Capítulo XV

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La marea se tornó más agresiva, nos teníamos que adherir con mayor fuerza al flotador, uno de los niños comenzó a llorar. Pedía a gritos que nos llevaran de regreso a la orilla. Sus chillidos comenzaron a agitar a todos, entonces, la corriente fue más fuerte y una ola de un par de metros terminó por dejarnos dispersos.

No sabía nadar, y tampoco la mayoría de los presentes. Pataleaba, para poder flotar, pero no funcionaba, pateaba, aleteaba y en la desesperación tragaba agua o más bien la aspiraba. La sal calaba en mis ojos y picaba en el tabique de mi nariz. No podía distinguir nada, miraba abajo y sólo había oscuridad, miraba arriba y la luz se veía cada vez más lejana, me estaba hundiendo.

«No volveré a ver a mis padres», me decía.

«No volveré a jugar con mis hermanos», me insistía.

«Sólo tengo seis años», me repetía.

Seguí pateando y agitándome en todas direcciones en vano, hasta que mi fuerza y mi energía cesaron. Hasta que mi cuerpo dejó de luchar, hasta que mi voluntad dejó de ser más fuerte que mis músculos. Me rendí, me dejé llevar por la corriente, y por un momento, todo se volvió oscuridad. En mi sueño escuchaba voces, alaridos de dolor, el más allá no parecía un descanso, más bien lucía como una tortura, ¿era mi castigo?, ¿eran las tinieblas?

Sentí un dolor en el pecho, algo me estaba presionando, era difícil respirar, pero al menos podía respirar, y eso era algo bueno.

Sentí un dolor en el pecho, algo me estaba presionando, era difícil respirar, pero al menos podía respirar, y eso era algo bueno

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Abrí los ojos y había mucha luz, todo era blanco a mi alrededor, dolía ver, dolía todo.

—Oculi Dei —musité. Vi a alguien tomando mi mano, como un ángel que había sido enviado a despertarme, a traerme de regreso. No distinguía su rostro, todo estaba borroso—, tú eras el niño, tú también la viste —dije apretando su mano.

—Lo lamento —Le escuché decir.

—No, no lo lamentes —respondí entre lágrimas—, no lo lamentes, hiciste todo lo que pudiste y siempre estaré agradecida, eternamente.

Con esas palabras di lo último que me quedaba de aliento, me volví a rendir dormida, mi cuerpo demandaba descanso, con justa razón.

Con esas palabras di lo último que me quedaba de aliento, me volví a rendir dormida, mi cuerpo demandaba descanso, con justa razón

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