4-"Conversaciones incómodas de macho a macho"

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Amy y yo tuvimos que bajar a cenar.

Mike había venido, como dijo Emma, y estaba conversando animadamente con Dylan sobre los videojuegos y no sé qué cosa.

Puede sonar raro y tonto, pero a veces creo que esos dos (Emma y Mike) tratan de quitarme a mi hijo.

Pinché un macarrón con mi tenedor, lo unté con la salsa que yacía en la superficie de mi plato y me lo llevé a la boca.

-¿Y piensas contratar una nana?

Enarqué una ceja y levanté la vista.

No me había concentrado en la conversación y ahora no sabía de qué diantres estaba hablando mi hermana.

Amy acomodó a Susy en su regazo e hizo que se tomara todo el contenido del biberón.

-¿Para qué necesitaríamos una nana?...-pregunté dejando a un lado mi comida.

-¡Para que los ayude!...-exclamó Emma-…¿Acaso no es agotador tener que cambiarle los pañales, bañarla, darle de lactar y demás?

-Es nuestra hija…-me acerqué a Amy y acaricié la manito de Susy con suavidad haciendo que la castaña esbozase una tierna sonrisa-…Nosotros nos encargaremos de cuidarla.

-Daniel…-Mike sorbió su bebida por la pajita-…sabes que la mayoría de veces estoy de acuerdo contigo, pero tu hermana tiene razón…¡No pueden cuidar a la pequeña y trabajar al mismo tiempo!

-Hasta ahora lo hemos hecho bien, ¿no?...-desafié-…Susy está en perfecto estado.

-¡Querrás decir: “Amy lo ha hecho bien”!-replicó Emma-…hasta donde yo sé Amy ha estado haciendo todo sola. Ha tenido que cambiar su horario de trabajo para cuidar a mi sobrina…¡Tú ni siquiera te has inmutado!

-¡Eso no es cierto!-me defendí-…¡La he estado cuidando repetidas veces!

-¡Y Amy la cuida casi todo el tiempo!...¡Hasta creo que va al trabajo con ella!

-¡¡Yo también la cuido!!-vociferé dándole un golpe con mi puño a la mesa. Esa conversación había hecho que saliera lo peor de mí.

Susy hipó durante unos segundos y luego se puso a llorar estruendosamente.

La castaña suspiró con tono cansino, dejó la servilleta a un lado y cogió el biberón.

Se puso de pie y abandonó el lugar dirigiéndose a nuestra habitación.

Emma negó con la cabeza y siguió comiendo sus macarrones.

Por suerte, Dylan no había escuchado totalmente lo que acababa de hacer, y si lo había hecho no le importaba.

Estaba tecleando en su móvil, como siempre, y con los audífonos puestos mientras escuchaba una canción electrónica a todo volumen.

Paternidad ©--PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora