Capítulo VI

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Había llegado el domingo y pese a la ayuda de René, la mudanza estaba siendo más agotadora de lo esperado. La realidad es que no me llevaba muchas pertenencias de mi casa, sólo mi ropa, mis libros y mi computador portátil para poder trabajar; diría que lo más tedioso fue tener que ir a hacer las compras de los muebles y productos del hogar que me harían falta en el departamento.

Misael me había comentado por teléfono que dejaría mi llave en uno de los buzones, ya que él no se encontraría en el lugar hasta la noche, así que tuvimos la libertad de entrar y salir del edificio sin ser interrumpidos y sin nosotros molestar a nadie.

Originalmente René y yo pensábamos salir a comer después de dejar todo limpio y en orden, pero cuando menos nos dimos cuenta ya había caído la noche y estábamos verdaderamente agotados.

«22:58»

Me recosté en la cama con mis piernas colgando fuera de esta mientras me desinflaba en un largo suspiro. Miré al techo por unos segundos y seguido me di cuenta de que mis párpados se sentían verdaderamente pesados.

—Tal vez debería irme —dijo René.

—No, no te vayas —Cambié rápidamente mi postura para quedar sentada al filo de la cama—, Misael me dijo que no había problema si algunas veces tú te quedabas.

Sonreí pícaramente, esperando que él captase mis intenciones y así fue, aunque eso no significó convencerlo.

—Sabes que mañana entro a trabajar temprano—.Hizo un chasquido con la boca—. Después de lo de hoy, siento que necesito descansar.

—Entonces podemos solo dormir —Bajé la mirada y comencé a juguetear con el borde de mi camiseta. ¿Estaba siendo demasiado insistente?

Últimamente no nos veíamos mucho, me daba algo de pena que en su fin de semana libre me estuvo ayudando con lo de la mudanza y nuevamente no tuvimos tiempo para dedicarnos el uno al otro, de verdad quería que se quedara.

—Me siento como un intruso aquí, ¿sabes?

René se acercó a mí y me tomó de las manos. Delicadamente me ayudó a incorporarme fuera de la cama y cuando estuvimos suficientemente cerca plantó un tierno beso en mi frente.

—El siguiente fin de semana, ¿sí? —Con su mano elevó mi mentón para que yo lo mirase a los ojos, sin embargo, la tristeza me dejaba con la mirada baja—. Lo prometo.

Ya recargada en su pecho lo abracé fuerte, porque sabía que no lo podía hacer cambiar de opinión, quería aunque sea disfrutar los últimos instantes de su compañía. Después lo encaminé hasta el ascensor y fue ahí donde nos dimos un beso de despedida.

Al regresar al departamento me dirigí a mi habitación cerrando la puerta. Me recosté en la cama mirando al techo nuevamente. Ya estaba fuera de casa, por mi propia cuenta, libre, sin reglas, dueña de mi misma, ¿pero por qué no me sentía feliz?, ¿qué hacía falta?

Poco después ya me encontraba rendida en los brazos de morfeo, un sueño que no duraría mucho tiempo.

Poco después ya me encontraba rendida en los brazos de morfeo, un sueño que no duraría mucho tiempo

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