Capítulo 20

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Miré fijamente a las dos chicas frente a mí, ahora con nuevos ojos. No podía ignorar la magnitud de todo lo que había descubierto, pero aún así lo que llenaba mis pensamientos era una sensación de euforia que se extendía por todo mi pecho. Existían. Las ninfas existían y tenía dos delante de mí. Ellas nos ayudarían, tenían el poder y la responsabilidad de hacerlo. Tal vez el futuro de Norland y el de mi hermana no era tan oscuro.

-Eso sigue sin explicar que os ha llevado a esta situación. ¿Por qué no vendrán a rescatarnos?- Mi maestro las miraba impasible, pero yo sabía que en el fondo estaba impresionado.

Yua suspiró cansada. Lanzó una mirada a Bella y finalmente se giró hacia nosotros.

-Hace mil años que sucedió. Las ninfas de diferentes elementos  no suelen mezclarse, pero nosotras lo hacíamos. Yo domino el fuego y Bella el agua en todas sus formas. Aún así somos compañeras desde hace siglos. No fue un capricho del destino. Fue una ninfa la que nos unió. Éramos siete, una de cada elemento.- Yua susurraba con la mirada perdida. Fuese lo que fuese lo que pasó era algo que no quería recordar.

-Su nombre era Hiraky.- Completo Bella al ver la indecisión de su compañera.

-Espera…Ese nombre ya lo has mencionado.- Intente recordar lo que acababa de oír, pero mi maestro me interrumpió antes de que hallara la respuesta.

-Una de las primeras ninfas, de las hijas de Gea.- Dijo lentamente.

-Sí. Aquella que controlaba la luz. Una de las ninfas más poderosas que podáis encontrar.- Bella se levantó y caminó hacia las verjas.- Era curiosa e inteligente a la vez. Cuando la vi por primera vez no creí que pudiera ser una de las ninfas más antiguas y sabias. Sin embargo, tras la actitud infantil y despreocupada que siempre mantiene, se desvela la determinación y el instinto de quien sabe que es un líder. Y Hiraky fue nuestra líder. El resto de sus hermanas se separaron, engendraron ninfas de su mismo elemento y cumplieron  su deber sin la necesidad de volver las unas a las otras. Hiraky no lo veía así. Mantuvo su lugar y ejecutó con precisión su obligación, pero siempre buscando a aquellas diferentes a ella. Encontró a una ninfa de la flora, solitaria y severa. Esa ninfa siempre se le oponía pese a saber quién era. No acotaba todas las normas que nuestra especie había comenzado a declarar. Lejos de enfurecerse, Hiraky le preguntó su nombre y habló con ella. No os puedo contar que le dijo pues no lo sé, pero se quedo con ella y fue su más fiel compañera hasta el final. Se llamaba Lea, y hasta que nos separamos la llamaba hermana.

El silencio se extendió tras estas palabras. Yua se levantó para situarse junto a su compañera. Acarició uno de los barrotes con cuidado como si así pudiera comprender su poder. Me encogí en mi sitio y observe a mi maestro buscando orientación, pero este se hallaba de espaldas a mí. Suspiré y me resigne a pedirles que continuasen. Aún así tardaron en volver a tomar la palabra.

Yua trató de comenzar pero Bella la interrumpió con un gesto y se adelantó hacia nosotros para continuar con su relato.

-No paró allí. Hiraky tenía muy claro su deseo. Después de Lea otra joven ninfa fue atrapada por las ideas de Hiraky. Gin  era ligera como el viento de las mañanas y dulce como los olores que la brisa te trae del bosque. Las tres estuvieron juntas durante siglos, hasta que Hiraky presenció algo que le brindó a dos nuevas hermanas. Las ninfas somos invariables en el tiempo pero podemos morir, no es algo que suela pasar, aún así Hiraky estuvo cerca de contemplarlo un día que al alba…

-Fue en un acantilado.- Yua interrumpió y un brillo ardiente ocupaba su mirada cuando continuó con el relato.- El fuego necesita aire para arder, por esta razón  las ninfas con mi don ascienden del núcleo del mundo para propagar sus llamas. Cometí un error. Ascendí al lugar equivocado, muy cerca del océano, donde las ninfas del agua veían nacer a una nueva hija. No soy vulnerable al agua, ninguna de mis hermanas lo es, pero aquellas corrientes de las que nace una ninfa acuática son diferentes al resto y mortales para nosotras. En ese momento en el que las gotas venían en mi dirección, bañando todo el pasto a mis pies, una muralla de agua interrumpió su avance. Desaparecí lejos de allí, donde estuviera a salvo. Pero no llegue muy lejos cuando me alcanzaron cuatro ninfas. Conocí a la potadora de la luz, hija de Gea. Una pequeña ninfa que flotaba sobre la ligera brisa me observaba, mientras que otra hacía crecer musgo en la base de los árboles. Pero la cuarta llamó especialmente mi atención,  pues fue ella quien me salvó la vida. Su propuesta era simple: quedarme con ellas. Pues la verdadera naturaleza es la unión de todos los elementos y no su funcionamiento por separado. Me quede con ellas para salvar mi deuda, pero, al final, acabaron siendo mis hermanas. Hace mil años que perdí a cinco de mis hermanas, pero aún conservo a una.- Se giró a Bella con una sonrisa. Era reconocible el agradecimiento en los ojos de Yua. No continuaba con Bella porque esta le hubiera salvado la vida. Lo hacía porque para ella era una autentica hermana.

Los siete templosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora