomodó bien entre su torso y brazos como un príncipe que carga a su princesa, y salió de la habitación por la otra puerta que daba hacia el pasillo.

Mientras avanzaba por el pasillo que los llevaría directamente hacia la parte delantera de la mansión donde tomarían su coche para largarse de ahí, pensaba lo mal que había hecho al traer a Sakura a este lugar, asimismo la pequeña cantidad de heroína fue suficiente para ella. Ahora tenía que esperar que tanto se acordaba en la mañana siguiente, esperaba que no mucho, pues en unas horas tenía que dejarlas con su madre para regresar a Kioto a ver a su prepotente hermano mayor.

Al la mañana siguiente, Sakura despertó con un fuerte dolor de cabeza y brazo. Trataba de recordar que pasó la noche anterior. Cuando abrió sus ojos se vio sobre la cama de la habitación que usaban en casa de su suegra. Los recuerdos aparecieron en su cabeza y no le agradó lo que pasó. Con rapidez llevó sus manos a su boca al recordar lo que había visto en La Mansión del Pecado. De golpe se sentó en la cama para buscar a su fruto, quien no estaba ahí, ni Sasuke. Estaba por gritar desesperadamente, pero encontró una nota encima de la mesita de noche a un lado de la cama. Se lanzó a tomar la nota y leyó en voz alta.

«Buenos días, chica de ojos jade. Si despiertas y no nos encuentras en casa, quiero que sepas que lleve a Sarada a recoger su nueva mascota. Almuerza con mi madre e Iruka, llegamos antes de la una. Te amamos...».

Sakura no sabía que sentir, si felicidad o arrepentimiento de las malas decisiones que estaba tomando. Con esta simple nota daba a entender que no sentía empatía hacia ella, obligarle a ir a un burdel cuando no tenía ni una semana de haber perdido a su mejor amiga por la mano de los suyos, era lo más egoísta que había hecho, sin tomar en cuenta sus sentimientos, y sobre la heroína fue un límite que cruzó descaradamente. Su corazón ardía de coraje y de impotencia al no poder hacer mucho por ella misma. Las bofetadas que le dio y las amanazas que se irían no eran nada para el hombre que decía amarlas. Pero está consciente que no puede hacer mucho por ella misma, pues así lo ha querido.

Fruto De Nuestro Amor [Corrigiendo/ANTI ROMÁNTICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora