Capítulo 4

374 20 1
                                    

'' Yo era huérfano. Mis padres murieron cuando tenía 11 años, pero tenía dos hermanos, Lein de 13 años y la dulce Saiko de 7. Lein y yo nos encargábamos de obtener comida, agua y cobijo. Saiko se encargaba de conseguir ropa, armas y utensilios para cocinar, normalmente robando. Pero vivíamos bien y tranquilos.

Hasta que llego un día en que un campesino adinerado se fijo en Lein. Ya era un muchacho de 17 años, fuerte y resistente. Le pareció una buena inversión pagarle y alimentarle, pues el chico le proporcionaría en trabajo más de lo que él se gastaría en su comida o en su escaso salario. Pero no podía negarse. Tampoco le hablo de Saiko y de mí. Si salíamos de nuestro escondite yo correría su misma surte, pero Saiko era una mujer y eso complicaba las cosas, no podíamos saber lo que haría con ella. Así que nos limitamos a seguir también sin Lein.

No tardamos en acostumbrarnos, pero al cabo de dos años volvió a romperse nuestra tranquilidad. Nos encontrábamos en una zona con poca caza y llevábamos dos días sin comer. Al colarnos en la posada vi a un guerrero bien vestido, con una pulsera de oro y armas de calidad, por lo que supuse que tendría mucho dinero. Si le robaba tendríamos para comer, pero cuando me dispuse a ponerlo en marcha me pillo. Nunca me habían pillado,  pues era rápido y ágil, supongo que él lo era más. Me cogió de la muñeca y me dijo:

-Dame una buena razón para no cortarte la mano aquí y en este momento.

- Porque parece usted un guerrero con honor y nunca mutilaría a un chico por el único delito de querer comer.- Me pareció una tontería y sabía que no me haría caso, pero para mi sorpresa lo que dijo es que necesitaba un escudero y,  que si me interesaba, empezaría mañana a entrenar.

Un año después termine mi entrenamiento, dejamos a Saiko en casa del guerrero y nos dispusimos a viajar, pero antes le prometí  a mí hermana que todos los años iría a verla. De todas maneras en esa casa  no estaría sola, allí vivían los padres del guerrero, sus tres hermanas, sus cuatro hermanos y unas personas a las que también habían acogido: un herrero, dos niñas y un chico un poco menor que él.

La casa de guerrero estaba en Ashelville y, seguramente, ya habréis adivinado  quien es el guerrero y porque nosotros vamos a la ciudad. ´´

 

 

Cuando terminó, I-shui sonrió satisfecho. La historia había tenido el efecto esperado. Sus nuevas compañeras estaban estupefactas y conmovidas. I-shui se tendió en la cama y, de refilón, vio como todos lo imitaban.

 

 

 

Los siete templosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora