Por dentro, el coche era muchísimo más lujoso. Asientos de piel, que tenían un olor muy particular, vidrios polarizado y con una tecnología (botones, televisión, etc.) de primera clase. Había una división entre la parte de adelante y la parte de atrás, una delgada pared que probablemente sería de plástico. James se sentó a mi lado, y me di cuenta que llevaba su propio chofer, yo me aparté de él lo más que pude, pegándome a la ventana.
-Madison, ¿verdad? – alcé la mirada al escuchar que había pronunciado mi nombre y lo miré con sorpresa.
Me enseñó sus dientes, sonriéndome.
-Me recuerdas…- murmuré y él asintió.
-¿Tu no a mí? – me preguntó mirándome divertido.
-Claro – dije – no podía olvidar a mi salvador…
Él soltó una risa entre dientes.
-Pensé que ya no volvería a encontrarme contigo –murmuré desviando mi mirada por la ventana y suspiré.
-Me alegra de haberte encontrado – escuché detrás de mí, podía sentir su mirada fija en mi espalda pero no me volví.
Me limité a seguir mirando por la ventana. Estaba nerviosa, nunca antes me había tocado trabajar con una persona conocida. Bueno, James prácticamente era un extraño para mí ya que no conocía absolutamente nada de él, pero estaba acostumbrada a nunca haberme topado con mis clientes antes, por lo menos sus caras siempre eran desconocidas para mí.
Cuando James me ayudó aquel día, creí que era la persona más buena en el mundo, pero ahora me había decepcionado. Saber que era igual que los demás, que era uno de los que trataban a las mujeres como objetos, simplemente no podía creerlo. Me quedaba claro aquél dicho que decía que no debes juzgar a un libro por su portada. Así como yo, que mi fachada daba la impresión de ser una mujer de mala vida, con problemas y desgracias, las personas que parecían buenas podían ocultar cosas, como lo que pasaba con James.
-¿Estás bien? – sentí como James se acercaba un poco más a mí.
No me volví y me mojé los labios.
-Si – dije con un hilo de voz.
El silencio regresó, la tensión en el ambiente era palpable, quería que todo eso se acabara ya, pero en cambio todo parecía avanzar en cámara lenta. No me había fijado a donde me llevaba, hasta ese momento, nos acercábamos al centro de la ciudad. Era extraño, muchos siempre me llevaban a algún hotel lo más cerca posible, para no perder el tiempo. Pero James parecía tener mucho dinero, así que el tiempo para él era lo de menos.
Finalmente, el coche se estacionó frente a un lujoso edificio. James bajó pero yo me quedé ahí asombrada por el lugar a donde me había llevado. El moreno abrió la puerta y me extendió su mano para que la tomara. Un gesto de caballerosidad, que me sorprendió un poco. Con un poco de duda tomé su mano y salí del coche. Me acomodé el abrigo, tapando el mini vestido que llevaba, por lo menos debía fingir decencia.
James se acercó al chofer e intercambió unas palabras, yo aun esta absorta mirando el edificio, que contaba con una arquitectura moderna y elegante. Nunca en mi vida pensé estar en lugar como aquel.
James me movió un poco y volví a la realidad, me sonrió y con un gesto de cabeza me incitó a que lo siguiera. Yo asentí y tomada de su mano caminamos dentro del hotel.
Si por fuera me había parecido impresionante, por dentro el lugar era aun más precioso. Era un vestíbulo muy espacioso, rodeado de fuentes que adornaban las salas, luces que iluminaban bastante y adornos que al parecer eran finos y carísimos. No podía creer que estuviera ahí.
James se acercó al mostrador donde le tendieron dos tarjetas, y después volvió a tomarme de la mano rumbo al elevador. No dijimos nada, nos sumimos en un silencio un poco incomodo, yo no sabía que decir y en esos casos prefería guardar silencio. Él tampoco dijo nada.
Llegamos a la habitación y al verla me sorprendí de lo fino que era todo. Una gran cama ocupaba un gran lugar de la habitación, cubierta con cobertores blanco y podía jurar que tenía sábanas de seda. Una pequeña sala con sillones de color dorado. Frente a estos una televisión de pantalla plana. Una cocina my básica pero acorde con la decoración y una puerta de madera oscura, que supuse era el baño.
Apreté los labios y caminé hasta la cama, aun nerviosa.
-¿Te gusta? – preguntó James a mis espaldas.
-Sí, todo es muy… bonito – murmuré, me quité el abrigo dejando así que mi vestido se viera.
Me senté en la cama y miré el piso. James se acercó a mí, mirándome con curiosidad. Debía de terminarse todo eso pronto, tenía que comenzar lo antes posible para irme de ahí rápido, así que cuando James se sentó a mi lado me abalancé sobre él, lo tomé de su nuca y lo atraje a mí para besarlo.
Al sentir sus labios, me causaron una buena sensación, nunca me había sucedido con nadie más, y por eso me extrañó. Apenas mis labios se habían presionado con los de él, James me apartó y entonces lo miré desconcertada.
-Es mejor que terminemos pronto – le dije.
James frunció el ceño.
-No te ofendas, pero yo no te traje aquí para… eso – contestó.
-¿No? – pregunté incrédula y un tanto ¿enfadada? -¿Entonces?
-No te preocupes, te pagaré cada hora que estas aquí, multiplicado por 10 – me aseguró – Yo necesitaba sacarte de ese lugar.
-¿Qué? – eso estaba pareciendo demasiado confuso.
-Quería ayudarte, sé que no eres mala persona y puedo apostar que lo que haces… es por necesidad y no por gusto – me miró con sus ojos brillantes.
-¿Cómo…?¿Por qué…?- balbuceaba, no entendía nada.
James me tomó de las muñecas y me miró fijamente.
-¿Me puedes explicar? – pedí.
James suspiró y asintió.
-Aquel día que te vi por primera vez llamaste mi atención, nunca había visto a alguien en tus condiciones, te estabas muriendo de hambre – explicó y sentí como mis mejillas se encendían por la vergüenza – Al notar las miradas acusadoras que te echaba la gente y la forma como la que vestías… me di cuenta que… -abrió los ojos desesperado buscando las palabras correctas – a lo que te dedicabas – agaché la mirada aun con más vergüenza y noté como mis ojos comenzaban a humedecerse – Tu parecías una buena persona, y yo quería ayudarte, después de verte de aquella forma, sentía que yo debía ayudarte de alguna manera, sabía que debí haberte pedido más información sobre ti para poderte localizar y pensé que no volvería a toparme contigo, mi oportunidad de ayudarte se había perdido – hizo una pausa y tragó con dificultad, las lagrimas comenzaron a empapar mis mejillas – Investigué un poco, en los lugares donde podría encontrarte, sabía que no sería fácil, te busqué dos días enteros y hasta hoy pude encontrarte. Y aquí estas, sana y salva conmigo.
Me llevé una mano a la boca y levanté la mirada, al verme de aquella manera James me miró tiernamente.
-Gracias – dije entre un sollozo, no podía creer que aun existiera gente buena en el mundo, como él; y me sentía mal por haber dudado de él, cuando su intención siempre fue ayudarme – Gracias…no sé…
James siseó y me sonrió. Me tomó de la mano.
-No hay de qué – dijo con una bella sonrisa dibujada en su rostro – Ahora, tranquila, estarás bien. Toma una ducha, relájate, tomate un tiempo para ti el que tú quieras.
Asentí y me limpié las lágrimas. Me levanté de la cama y comencé a caminar hasta el baño