Capítulo 22

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Espoleó con fuerza a su caballo. Tiempo era algo que no poseía y no estaba lo suficientemente lejos para su gusto. El riesgo todavía era muy elevado, pero el sol iba en su contra, bajando cada vez con mayor rapidez, amenazando con desaparecer por completo en el horizonte. Frenó con brusquedad y se precipitó al suelo. Los árboles se alzaban a su alrededor como centinelas centenarios ajenos a su angustia. Fue soltando el frágil colgante de su cuello a la vez que se arrodillaba ante un gran ciprés. Situó la gota de cristal en las raíces del árbol. El leve resplandor que surgió al instante hizo que soltara un grito ahogado. Con duda se decidió a hablar ante el árbol, rogando que sus palabras llegaran más lejos:

-Lea, hija de Gea, dueña de la flora y madre de ninfas, escucha mi suplica a pesar de la distancia. Dos de tus hermanas han sido capturadas y hablan a través de mí para rogar ayuda. Ven a socorrerlas y trae a tus hermanas contigo.

Esperó pacientemente una respuesta, algún temblor de las hojas que manifestara que su mensaje ha sido escuchado. Pero nada ocurrió en los siguientes minutos. Apartó el colgante de las raíces del ciprés para poder observarlo con detenimiento, no parecía tener nada anormal. No había ningún signo en él que sugiriera un poder especial.

-Ese objeto no te pertenece.- Una suave vos sonó a su espalda provocando que se sobresaltase.- Pides mi ayuda, aquí estoy. Ahora es tu turno de llevarme hasta mis hermanas.

Se dio la vuelta con lentitud hasta quedar frente a la mujer que había aparecido de la nada. Al igual que Yua y Bella iba vestida con una tela que no parecía ser de este mundo, era de color verde y vaporosa formando trenzas que envolvían la pálida piel de sus brazos y alcanzaban hasta su cuello cubierto por rizos castaños.

Aclaró su garganta para recuperarse de la impresión y se paró ante ella dispuesta a explicar la delicada situación en la que se encontraban. Pero un movimiento súbito se lo impidió. La tierra a su alrededor temblaba, el suelo empezó a resquebrajarse y a tomar forma. Pudo distinguir una mano, y casi al instante una pierna. Dos piedras temblaban mientras ascendían en aquella acumulación térrea hasta quedar en la superficie y adquirir la forma de dos pequeños ojos pardos. Cuando volvió a parpadear se encontró frente a una chica menuda de cabello corto y vestido color arena que resaltaba su cuerpo infantil.

-Filly.- Murmuró Lea a su lado.- ¿Lo sabes? La situación está empeorando y la difícil realidad seguirá aumentando. Los árboles llevan tiempo advirtiéndolo.

-Las montañas también lo dicen. Hay que tener cuidado.- Respondió la más pequeña. No sabía si la ignoraba o si solamente no conocía su presencia aquí. Pero Filly no miró ni una vez en su dirección, al contrario, miraba al cielo como si este tuviera una respuesta.- ¿Y los vientos? ¿Han notado ellos el cambio?

-Notan algo más que cambio. Notan traición, y notan batalla.- Levantó la mirada buscando aquella voz melodiosa mientras su cuerpo temblaba ante tal sucesión de incertidumbres. A su alrededor se producían fenómenos que nunca sería capaz de explicar, y mucho menos de comprender. Una chica rubia y apenas cubierta por tela gris flotaba en el aire de forma inexplicable. Un pájaro entraba y salía de su cuerpo, atravesándola como si no  existiera de verdad y solo se tratase de una ilusión. Su cuerpo descendió y a medida que se acercaba al suelo se iba volviendo más corpórea. Si salir de su asombro se acercó a la recién llegada con la intención de que notase su presencia. Debía de cumplir su cometido antes de que el sol terminara de desaparecer, no podía dejar que su curiosidad infantil retrasara su misión.

-Agradezco que escucharan mi llamada y vinieran hasta aquí para socorrer a sus hermanas. La celda que las retiene no está lejos de este lugar, pero la magia que protege sus barrotes es imposible de contrarrestar para los humanos. Por ello necesito de su ayuda.- Se acercó esperando que aquellos seres legendarios tuvieran suficiente compasión para rescatar a las que un día fueron sus hermanas.

Los siete templosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora