Capítulo XXXI: Catorce

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Harry abrió los ojos y dejó escapar un grito de alarma.

Draco, cuyo rostro estaba a centímetros del de Harry, se echó a reír, enderezándose. -Eso fue genial, Harry. De todos modos, ¡feliz cumpleaños! -exclamó-. Vinculum está aquí. Pájaro desagradable. Dejó una cicatriz en mi mano cuando tenía siete años. Me negué a aceptar regalos del tío Sev a menos que los trajera personalmente o que otro búho los entregara.

Harry frunció el ceño. -Eso no suena como él -dijo. Se levantó y caminó hacia la ventana, abriéndola-. Hola, muchacho. ¿Cuál es el regalo de este año? -preguntó, tomando la botella con su nota adjunta y el libro encogido.

Vinculum lanzó un grito como si respondiera, y luego acarició a Harry.

Harry rió ligeramente. -Envía a Severus mi amor, ¿quieres? -le preguntó al pájaro.

Vinculum volvió a gritar y se fue volando.

Harry se dio la vuelta, poción y libro en mano, para encontrar a Draco mirándolo con asombro. -¿Qué? -preguntó.

Draco negó. -No sé cómo lo hiciste, ¡pero has domesticado a Vinculum! -jadeó.

Harry se encogió de hombros, colocando el libro en la mesa junto a su cama que sostenía su conexión inalámbrica. -Todo lo que hice fue decirle la verdad: que planeo convertirme en el compañero de Severus. Parecía aprobarme tan pronto como lo dije.

Draco parpadeó. -Bueno, eso es molesto. ¿Entonces no me quiere?

Harry se encogió de hombros. -Escuché a Severus decirlo, no le gusta la mayoría de la gente. No te sientas mal. -Abrió la nota que venía con la poción y la leyó.

«Harry,

Feliz decimocuarto cumpleaños. Este año, te daré algo que nunca pudiste disfrutar la primera vez. La poción adjunta contiene dos dosis de seis horas de poción de rejuvenecimiento. Esto te hará volver a ser un niño de tres años y podrás recuperar una pequeña parte de tu infancia robada. Acláralo con tu Padrino-perro antes de que la tomes, pero aterrorízalo por mí.

Mis mejores deseos,

Severus.»

Harry se aclaró la garganta y tragó antes de intentar hablar. -Me está permitiendo ser un niño normal -susurró, con lágrimas en los ojos.

Draco suspiró. -Oh, ven aquí, gran bobo -murmuró, tirando de Harry en sus brazos-. Adelante, derrama algunas lágrimas, simplemente no arruines mi camisa -pidió.

Harry dejó escapar una risa temblorosa. -Nunca pude ser un niño -dijo, apartándose y mirando la poción.

Draco sonrió. -Lo sé. Recuerdo las lecciones de Oclumancia. Sólo... no la tomes hoy.

Harry sonrió. -Definitivamente no. Ya conozco una de las formas en que voy invocar el infierno, y no quiero ningún testigo por ello. De esa manera, puedo negar que alguna vez sucedió.

-Buen hombre -dijo Draco, dándole una palmada en el hombro-. Bajemos a desayunar.


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Harry y Draco escucharon el golpe en la puerta, y ambos saltaron y corrieron hacia la puerta principal.

Harry la abrió y Draco sonrió cuando Remus y Neville entraron.

Harry sonrió con indulgencia. -Apúrate, Draco, recibe un beso de Remus, actuaré como vigilante -dijo, caminando hacia donde podía ver si alguien venía y observaba por si acaso llegaban Ruby o Sirius.

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