No llevaba ropa adecuada para el trabajo y por esa razón las chicas que se encontraban ahí me miraron extrañadas.
-¿Crees que con esas garras llamaras la atención de alguien? – me dijo una de ellas.
Alcé la cabeza y le dediqué una mirada fría. Entonces agarré la delgada blusa que llevaba y la rompí por la mitad, dejando que se viera mi ropa interior. Agarré los bordes inferiores que quedaron sueltos y me los amarré, haciendo que quedara como una torera.
La chica sonrió.
-¡Vaya! – exclamó y se acercó hasta donde estaba - ¿Cigarro? – me ofreció.
Sonreí a medias y se lo acepté. Tal vez eso calmaría la ansiedad por un rato. Me lo prendió y luego le di un par de caladas. Al instante me relajó pero no del todo.
-Gracias – le dije en voz baja.
-De nada chica y prepárate – me guiñó un ojo y después se alejó.
No pasaron ni cinco minutos cuando un coche se acercó hasta donde estaba yo. Tragué con dificultad, me arreglé la blusa destrozada y me acerqué.
-Doscientos – le dije por la ventana.
-Perfecto – exclamó el hombre que venía en el coche – Sube.
En menos de lo que pensaba ya me encontraba en un motel, tumbada en la cama y con ese hombre encima de mí. Estaba asqueada y no dejaba de pensar que traicionaba de una manera horrible a James, después de que él se había entregado a mí de aquella manera, me había ayudado y me había entregado su amor. El hombre soltó un gemido en mi oído y yo lo único que quería es que acabara lo más pronto posible, ya no lo soportaba. Quería mi dinero e irme.
Quité al hombre de un empujón y yo me senté en la cama, no pude contenerme las lágrimas.
-Dame mi dinero – le dije mientras me ponía de nuevo mi ropa.
-¿No quieres quedarte un poco más? – dijo el hombre lanzándome una sonrisa picara.
Lo fulminé con la mirada y le extendí mi mano.
-Dámelo, ahora – le ordené.
-No te pases de lista – la sonrisa había desparecido.
-Quiero irme ya, este lugar me da asco.
-Claro, como si lo que tú haces fuera tan higiénico.
Me acerqué al hombre y le pegue una fuerte cachetada.
-¡Dame mi dinero! – le grité y lo jalé del cabello.
Me miró con los ojos inyectados de rabia.
-¡Toma tu asqueroso dinero! – me gritó pasándome los billetes - ¡Lárgate!
Lo solté y me di la vuelta para salir de ese lugar.
Sentía una profunda tristeza en mi interior, estaba tan decepcionada de mí, de mis acciones. Pero ya a nadie le importaría eso, ni a James; él viviría su vida con alguna persona que lo merece, no necesitaba a alguien con problemas, como yo. Fui una tonta en pensar que mi vida iba a ser como en las películas, tenía todo un antecedente que nunca me dejarían ser feliz. Todo lo vivido con James había sido demasiado bueno para ser verdad. Mientras caminaba en dirección a donde estaba mi antiguo departamento, no paré de llorar, las lágrimas empapan mi rostro y nublaban mi vista. Nunca antes me había sentido tan triste y desanimada de la vida. Faltaba poco, pronto haría que esa tristeza que sentía se fuera por lo menos por unas horas.
Llegué hasta la puerta vieja y maltratada y la toqué un par de veces. Esperaba que Michael estuviera aun despierto porque sino mis impulsos me llevarían a tumbarle la *beep* puerta y tomaría la droga. Por suerte para él, se abrió la puerta, mostrándome a un Michael con cara de pocos amigos, pero al reconocerme sonrió de lado.