|| CAPITULO VI (Primera Parte)||

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Marzo, 7. Empresas Sanroman. Oficinas. 14 pm

Los tibios rayos del sol de la tarde entraban por las rendijas de las persianas semicerradas de la oficina del presidente de la compañía.
La habitación estaba en penumbras ya que su ocupante no había encendido las luces luego de regresar de su desastroso almuerzo.
Estaba sentado en su sillón de ejecutivo, reclinado hacia atrás, las piernas cruzadas y brazo apoyado en el escritorio; su cabeza apoyada en su mano, mientras pensaba...La mirada perdida en algún punto del techo de la oficina...
Todos quienes trabajaban en el piso 27 del gran edificio situado en una las más importantes avenidas de la ciudad de México estaban lejos del lugar; cada quien en sus ocupaciones de mediodía: algunos almorzando; otros finalizando algún que otro asunto y otros, reflexionando...
La silueta sentada tras el gran escritorio se revolvió en su asiento; se echó hacia adelante, apoyando la cabeza sobre las manos cruzadas, como un colegial en su pupitre esperando que suene el timbre y pueda salir a jugar... Mirando hacia la puerta, como esperando que ella vuelva a buscarlo...pensando...recordando...


_-_-_Flashback_-_-_

Estuvieron sentados muy juntos, abrazados durante un largo rato, los dos en silencio, perdidos en sus pensamientos sin saber que hacer...ninguno de los dos quería romper ese momento de tranquilidad para sus almas, tan cansadas de luchar...
Ella apoyaba su cabeza en el pecho de él, sus brazos rodeando su cintura, abrazándolo contra ella, sintiendo el calor de su cuerpo junto al suyo; junto a él se sentía tan segura, tan amada...en paz.
El mentón de él apoyado sobre su cabeza, sus fuertes brazos rodeando sus hombros, apretándola contra él...¡Cómo quería decirle que todo estaría bien!, que él no dejaría que ya nadie le hiciera daño nunca más..pero sabía que ella no le creería. Todavía era muy pronto; debía ganarse nuevamente su confianza, aquella que había manchado veinte años atrás cuando sus dudas e inseguridades no dejaron que escuchara a su corazón y le había fallado... la había abandonado a su suerte, cayendo en cuenta demasiado tarde de tan grave error...
Toda esa mentira que había creado para proteger a sus hijos, tan pequeños e inocentes, había crecido convirtiéndose en un monstruo que lo acorralaba cada vez más, exigiendo que pagara por sus pecados...
De pronto, María se separó de él. Levantó la vista y encontró su mirada. No le dijo nada...y él también calló. Ambos sabían que las palabras sobraban en ese instante, no había nada más que decir...Tenían que tomar un camino ahora y ninguno sería fácil de recorrer...
Se levantó y su esposo no intentó detenerla, sólo se quedó observándola con ojos tristes y ella dio media vuelta, alejándose de él.
Esteban se puso rápidamente de pie.
-"María, espera..."-se acercó a ella y estiró su mano para sujetarla suavemente del hombro intentando detener su andar-"Deja que te lleve, por favor. Prometo no decir nada más, sólo te llevaré a donde tu quieres...sin preguntas..."
María lo pensó por un momento. Necesitaba tiempo y espacio para decidir cual sería su próximo paso; las cosas habían dado un giro de 180º y ya no quedaba margen de error. No más...
-"De acuerdo..."-accedió finalmente-"Sin preguntas"-dijo muy segura.
Esteban la guió hasta el coche, abriendo la puerta del copiloto para que ella subiera. Luego rodeó el auto y subió. Encendió el motor y volteó a mirarla.
-"¿A donde será?"-preguntó solícito.
-"Llévame a la platería, por favor"-respondió ella mientras se acomodaba en el asiento.
-"De acuerdo..."-miró por el espejo retrovisor, chequeando que no viniera nadie y salió.
-"¿Irás a las empresas más tarde?"-la miró de reojo, manteniendo la mayor parte de su atención en la calle.
-"Sin preguntas ¿recuerdas?"-María lo miró muy segura, pero más que lo intentó una sonrisa asomó finalmente de sus labios.
-"Perdón..."-contestó con Esteban, levantando su mano derecha en señal de disculpa-"me olvidé..."-le dedicó una sonrisa, pero en su mirada se notaba que aún esperaba su respuesta.
-"No, no iré hoy a las empresas..."-respondió viendo distraídamente por la ventana del coche-"...¿eso te preocupa?"-ahora sí lo miraba, estudiando su expresión, tratando de conocer su respuesta antes de siquiera oírla...
-"No."-mirando al frente tratando de parecer concentrado en el tráfico-"...sólo preguntaba"-la vista fija al frente.
Durante el resto del corto viaje reinó un incómodo silencio que ninguno de los dos se atrevió a romper hasta que el Jaguar quedó estacionado frente a la famosa platería  de María.
Se quedaron sentados unos minutos hasta que ella se movió para bajarse. Lo miró por última vez.
-"Adiós Esteban"
Él tomó su mano entre las suyas, la llevó lentamente a sus labios y la besó, sin dejar por un momento de mirarla.
-"Adiós María..."
Ella buscó la manija de la puerta con su mano libre y descendió del coche, dejándolo solo una vez más.
La vio ingresar al lugar, saludando a unas mujeres que salían y desapareció en el interior. Esteban arrancó y partió hacia las Empresas SanRoman.

_-_-_Fin de Flashback_-_-_


Mientras Esteban cavilaba en su oficina, Leonel estacionaba su coche en una de las plazas del estacionamiento, enfrente del Jaguar.
Para Leonel, Esteban Sanroman había sido la figura paterna que rigió su vida desde que era un pequeño. Sus padres habían fallecido siendo él muy pequeño y Esteban lo había acogido bajo su tutela, convirtiéndolo en un miembro más de la familia Sanroman. Lo había tratado como un hijo y por eso y más le tenía un gran afecto al hombre. Desde aquella discusión justo antes de la boda de María y Esteban, Leonel había reflexionado mucho sobre lo sucedido y todas esas emociones que habían aflorado en él cuando Esteban casi pierde la vida por culpa de esa Ana Rosa... Era como un padre para él y estaba más que agradecido con la vida de haberlo puesto en el camino de los SanRoman.
Todavía pensando en ello se encaminó al elevador. Pulsó el botón que indicaba el piso 27 y se recostó contra la pared espejada, dejando sus cosas de polo en el suelo por un momento.
Estaba súper cansado. Habían ganado por muy poco y el partido lo había dejado extenuado. Encima de todo, todavía tenía trabajo pendiente en la oficina. Los negocios iban muy bien, pero eran demasiadas cosas juntas y no daban abasto. Pero, eso era una buena señal ¿no?.
La campanita que indicaba que llegó a su piso lo terminó de sacar de su ensoñación. Levantó su bolso del suelo y salió al lobby de las oficinas.
Lupita estaba recogiendo unos papeles del suelo cuando sintió las puertas del elevador abrirse, miró en esa dirección para ver quien era. Se levantó rápidamente, arreglando discretamente su ropa...
-"Buenos tardes, Sr."-dejó los papeles en el escritorio y se sentó, bajando la vista  tímidamente.
-"Buenas tardes Lupita. ¿Esteban está?"-se acomodó el pesado bolso al hombro.
-"Mmmm, no estoy segura Sr..."-hizo una pausa-"Nadie ha entrado ni salido de su oficina y todo está muy silencioso...tal vez el Sr. Sanroman todavía no regresó..."-la verdad era que ella había llegado un poquito más tarde de lo acostumbrado y pues, como no vio a nadie, asumió que su jefe no había llegado. Ahora se sentía bastante avergonzada porque, bueno al fin y al cabo era su trabajo el saber si el Sr. Sanroman estaba o no-"Disculpe Sr. Ibañez...Leonel..."-se corrigió cuando el la miró recordándole que ya habían dejado un poco las formalidades-"eh..."-su mente estaba en blanco ¿qué era lo que le pasaba? ¡Era su jefe por Dios!...nada sucedería jamás entre ellos...
Viendo su mirada triste, Leonel la sacó del apuro.
-"No te preocupes, yo paso por su oficina y veo si está ¿ok?"-ella le sonrió más tranquila.
-"De acuerdo Sr."
Leonel avanzó hacia la puerta de la oficina, la abrió y... "<¿las luces estaban apagadas?>". Sus ojos tardaron en acostumbrarse a la poca luz y buscó el interruptor con la mano, tanteando un poco sin encontrarlo.
-"¿Qué haces por aquí Leonel?"-el sonido de esa voz grave lo sobresaltó, dejó caer el bolso y miró hacia donde provenía el sonido. Una silueta sentada lo miraba, ahora en silencio.
-"¡¿Esteban?!, ¿Qué diablos haces en la oscuridad?"-preguntó ahora muy molesto.
-"¿En la oscuridad?, yo no estoy a oscuras... tu eres el que no ve nada..."-contestó divertido mientras la habitación se iluminaba, ahora que Leonel por fin había encontrado el interruptor-"¿Te asusté?"-preguntó mientras sonreía por la cara de susto que el muchacho todavía conservaba en su rostro.
-"No... es sólo que no esperaba que hubiera nadie..."-dejó el bolso sobre el sofá-"¿Por qué estabas a oscuras?"-se paró frente al escritorio mirando a Esteban, quien todavía seguía en la misma posición que antes: cabeza sobre las manos cruzadas en el escritorio, mirándolo.
Se incorporó un poco, apoyando los codos en la mesa mientras masajeaba sus ojos con el índice y el pulgar.
-"Pensaba"-se acomodó en su silla.
-"Pensabas...¿y en qué? si se puede saber...o mejor dicho ¿en quien?"
-"Sólo negocios...nada de lo que tú estás pensando..."-contestó viendo la sonrisa de Leonel-" y tú, ¿Qué haces aquí todavía? Pensé que no volverías luego del partido..."
-"Pues, todavía me quedan algunos pendientes..."-se sentó en la silla frente a Esteban-"Las cosas están muy ajetreadas estos días..."
-"Sí"-contestó mientras rebuscaba en el primer cajón de su escritorio-"En fin, ¿necesitas ayuda con algo?"-levantó la mirada.
-"No por ahora, tal vez luego, cuando las cosas se me compliquen..."
-"Me avisas entonces..."-su tono de voz decía que quería estar solo. No iba a correr a Leonel, el pobre muchacho no tenía la culpa de nada, pero las indirectas a veces funcionan...
-"Te dejo para que trabajes..."-entendiendo el mensaje a la perfección Leonel tomó su bolso del sofá y cuando estaba ya en la puerta...-"¿Estás bien Esteban?, te noto raro estos días..."-¿raro? Esa era una forma "suave" de describirlo...
-"Todo estará bien..."-fue toda la respuesta que obtuvo así que dejó el tema por las buenas y salió para su oficina.

