17-"Capítulo final"

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-¡No puedo creer que me halláis fastidiado las vacaciones!—espeto—, ¡No puedo creer que me halláis fastidiado la semana!—hago una pausa, bufo y vuelvo a repetir con más fuerza:--¡Joder!, ¡¡No puedo creer que me halláis fastidiado la noche con Amy!!

-¡Aghj, cállate, llorica!—exclama Maycol perdiendo la paciencia—, recuerda que no eres el único que está en problemas. ¡Girgy apenas comienza con la tortura!

-¡Pues por mí genial!, así aprendes a no serle infiel a tu mujer—dice Jordi exasperado—y no meternos en líos, para variar.

-¡No le fui infiel a Georgiet!, solo le invité un par de copas a la rubia y nada más.

-¡¡Tratabas de achisparla para revolcarte con ella en sábanas prohibidas!!—exclamo con fastidio.

-Él tiene razón—tercia Jordi, apoyándome—y nos metiste a los dos en problemas cuando esa rubia nos presentó a sus amiguitas—masculla la última palabra con rencor—. Margaret debe estar odiándome…¡y todo por tu culpa!

Todavía lo recuerdo. Lo recuerdo muy bien.

Me desperté esa mañana con una gran sonrisa en el rostro. Amy y los chicos la estaban pasando de maravilla, así que mi estado de ánimo era el mejor.

Extrañaba eso. Hace mucho que no despertaba sin pensar en el trabajo o en los quehaceres, en cambio hoy me desperté denudo y abrazado a mi chica. Era tarde, pero no tenía ningún lugar al que ir así que me quedé acariciando el castaño cabello de Amy hasta que ella despertó. Sonrió, le di un beso y le dije que se volviera a dormir, para que así, cuando despertara, yo ya la esperaría con el desayuno listo.

En el hotel ofrecen bufets en las tres horas del día: desayuno, almuerzo y cena.

Podían traernos el desayuno a la habitación, pero entonces solo tendríamos que elegir una sola variedad de comida. Por eso era mejor bajar, tomar paltos, una bandeja y escoger tú mismo entre los alimentos.

Total que dejé a Amy en la cama, me vestí y bajé feliz de la vida.

Al llegar al piso del bufet me encaminé a la diminuta cola para tomar una bandeja metálica. La coloque encima de un carrito de dos plantas (también de metal) y luego, camine entre la pequeña multitud de personas que ya se habían despertado. La mayoría todavía tenía los ojos semi achinados por no acostumbrarse totalmente a la iluminación, otras iban enfundadas en sus batas y las demás se veían normales, como si ya fuera hora del almuerzo.

Camine hasta el sector de las frutas picadas. Tome un tazón blanco y empecé a introducir pequeñas porciones de manzana, durazno, plátano y mango; y por último una fresa reluciente encima de todo, rodeada por yogurt de fresa y miel. ¡A Amy le iba a encantar!

Serví un tazón más para Dylan y luego continué vagando por el lugar. Tomé tres vasos de jugo de naranja y las puse en la primera planta del carrito.

Luego seguí caminando y observando el lugar, hasta que mis ojos se vieron obligados a posarse en dos hombres. No serán…? ¡Ay, no!

Paternidad ©--PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora