Macy estaba trenzándome el cabello en un bonito peinado. “Algo sencillo pero bonito” fue lo que dijo cuando se lo pedí, y emocionada comenzó a peinarme. También me había maquillado, había puesto un poco de maquillaje, unas sombras que combinaron perfecto con mi vestido blanco, delineador para enmarcar mis ojos y rímel para que mis pestañas lucieran más grandes.
Cuando terminó de peinarme, llegó la hora de usar el vestido. Sentí la fina tela resbalando por mi piel. Era una prenda hermosa y no podía creer que en eso estaría metida esa noche.
Me miré al espejo y me asombre. No era yo, aquella chica en el espejo no era la prostituta que dormía en las calles, vendía revistas, y se drogaba; que usaba ropa demasiado provocativa e inapropiada. Esa chica en el espejo era una nueva yo, una que había necesitado toda la ayuda de una persona especial para poder salir de sus problemas, una que se había estado recuperando durante varias semanas, una que tenía ganas de vivir. Ya no parecía triste, todo lo que podía notar en mi semblante era felicidad. Y debía admitirlo, me enorgullecía de mi misma.
Suspiré y sonreí complacida por la imagen en el espejo.
-Te ves hermosa, cariño – dijo Macy con ternura – Espera a que James te vea, quedará asombrado.
Solté una risita. Me emocionaba la idea de que James me viera así, hermosa, sonriente, feliz.
-No debe de tardar, espera aquí, voy a comprobar si no ha llegado – dijo para después darse media vuelta y salir del cuarto.
No pude quitar mi vista del espejo, seguí parada frente a el y me miré desde todos los ángulos posibles. Incluso hasta hice algunas poses por si me tomaban algunas fotos.
Golpearon la puerta levemente y sin quitar la mirada del espejo dije:
-Adelante.
Escuché como se abría la puerta y lentamente me giré. Y ahí estaba él, extremadamente guapo como siempre. Su cabello negro bien peinado, esas largas pestañas que hacían que sus ojos brillaran más de lo que ya eran, y esa boca tan deseable que estaba ligeramente abierta. Llevaba un traje de gala de color negro, con un moño rojo en su cuello. Se pasó la lengua por sus labios, humedeciéndolos y luego me sonrió. Sin quitar la vista de mí comenzó a caminar hasta donde estaba.
No pude moverme, pero sentí como una corriente eléctrica recorría mi cuerpo. Él era extremadamente guapo y sexy. Me había quedado sin aliento.
Sonrió y tomó mis manos. Tratando de disimularlo, me miró de abajo hacia arriba, pero no le salió tan bien. Posó su hermosa mirada en mi rostro.
-Te ves… - suspiró sin quitar su mirada y rió – bellísima.
Me reí, sentí un rubor en mis mejillas.
-Gracias – murmuré mirando al piso y él posó su dedo en mi barbilla con delicadeza y volvió a alzar mi mirada. Me lanzó una sonrisa que para mí fue más que perfecta – Tu te ves muy guapo – dije sintiendo como me sonrojaba un poco más.
Él soltó mis manos y se agarró su moño, sonrió con ganas ante mi inocente elogio y dijo:
-Gracias – con su acento tan único.
Los dos nos reímos y él volvió a tomar mis manos, nos miramos fijamente. Podía sentir que mi corazón latía apresuradamente y que la respiración se me entrecortaba. Podía entender a lo que se referían con las mariposas en el estomago, porque las estaba sintiendo al estar así con James. No podía apartar la mirada de esos ojos tan bellos, parecía hipnotizada; podía quedarme así, viéndolo, para siempre
Una luz inesperada hizo que reaccionáramos, había sido el flash de una cámara. Nos volvimos para ver de dónde provenía el flash.
-Lo siento, es que quise capturar ese momento – dijo Macy que estaba en el umbral de la puerta – Los dos se ven hermosas, dejen tomarles otra fotografía.