Habían transcurrido un par de horas y mi corazón seguía tan agitado como los últimos minutos en casa de Erika. No había entendido nada y no estaba segura de querer hacerlo. ¿A eso se refería ella con la soledad?, una que su familia le imponía. ¿De verdad sus padres eran tan aprensivos? De alguna manera me recordaban a los Costello, a la familia de René, quienes constantemente se esmeraban en resaltar mi proletaria vida. Tal vez sólo no querían ver a su hija juntándose con la chusma, no era difícil de adivinar.
La había pasado bien, me había divertido con Erika, con sus amigos, la idea de mi intento de coqueteo con Misael me había gustado, incluso si recordarlo me provocara sonrojar, me agradaba sentirme de nuevo en el ruedo. La noche anterior me había representado los últimos meses, en la que el sentimiento de culpa por ser feliz opacaba todos los buenos momentos. Estaba segura de que ese viernes terminaría mi penitencia, que no dejaría que volviera a suceder, quería limpiar toda sumisión de mi doctrina.
Comencé metiendo a la lavadora la ropa que llevaba puesta, la cual por cierto apestaba a cigarro y a otras sustancias desconocidas, no me apenaba la idea de quedarme en ropa interior, el carro de Misael no se hallaba en su aparcamiento, no parecía haber nadie en el lugar aparte de mí y sobre los vecinos fantasma ni hablar.
—¡No puede ser, una chica en ropa interior en la recepción! —Exclamé para mí misa.
Y tal como lo esperaba, la soledad no replicaba.
Tomé el ascensor para regresar al departamento, pero apenas me había encaminado, un ruido llamó mi atención, y este parecía provenir del cuarto de lavado.
Me regresé a ver qué estaba sucediendo, y aunque no habían transcurrido ni 5 minutos desde que la lavadora había sido encendida, el lugar estaba completamente inundado. Naturalmente mi primera reacción fue correr a apagar la máquina, teniendo que empapar mis pies y zapatos para lograrlo. Pero el desastre no parecía provenir de la entrada de agua, seguía saliendo. Con algo de fuerza logré despegar la máquina de la pared, para darme cuenta de que el agua estaba saliendo del escape que se hallaba en la pared. El hedor de las aguas negras se volvía muy perceptible y no dejaba de salir, sentía la urgencia de hacer algo para detenerlo o atascarlo, tal vez cuando un plomero llegara podría ser demasiado tarde y aquel sótano terminaría inundado por completo.
Miraba hacia los lados, buscando cualquier cosa que pareciera útil, y en un rincón del sótano se hallaba un perchero rodante con ganchos de metal. Tomé uno y tan pronto como pude le di una forma alargada. Lo introduje por el drenaje de la pared para intentar desatascar lo que sea que ahí hubiera. El gancho entraba y entraba, no parecía encontrar fondo. ¿Qué tan profunda podía ser una pared?, Lo introduje hasta que parecía haber topado con algo, dejándome con sólo unos cuántos centímetros para maniobrar con mi herramienta improvisada. Lo que estaba del otro lado no se sentía precisamente sólido, lo que era bueno, podía intuir que no sería tan difícil de desatascar. Giré el gancho e intenté jalar, pero mi fuerza no era basta y el gancho se me resbalaba de las manos.
Intenté de nuevo, esta vez apoyándome con un pie en la pared, y después de jalar por unos segundos, el agua dejó de fluir, pero por mucha fuerza que hiciera el gancho parecía haberse atascado. Intenté mirar por la tubería, aunque ignorando el alambre lo único que vislumbraba era oscuridad. Entonces mis oídos escucharon cómo la tubería de la pared comenzaba a hacer un sonido burbujeante, con suficiente anticipación para apartarme antes de la catástrofe. El gancho salió disparado de la pared, como si esta lo hubiera escupido junto con un cúmulo de porquería, y después de eso no fluyó nada más.
El desastre ya estaba hecho, pero al menos no parecía que fuera a empeorar más. Estaba todo inundado, mucho considerando que todo había ocurrido tan rápido. Ya sólo era cuestión de hablar a los de limpieza y a algún plomero. Ni siquiera consideré volver a prender la lavadora, con mi suerte hasta podría terminar electrocutada, por lo que no insistí. Caminé hacia las escaleras, resignada a la idea de que no podía estar más cubierta de inmundicia, cuando un objeto que se hallaba flotando capturó mi atención.
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Amaretto
Mystery / ThrillerHISTORIA GANADORA DE THE WATTY AWARDS 2019 Mi nombre es Irina y soy periodista. Hace poco me mudé de casa de mis padres para vivir con un desconocido y así poder dividir los gastos de la renta. Sabía que independizarme no iba a ser tan sencillo en u...