Mientras Esteban y Leonel tenían su pequeña plática, Fabiola conducía su coche por la transitada calle. Con una mano sostenía el volante y con la otra revisaba los mensajes de su teléfono celular.
-"Alba, Alba...¿que quieres ahora?"-se preguntó viendo en la pantalla el indicador de "llamada perdida" y la leyenda MSR debajo. Sólo Alba podía llamarla desde la Mansión...desde que María había regresado ella no era muy bienvenida en la casa de Esteban. Pero eso iba a cambiar muy pronto...
Ya faltaba poco trayecto por recorrer y sus nervios estaban de punta. La emoción que la embargaba desde esa mañana cuando por fin se decidió a terminar con todo de una vez no la abandonaba todavía...Ya casi llegaba a las Empresas Sanroman. Muy pronto tendría su revancha...


Platería. 14.30 pm

Desde que llegó María pidió que nadie la molestara, sin importar quien fuera.
Estuvo sentada largo rato, analizando todo lo que había sucedido hacía minutos nomás...pensando en Esteban...y en Nicky.
Buscó con la vista su cartera mientras decidía que hablar con él era lo que necesitaba en esos momentos. Nick siempre había sido el mejor de los amigos, alguien en quien se podía confiar ciegamente. María sentía un cariño muy especial por él y el haberlo encontrado de nuevo aquella mañana, después de tantos años sin verle, era una señal para ella.
Se levantó y empezó a busca más detenidamente su bolso que no aparecía por ningún lado. "<¿...dónde..?>" y entonces le vino a la mente el lugar exacto donde se encontraba su cartera...
-"oh Dios, que tonta soy!!"-dijo en voz alta, tomándose la cabeza con ambas manos, acordándose de cuando Esteban la había tomado de la mano antes de bajarse del vehículo...cuando ella había dejado su cartera sobre la guantera para poder desprenderse el cinturón de seguridad... y de seguro allí continuaba, en el Jaguar de Esteban, en el estacionamiento de las Empresas Sanroman.
Podía esperarse a llegar a la mansión y pedirle a Esteban que la buscara o... o podía ir por ella, no tomaría más que unos minutos.
"<No, no no, si voy para allá me encontraré con Esteban y yo no quiero verlo...>", pero la necesidad de hablar con su amigo era más fuerte así que se armó de coraje y partió rumbo a las empresas.
-"Qué tonta..."-repetía mientras cerraba la puerta de su oficina y salía a la calle en busca de un taxi. Finalmente paró uno, le indicó al chofer donde ir y se reclinó en el asiento."<No será nada, sólo unos minutos nada más...>"



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