Capítulo 25

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I-Shui observaba la situación sintiéndose un estorbo. Ya se sintió así cuando apenas participó en la batalla por la liberación de Mia. En este momento las siete ninfas se encontraban en círculo, discutiendo su siguiente paso. Había estado observando a la creadora de los humanos desde que la vio llegar y su fascinación por ella era más que evidente. Su porte era el de una emperatriz, digno de la hija de una diosa. Su piel, blanca como la porcelana. Su pelo, negro como el tizón y largo como los días de verano. Su delgado y musculoso cuerpo estaba cubierto por una fina tela negra que dejaba a la vista su espalda, y aunque le llegaba a los tobillos, permitía mostrar su esbelta pierna por un corte de la tela. De su pequeña cintura colgaba un cinturón de anillos dorados, del cual otra cadena más pequeña caía, rebotando contra su pierna. De la cadena prendía una pluma. I-Shui la había visto usar esa pluma, la cogía entre sus manos y dibujaba contornos en el aire mientras escuchaba a sus compañeras. Cuando terminaba el dibujo un pájaro aparecía de la nada y se elevaba a los cielos o era una ágil ardilla la que aparecía correteando hacia las ramas de los árboles.

Su preocupación por la fauna fallecida desapareció en cuanto vio la magia de esa ninfa. Pensó que quizás, ella podría ponerlo todo en orden. Explicarle que pasaba y darle la opción de ayudar. Pero era Hiraky la que lideraba el pequeño grupo. Y nadie parecía ir en contra. Se le ocurrió que aunque su aspecto no lo denotase era bien posible que Hiraky fuera la fuerza que necesitaban. En este instante necesitaban ponerse de acuerdo. Sabíamos por Saiko, que ahora se encontraba a mi lado, los planes del Yori Takai. Los líderes guiaban a los demás para que hicieran desaparecer la fauna de Norland. Al mismo tiempo mantenían encerradas a las ninfas de la fauna con el poder de las ninfas de la tierra. El objetivo era acabar con el enemigo escondido que eran las ninfas. Aquellas que vigilaban a los humanos y les impedía crecer, poniéndoles límites desde las sombras. El poder para controlar a las ninfas de la tierra era totalmente desconocido por Saiko, pero sabían que tenía que ser el mismo que retuvo a Yua y Bella en aquella celda. Y respecto a ese tenían una idea bastante aproximada de su identidad. También sabían que utilizaban leñadores, ganaderos, comerciantes, cualquier hombre que se dedicara al trasporte, daba el igual del tipo de materia que transportaran: carbón, agua, piensos, harinas... Todos ellos eran herramientas para trasportar el veneno. Y eran los soldados de a pie los que repartían el veneno por todos los bosques de Norland. Saiko había conseguido ralentizar el proceso saboteando los proyectos desde dentro. Pero no era suficiente.

-Filly.- La voz de Hiraky interrumpió a las demás provocando un silencio inmediato. Todos fijaron su atención en la portadora de la luz.- Necesitamos estar seguros de quien ha provocado esta situación. Y me atrevería a decir que no ha sido un humano. ¿Quién sería capaz de controlar a tus hermanas? - Hiraky mantenía una mirada suave sobre Filly, como si no quisiese perturbarla con sus palabras.

-No estaban siendo controladas. No puedo garantizarlo, pues me retiraron el favor desde que tuve un aviso, pero la roca no se doblega ante nadie. Solamente harían algo en contra de los principios que siempre nos han enseñado, si la propia persona que se los ha enseñado es quien lo manda.- Filly calló. Bajó la mirada por un momento, no queriendo pronunciar las siguientes palabras.- Solo atacarían a las de su propia especie si... Si madre así lo quisiera.- Filly levantó el rostro, y la mirada que portaba en estos momentos helaba la sangre hasta del guerrero más impávido. Era una mirada de quien está dispuesto a ir a la guerra, de quien es capaz de matar.

-Kasai.- El nombre salió de los labios de las siete ninfas al mismo tiempo, cada una lo pronunció con un sentimiento distinto. Rabia, sorpresa, decepción, incertidumbre. Una de las hijas de Gea, aquella que una vez creó el asentamiento para toda la vida que Gaya soportaría después, aquella tierra que ellos ahora pisaban, esa ninfa los había traicionado a todos. A sus hermanas, a sus hijas, a los humanos... A su madre, diosa y creadora, a Gea. Si este acontecimiento hacia volver la vista de Gea de vuelta a Gaya, los resultados serían imprevisibles.

Los siete templosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora