Capítulo 17

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Corrían con desesperación hasta el lugar descrito por Tora. I-Shui se daba cuenta de que no estaban actuando con sensatez, las chicas no llevaban armas, ni tenían forma alguna de pelear, Himerish y él no habían preparado ningún tipo de estrategia, ni siquiera sabían a cuantos se enfrentaban. Pero aún así, el miedo a llegar tarde, a no poder salvarlos, a no encontrar a los responsables de toda la alteración en Norland, ese miedo, les impedía actuar de forma razonable.

Sangre. Es lo único que había. Sangre y un claro vacío a las puertas del bosque. Lo atravesamos sin mirar atrás, sin pensar en las consecuencias. El bosque nos recibía con susurros y el movimiento perezoso de quien está dormido, pero un grito nos hizo quitar nuestra atención del nocturno espectáculo. Aceleramos nuestra carrera siguiendo el sonido, inventándonos un camino sobre las ramas hasta llegar a un sendero escasamente definido. Y entonces los vimos, más de veinte hombres vestidos de negro, arrastraban dos figuras menudas, una de las cuales escupía sangre, producto de un golpe reciente. Uno de ellos llevaba colgado a la espalda un cuerpo pequeño.

-Nayo…- Las lágrimas de Keiko no pudieron ser retenidas por más tiempo, empezando a temblar en el momento en el que vio a sus dos amigas y al niño en esa situación.

-Tranquila, está vivo.- Por más que Bella intentaba que recuperará la calma, la chica se veía incapaz de pensar con claridad. Podía ver su lucha interior por vencer al miedo y ayudar a sus compañeros.

-Quedaos con ella, nosotros nos encargaremos.- Himerish parecía haber vuelto en sí tras el ataque de pánico de Keiko. Volvía a actuar con frialdad, entereza y conocimiento, como el guerrero que era y capitán que sería.

-Nosotras también podemos luchar.- Los gestos de Yua no se alteraron lo más mínimo, pero cualquiera podría haberse dado cuenta de la rigidez y contrariedad con las que pronunció estas palabras. Bella seguía inmutable junto a Keiko, como si no se estuviera acordando su participación en una batalla.

- ¿Con qué armas?- Antes de que pudiera contestar, se volvió dedicándole un gesto a I-Shui para que le siguiera. Pudo ver como Bella se acercaba a Yua para hablar con ella, y como esta última desistía en seguirnos tras escucharla. Pero ahora tenía otro fin. Adoraba este momento porque en él no había cabida a los pensamientos, una vez que la lucha empezaba tu cuerpo actuaba por su propio impulso sin seguir órdenes innecesarias, solo había una palabra en tu mente: ¨Sobrevive¨. Escucharas esta palabra cada vez que empuñes una espada.

Cada uno por un extremo, Himerish e I-Shui se acercaban a los soldados de la retaguardia. Cogerían a los retenidos e intentarían huir con ellos. Pero I-Shui tenía otras ideas en mente, necesitaría a uno, al menos uno de aquellos soldados, para poderlo interrogar. Desde que el niño entró en la posada solo un pensamiento lo atravesaba como una daga, su hermana podría haber sufrido el mismo destino.

Ni un movimiento, ni un grito de advertencia ni siquiera un último suspiro, el guerrero que arrastraba a Zui cayó muerto por la espada de Himerish.

-Corre.- No necesito que se lo repitieran, la muchacha corrió hacia su amiga, lo suficientemente cerca como para asegurarse que recuperaría a su hermano. I-Shui no dejó que las cosas se precipitasen, se lanzó al que tenía a Aiko. Un sonido metálico se escuchó cuando las espadas chocaron. El soldado prevenido se puso a la defensa mientras soltaba a la chica. Aiko intento escapar, pero un par de soldados la atraparon, inmovilizándola sin remedio.

I-Shui no podía contar con la ayuda de Himerish, el cual luchaba contra tres guerreros a la vez.  Procurando evitar mirar hacia Aiko y los golpes que esta estaba recibiendo, se lanzó de nuevo al ataque del soldado enemigo. Daban vueltas como si bailasen, acercándose y alejándose cada vez que el metal se encontraba. Sabía que no podía seguir este ritmo, los soldados se habían organizado para contraatacar y apresarlos a ellos también como rehenes. Esquivó una estocada y situándose a su espalda lo apuñaló. Giro para toparse con los opresores de Aiko, preparándose para los dos enemigos. Pero pronto se dio cuenta de que no podrían vencerlos a todos. Había matado a uno de ellos con dificultades pero dos más se habían unido al que quedaba, si bien Aiko había desaparecido de su campo de visión, esperaba que para estar a salvo. Cuando creía haber conseguido una ventaja, el resto de los soldados que habían permanecido aparte se lanzaron a la lucha, acabando con toda posibilidad de victoria.

Jamás podrán explicar, ni I-Shui, ni Himerish, lo que ocurrió entonces. Una lengua de fuego de casi un brazo de ancho acabó con cinco soldados de una vez. La breve batallase interrumpió, todos buscando el origen de esa porción de infierno. Antes de que el bosque ardiera en llamas una ola en pequeña escala terminó con cualquier rastro de fuego. Anonadados, los guerreros se volvieron hacia el lugar del que provenían los extraños sucesos. Keiko, Zui y Aiko se resguardaban tras unos árboles mirando con temor a las otras dos chicas. El tiempo, que parecía haberse parado durante un instante, volvió a actuar. Los enemigos vestidos de negro se precipitaron al mismo tiempo a atacar a las dos muchachas. Tanto I-Shui como Himerish se arrojaron a salvarlas, aún sabiendo que no llegarían a tiempo.

Pero entonces vieron brillar ira en los ojos de Yua y todo soldado a dos metros de ella ardió en el peor de los fuegos. I-Shui reaccionó a tiempo de coger a uno de los soldados y retenerlo a punta de espada, temiendo lo que pasaría a continuación.  Como era de esperar, el resto del pequeño batallón que quedaba con vida huyó a lo más profundo del bosque. Con un leve  suspiro y un perezoso movimiento de su brazo, Bella invocó agua suficiente para sofocar las llamas.

Antes de que nadie pudiera despertar de ese estupor debido al miedo y a la confusión, un niño de adelanto hacia ellos inundado en lágrimas.

-¡Nayo!- Zui arropó a su hermano entre sus brazos mientras le susurraba para tranquilizarlo. Y entonces todo estalló.

-¡Por todos los Dioses! ¿Qué demonios ha sido eso?- Himerish aguardaba todavía espada en mano por si debía hacer uso de ella.

-¿Cómo lo habéis hecho? ¿Qué ha pasado aquí?- I-Shui sujetaba aún a aquel soldado, el cual tenía demasiado miedo para resistirse. Con temor, I-Shui susurro una última duda.- ¿Qué sois?

Yua y Bella se miraron, sin saber que responder, sin saber cómo afrontar esa situación. Un secreto como el suyo no podía ser revelado. Un poder como el que poseían no podía ser manifestado. Tenían una responsabilidad, una promesa, para con su pueblo. Algo demasiado importante como para ser obviado. No, no podían responderles. Pero la otra opción, mentirles, engañarlos, desaparecer de sus vidas, les resultaba dolorosa solo de plantearla. No querían dejar aquello que hacia tan poco tenían. No querían abandonar a aquellos que les habían permitido observar un poco de aquel mundo al que ellas también pertenecían.

Pero no pudieron responderles. Antes de que ninguna de ellas se atreviera a tomar una decisión, una jaula, una monstruosidad de madera oscura rematada en metal, cayó sobre ellas. El sonido que provocó al chocar contra el suelo resonó en la noche. El soldado que I-Shui retenía en sus brazos comenzó a reír, y los jóvenes que acababan de ser salvados huyeron a Archeland.

Yua ni siquiera se inmuto. Todo su cuerpo quedo envuelto en llamas hasta que no se pudo distinguir entre su piel y el bravo fuego. Se acercó a las rejas de la jaula, pero al tocarlas un destello azul iluminó la oscuridad que los envolvía y cuando pudieron volver a mirar Yua estaba tirada en el interior de la jaula mientras Bella intentaba socorrerla.

-No hay nada que podáis hacer contra el poder que envuelve vuestra celda.- Una voz grave se oyó a sus espaldas. Solo quedaban Himerish, I-Shui y el soldado capturado, además de las dos presas, para oír esa potente voz.- La magia que creó esa prisión es poderosa y antigua, y ninguna de las dos la conoce, pues no estuvisteis en el nacimiento del mundo.- L a luz de la luna ilumino al misterioso hombre, revelando una pálida piel, un cabellos oscuro y unos ojos turbulentos. Aunque iba bien armado, su actitud relajada hacía dudar de cualquier intención de batalla. Más soldados con la misma vestimenta oscura que los anteriores fueron acercándose.- ¡Oh! ¿Pero dónde están mis modales? Tenéis derecho a conocer a vuestros captores, ya que seremos lo último que veréis en vuestra vida. Mi nombre, es Haruka y soy uno de los cinco líderes del Yori takai. Ahora, cogerlos a todos.  Hay mucho trabajo por delante.

A su orden todos los soldados se precipitaron al ataque. Aunque intentaron resistir con todas sus fuerzas, ambos fueron capturados e introducidos en una jaula similar a la de sus compañeras. Mientras eran transportados a un lugar incierto, las dudas corrían por la mente del pequeño grupo. Los sucesos de la noche los confundían, siendo incapaces de conectarlos todos para comprender. Al final, los susurros propios del bosque nocturno, el suave balanceo de su prisión y el cansancio acumulado, hizo que todos terminaran abandonándose al sueño. Dejando así para mañana siguiente la preocupación sobre su precario futuro.

 

 

Los siete templosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora