De pronto no hubo más espacio para las palabras, tal vez ya no había espacio para nada, sólo para lo que estaba por ocurrir. Soltó mi mano para apoyar la suya detrás de mi nuca, mientras que con la otra me acercó a él cuidadosamente por la cintura, y ya estando cerca, tan cerca que sentía el calor de su rostro irradiando hacia el mío, lo que parecía ineludible fue truncado.
—¿Y qué te parece si salimos? —Se giró para verme desde su escritorio.
—¿Salir?
—Sí, unos amigos van a tener una reunión, estaba por cancelar, porque no tenía ganas de ir sola. Pero si tú no tienes nada que hacer hoy.
—¿Una reunión? —pregunté—, pero no voy a conocer a nadie.
—¿Hola?, me conoces a mí. Además, te puedo presentar con algunos amigos. Piénsalo, me dijiste que no salías desde que tú y tu novio, perdón, el tonto de tu exnovio terminaron, creo que es tu oportunidad de explorar nuevos horizontes.
Mi relación con Erika se había estrechado, teníamos algo que se podía expresar torpemente como una amistad. Desde que Samuel se había retirado y Zac se la pasaba con Natalia, ella era la única persona con la que podía hablar de mi día a día. Generalmente, nuestras conversaciones no iban más allá de hablar sobre lo que comeríamos durante el almuerzo, sobre el clima o quejas sobre algún compañero del área de impresiones. Pero aun así, hasta en algunas de las cosas más simples parecíamos congeniar.
—Sólo han pasado un par de meses desde eso, y no creo que me haga falta "explorar nuevos horizontes", los horizontes que conozco están bien, están excelentes.
—Y sí que lo están, podrías invitar también a ese amigo tuyo policía, no veo el inconveniente —mencionó coquetamente.
—Erika...
—Está bien, está bien. Mira, va a ser algo tranquilo en casa de un conocido. Lo peor que puede pasar es que no te guste y nos vamos, cero complicaciones. Es más, hasta nos podríamos ir juntas a mi casa, incluso podrías pasar la noche, nos arreglaríamos las uñas, usaríamos mascarillas, hablaríamos de chicos.
—Te estás proyectando demasiado.
—¿Tienes algo mejor que hacer?, no, ¿verdad?
Lo que había empezado como una plática normal de oficina, se había convertido en un compromiso con mi compañera. No se equivocaba, era verdad que hacía tiempo no me dedicaba tiempo a mí, y tarde que temprano debía de darme la oportunidad, sin mencionar que era el pretexto perfecto, puesto que debía desaparecer de la vista de Misael hasta las tres de la madrugada.
Ese día, al salir del trabajo, nos fuimos directo a su casa, o bien, la casa de sus padres, quienes convenientemente se encontraban fuera de la ciudad. El taxi nos llevó en un trayecto de bastante distancia a los suburbios de la ciudad. Cada vivienda se encontraba a kilómetros de la siguiente, y cada una más lujosa que la anterior.
ESTÁS LEYENDO
Amaretto
Mystery / ThrillerHISTORIA GANADORA DE THE WATTY AWARDS 2019 Mi nombre es Irina y soy periodista. Hace poco me mudé de casa de mis padres para vivir con un desconocido y así poder dividir los gastos de la renta. Sabía que independizarme no iba a ser tan sencillo en u...