Are You Ready

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Arthur Davenport abrió los ojos ese día pletórico de lunes por la mañana, todavía en la mesa estaban los platos sucios del banquete con el que festejó una noche antes con su familia la promoción de la empresa que lo convertía en el nuevo gerente general de industrias Kovalainen.

Mejor aún, la promoción incluía vivienda amueblada y estudios pagados para sus hijos en aquella nueva ciudad llamada Kovareicht, un montón de tierra que durante los años 60's un inversionista alemán se encargó de transformarla en una ciudad que poco podía envidiarle a las grandes metrópolis de la época, gobernada por la familia del magnate a través de los años.

—Buenos días Elisa, levántate ya, son al menos 10 horas de viaje y si voy a ser el nuevo gerente general en industrias Kovalainen debo ser puntual en mi primer cita— decía lo anterior mientras le jalaba las cobijas a su esposa Elisa Davenport.

Elisa quien hace unos años mientras ella recepcionista de la empresa y Arthur un oficinista del sector de mercadotecnia se hicieron pareja tras un curioso encuentro en el que ambos quedaron atrapados en el elevador por al menos 6 horas, y de no conocerse terminaron saliendo juntos después de aquella experiencia.

—Arthur tu eres el gerente, ¿que vas a hacer? ¿levantarte a ti mismo un reporte por impuntualidad?— decía mientras se incorporaba de la cama y se veía en el espejo.

—No pero es la imagen que debo mostrar con la mesa directiva y el dueño, el señor Kovalainen, vamos estamos hablando de un hombre que hizo una ciudad de la nada con las ganancias de su empresa— se afeitaba apurado mientras Elisa revisaba llevar todo lo que ocupaba en las maletas.

—Si no fuera porque esta es una gran oportunidad para ti no me movería con los niños a una ciudad que no conozco, no te preocupes estaremos listos para que conozcas a su majestad— le contestaba de forma burlona mientras sonreía con su comentario.

Ambos se vistieron lo más pronto que pudieron y tras apurar a sus hijos llevaron las maletas al auto y emprendieron el viaje hacia Kovareicht.

No había sido sencillo para ninguno, dejaban atrás familia y amigos pero sabían que era una gran oportunidad para Arthur y dado el amor que le tenían todos habían hecho ese sacrificio por el.

—Aún me sorprende como una empresa dedicada a la industria farmacéutica le generó tantas ganancias a tu jefe como para hacerse de una ciudad— decía apoyando su barbilla en los puños la hija adolescente de Arthur, Tracy.

—Bueno hija digamos que el señor Kovalainen junto con algunos de sus socios tenían lo que el mundo necesitaba cuando aparecieron varias enfermedades después de la segunda guerra y sacó negocio de eso.— conducía sin perder de vista el camino respondiendole a la primogénita de la familia.

—¿No te parece que es poco ético lucrar con la cura de las enfermedades? Digo podría haber sido más generoso en lugar de vender la vida. —Tracy era muy directa con lo que decía y pensaba y Arthur estaba acostumbrado a tener que ser honesto y sincero con ella, después de todo, la honestidad era un valor que él había inculcado mucho en su familia.

—Hija se que no parece correcto lo que en su momento hizo el señor Kovalainen pero era otra época y el tenía las mismas necesidades que tú y que yo....bueno no creo que él quiera ir a ver algún día a los Yankees en uno de esos palcos de lujo— dijo soltando una pequeña carcajada —Pero también hizo con esas ganancias feliz a mucha gente con empleo, educación y salud, así como lo está haciendo conmigo y ustedes—

—Ya no distraigas a tu papá Tracy que de por si está nervioso por conocer al señor Kovalainen, mejor duérmete como Nick— Elisa reía burlándose de Arthur quien sólo de reojo le miraba alegre.

No tardaron mucho después de eso en visualizar un gran anuncio por la carretera que decía "Bienvenidos a Kovareicht, déjanos ser parte de tu familia" un letrero con colores sepia acompañado con una imagen de una familia feliz compartiendo la cena mientras fuegos artificiales se asomaban por la ventana.

Arthur distraído con el letrero anterior no alcanzó a ver un vehículo que se había frenado ante el semáforo rojo y aunque frenó lo más pronto que pudo no alcanzó a evitar que su vehículo dejara sin una luz al otro.

—Maldición que buena forma de hacerme notar en la ciudad— golpeó enojado el volante mientras del otro vehículo un hombre de la tercera edad molesto veía el daño de su vehículo, a Arthur no le quedaba de otra más que afrontarlo y asumir su responsabilidad.

No habían pasado 5 minutos del incidente cuando un oficial de tránsito de la ciudad se acercó al lugar y tras revisar la matrícula de Arthur y consultarla por la radio con la central se acercó al punto en el que ambos trataban de llegar a un arreglo por lo sucedido.

—Buenas tardes caballeros ¿me podrían decir que fue lo que sucedió?— inquirió el oficial mientras se quitaba sus lentes oscuros y miraba de reojo a la familia de Arthur algo asustada en el interior.

Apenas iba a contestar Arthur cuando el anciano recriminó —¡Este zoquete me rompió una de mis luces cuando yo había hecho alto en luz roja, infraccionelo y que se haga responsable del daño!— decía fúrico señalándolo con su dedo índice.

—Mire no hace falta el insulto y que esto pase a mayores yo me haré cargo del costo de lo que resulte sin problema, soy nuevo en la ciudad y no quiero causar problemas— mencionó Arthur mientras sacaba la billetera, acto que fue interrumpido de inmediato por el oficial quien con una sonrisa le sujetó la mano.

—Por favor señor Davenport no es necesario, claramente esto fue un accidente ¿puede esperar en el auto mientras recabo unos datos con el caballero?—
Arthur estaba a punto de objetar pero no quería ya más problemas así que regresó al auto confundido mientras su familia lo esperaba expectante.

—¿Todo bien Arthur?— le preguntó Elisa colocando su mano en el hombro.
—Si bueno yo iba a pagar el daño pero el oficial no me dejó hacer...— Interrumpió su oración al ver que tras una breve charla entre el conductor y el oficial el auto del afectado se alejaba y se perdía de la vista entre el tráfico, a la vez que el oficial se acercaba a la ventanilla de el.

—El conductor desistió de la queja señor Davenport, por favor conduzca con precaución— Apenas iba a retirarse cuando se dió la vuelta y regreso con el — Ah y bienvenido a Kovareicht— sonrió para después darle una palmada al cofre del vehículo e irse en su motocicleta y retirarse.

Todos se miraron entre sí confundidos al respecto, Arthur después de un momento de tensión pudo finalmente esbozar una sonrisa con aún algo de nervio. —Bueno que mi buena suerte no me abandone eh— Procedió a arrancar su auto mientras detrás de él un vehículo oscuro se acercaba.

ScorpionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora