Capítulo XXIX: La cara educada de Narcissa

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Harry vagó escaleras abajo, buscando a Sirius o a Ruby. Encontró a Sirius en la cocina y se sentó a la mesa al lado del hombre, esperando ser reconocido.

-¿Qué pasa, pequeño? -preguntó Sirius después de un momento, convocando una segunda taza y ofreciéndosela.

-No, gracias. En realidad, quería pedirte ayuda con algo -dijo Harry, rechazando la oferta de té.

Eso llamó la atención de Sirius. -¿Con qué? -preguntó.

Harry se mordió el labio. -De acuerdo, encontré algunos libros en un área oculta de la escuela que están escritos en lengua pársel, y he estado siguiendo las instrucciones de uno de ellos para aprender a ver el futuro y cosas así. Ya es hora de que dé el siguiente paso, pero le prometí a Severus que sólo lo haría bajo supervisión, en caso de que algo imprevisto ocurriera. Tengo que tratar de ver algo hoy, algo que yo quiera ver, no sólo lo que viene a mí, como he estado haciendo. ¿Vendrás conmigo al salón para que pueda hacerlo? Ayuda tener un fuego en el que pueda concentrarme mientras hago esto -explicó.

Sirius suspiró. -¿Qué tan seguro estás de que este libro no está mintiendo y tratando de enseñarte a hacer algo peligroso? -lo comprobó.

Harry sonrió. -Si fueran peligrosos para mí, Severus nunca me hubiera dejado comenzar este camino. Él mencionó que todos fueron considerados demasiado potentes como para existir hace años y todas las copias conocidas fueron destruidas, pero estos ejemplares escaparon de la purga. No está preocupado por ellos, y confío en él. Todo lo que dijo fue que funcionaron, y ya he visto resultados.

Sirius apuró su taza de té y se levantó. -Bueno, entonces, vamos a la sala. Te vigilaré mientras haces esto, supongo.

Harry le sonrió. -Gracias, Siri. Significa mucho para mí.

Entraron en la sala y Harry se sentó frente al fuego. Sirius se acercó al gabinete de licores y se sirvió un vaso de whiskey de fuego, luego tomó su silla habitual para vigilar a su ahijado.

Harry pudo sentir cómo el mundo a su alrededor se desvanecía y volvió a colocarse frente a la gárgola que custodiaba la oficina de Dumbledore.

Entró y sonrió, al ver a Sirius y Ruby sentados en las sillas frente al escritorio del Director.

Ruby lo notó primero y sonrió ampliamente cuando ambos se pusieron de pie. -¡Harry, querido! Ven a conocer a tu hermano, Nigel Black. Sirius quería llamarlo Perseo. -Ella hizo una mueca-. Así que nos comprometimos. Su segundo nombre es Perseo, y tiene un primer nombre normal.

Sirius resopló. -¡Perseo es un nombre perfectamente respetable! -se defendió.

Ruby rió suavemente. -¡Sí, para un griego antiguo, tal vez! ¡Pero no para un bebé! Nigel es un nombre bueno y fuerte para un Alfa. Le irá bien.

Harry la dejó acomodar al bebé en sus brazos y sostuvo al pequeño ser, mirando a sus ojos azul pálido. -Es lindo -dijo suavemente. Sin embargo, el bebé tenía un fuerte olor a pino. Definitivamente un poco -muy- alfa.

Sirius hinchó su pecho con orgullo. -¡Por supuesto que lo es! ¡Es mío!

Ruby y Harry compartieron una sonrisa cariñosa antes de que la Omega oliera a Harry discretamente.

Sus ojos se agrandaron y se volvió hacia Sirius. -Voy a arrastrar a Harry para hablar un poco de Omegas, ¿si eso está bien? -comprobó.

Sirius y Dumbledore sonrieron e indicaron que eso estaba bien, así que Ruby llevó a Harry a una esquina lejana.

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