Capítulo 7

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-¡Tengo otro!- Exclamó Yua. Era el tercer conejo que cogía desde que habían llegado.

-Sera mejor que volvamos. Habéis cazado mucho en muy poco.- Himerish no podía disimular su sorpresa, ni tampoco su agrado. Estaba empezando a cogerles cariño a esas chicas.

-Habrá  que conservar la comida.- Observó Bella.

-Encargaos vosotras, yo voy a buscar a I-shui.

-Nos encontraremos en la posada en una hora.- Le dijo Yua cuando ya se iba.

Himerish asintió y se alejo. Estaba preocupado por su amigo, esto no era propio de él. ¿Había hecho bien dejando a Saiko con su familia? En el año que estuvo instruyendo a I-shui no le bastó para conocerla del todo, pero se dio cuenta de lo luchadora que era. Siempre se apuntaba a los entrenamientos, conseguía armas adecuadas para ella y practicaba día y noche. Lo hacía realmente bien, sin embargo, la idea de viajar con una mujer le pareció una locura, y ahora estaba viajando con dos. No le sorprendía que I-shui se sintiera así, todos los argumentos que le había expuesto el día que este le pidió que su hermana viniera con ellos se derrumbaron cuando acepto a unas desconocidas en el bosque. Además ya eran cuatro, ¿Por qué no cinco? Saiko sería una aportación valiosa a su equipo.

''Equipo´´ Que raro le resultaba pensar en ello. Desde niño se imagino como ese guerrero que salvaba a todos por igual, que era justo y valeroso. ''Pero siempre me imagine solo´´ Pensó sonriente, bueno no lo habría conseguido todo al pie de la letra, no obstante le gustaba más así. Tenía alguien con compartir sus preocupaciones y obligaciones, y al mismo tiempo, alguien con quien celebrar las victorias. ''Juntos conquistareis reinos, solos perderéis todas las batallas´´  Solía decirles siempre  su abuelo.

Paró en seco. Notaba algo insólito. Desde que llegó a esa zona del bosque no se había cruzado con ningún animal. Con lo cual no era raro que se sobresaltara al oír pasos, pero no tardo en recobrarse y desenfundando la espada se puso en posición defensiva.

 

 

I-shui se despertó sobresaltado. Había dormido demasiado y ya estaba anocheciendo. Se acordó de golpe de todo lo que había sucedido y, avergonzado, se levantó dispuesto a disculparse ante Himerish.

Apenas dio unos pasos visualizo algo absurdo, pensó que todavía estaba un poco dormido, pero aun así se acerco para verlo más de cerca. Al pie de un árbol se veía un polvo amarillo que contenía una manchita negra que se movía frenética. Se acerco más, no era una mancha era un escarabajo gordísimo que se congestionaba violentamente en el vano intento de salir del polvo. Tardo un rato en comprender esa  situación. El polvo era veneno y estaba acabando con la vida del escarabajo es unos segundos. Unos instantes después el escarabajo cayó muerto, pero él siguió allí, intentando comprender lo que acababa de ver.

Sin embargo no pudo seguir ensimismado, pues oyó unos pasos a su espalda y, sin perder el tiempo, se preparo para defenderse de su atacante.

Antes de lo que esperaba una espada rasgo el aire cayendo en picado hacía su cabeza, pero levantó los brazos a tiempo y ambas espada chocaron produciendo un estridente ruido metálico. Solo entonces levantó la vista para ver a su contrincante.

-¡Maestro!- Gritó bajando el arma.

-¡I-shui!

Ambos enfundaron las espadas. Himerish se dispuso a contarle lo que había decidido en el bosque mientras le buscaba, seguro de que le alegraría. Pero él le interrumpió muy excitado narrándole lo que acababa de ver y sus sospechas al respecto. Pensaba que el objetivo del veneno era matar a todo la fauna del bosque. Un modo silencioso y, prácticamente indetectable. También tenía la teoría de que alguien había cometido un error, de que ese polvo bien esparcido era invisible al ojo humano. A esa hipótesis solo le faltaban por responder dos preguntas: ¿Quién? Y ¿Por qué?

 

Los siete templosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora