||CAPITULO XII||

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Tiempo Presente. Empresas SanRomán. 9 am.

Esteban chequeaba disimuladamente su reloj cada cinco minutos. "<¿Dónde se metió esta mujer>". Hacía ya veinte minutos que había hablado con su esposa para pedirle los documentos que se dejó olvidados en casa y ella aseguró que "ya se los traía". "<Si, hace media hora...>".
-"Sr. Sanromán, creo que es hora que nos retiremos..."-Esteban levantó la mirada hacia el hombre que ya se estaba poniendo de pie.
-Señores, mil disculpas por este contratiempo...mi esposa...algo debió sucederle..."-empezó Esteban, pero Rivera levantó su mano para indicarle que no hacía falta.
-"No hay problema, Esteban."-el hombre mayor se levantó con dificultad, asistido por su colega.-"Estas cosas siempre pasan..."
-"Si, pero aún así, sepan disculparme."-Esteban rodeó su escritorio para acompañarlos hasta la puerta.
-"Esperamos su llamada para finalizar con las negociaciones..."-Machado extendió su mano para saludar-"Un gusto"-dijo.
-"Igualmente señores"-respondió Esteban estrechando la mano de cada uno.-"Mi secretaria se comunicará con ustedes a la brevedad."
-"Muchas gracias y buen día"-los dos hombres se despidieron salieron de la oficina.
-"..."-antes que Esteban pudiera responder al saludo, Roberto Machado y Antonio Rivera ya se alejaban por el corredor. Cerró la puerta, fue directo al teléfono y marcó de memoria el número.


Mansión Sanromán. 9.07 am.

El insistente ring del teléfono sonaba en el gran salón. Tránsito llegó presurosa y levantó la bocina.
-"Residencia de la Familia SanRomán"
-"Tránsito, comuníqueme con mi esposa, por favor"-la voz de su patrón sonó del otro lado.
-"Si Sr....un momentito...."-y salió corriendo escaleras arriba para buscar a la Sra. María a quien había visto subir unos momentos antes.
Golpeó la puerta cerrada de la recámara de María y esperó el permiso para pasar.
-"¿Sra. María...?"-preguntó quedamente, entreabriendo la puerta al no recibir respuesta.
-"Si, Tránsito ¿que sucede?"-María giró a ver a la muchacha parada en el umbral.
-"El Sr. Sanromán llamó...preguntó por usted..."
-"Dile al Sr. que no puedo atenderlo ahora"
-"Si, Sra..., con su permiso"-Tránsito cerró la puerta y bajó a darle el recado a su patrón.
-"¿Sr?"
-"Si, ¿y María?"-preguntó Esteban impaciente.
-"La Sra. María dice que no puede atenderlo ahora..."
-"¿CÓMO QUE NO PUEDE ATENDERME?, Pásame con ella Tránsito...¡Ahora!"-empezaba a perder la poca paciencia que le quedaba. Primero lo deja pagando con los nuevos socios y ahora resulta que "la Señora" no puede atenderlo!!.
-"Es que Sr..."-la pobre Tránsito ya no sabía que decir...el Sr. Sanromán se escuchaba muy molesto, pero la Sra. María le había dicho que...
-"De acuerdo...déjelo Tránsito."-y antes de que la muchacha respondiera se cortó la  comunicación.
Tránsito se quedó mirando el aparato unos segundos antes de colgar. Era obvio que las cosas no estaban nada bien entre los Señores de la casa...para variar. Y sin hacerse demasiados problemas por el asunto volvió a sus tareas.


Empresas Sanromán. Oficina de Esteban. 9.07 am.

"<¿Y ahora que diablos le sucede a María?>", se dejó caer en el sofá de dos cuerpos que había en su oficina. Cerró los ojos y trató de serenarse. Primero los socios y ahora María.
Su mente volvió a la breve reunión que acababa de tener. Esos dos le habían causado una extraña impresión. Le daban mala espina por alguna razón que todavía no terminaba de comprender, pero el negocio que proponían era muy bueno para las Empresas Sanromán. "<Demasiado bueno...>", ¿ y eso no era mala señal?... Ese tal Rivera, podría jurar que lo conocía de algún lado..."<¿Por qué no le preguntaste entonces, eh genio?>". Sencillo: porque si realmente era algún "viejo amigo" de su padre como sospechaba, de seguro no lo admitiría.  Con todo lo que pasó aquella vez que las empresas casi se van a la quiebra, todos los "fieles compañeros de toda la vida" de Don Alejandro Sanromán había desaparecido como si la tierra se los hubiera tragado..."<Después de la muerte de papá...>"
-"Ya averiguaré quien eres Antonio Rivera"-anunció a la oficina vacía.
Y con respecto a la actitud de María, pues ya se estaba acostumbrando a sus cambios de humor..."<Si íbamos tan bien...¿Qué hice ahora...?>". No valía la pena salir corriendo a la casa ahora, ya hablarían cuando ella pasara por el para ir al aeropuerto a recoger a Estrella y entonces aclararía todo con María.
Abrió los ojos y se levantó del sillón con tan pocas ganas..."<Necesito DORMIR>". Se ubicó de nuevo tras su escritorio, dispuesto a intentar adelantar algo de trabajo.


Mansión Sanromán. Recámara de María. 9.16 am.

Era obvio que Esteban llamaría para saber porqué no le había llevado los papeles pero ahora era más importante para ella decidir cómo afrontaría esta nueva prueba en el camino hacia la verdad.
Desenvolvió de nuevo el paquetito y sacó el desvencijado librito que había en su interior.
No lo había leído todavía, sólo lo hojeó para terminar de convencerse de que era de verdad la segunda parte del tan buscado diario de Patricia. Y todo este tiempo había estado oculto en la Mansión Sanromán. ¿Cómo no se había ocurrido esa posibilidad? Esteban lo mantuvo escondido quien sabe desde cuando y porqué..."<Ahora conoceré tus secretos Esteban Sanromán...>". En la primera mitad del diario Patricia no mencionaba a Esteban más que para reiterar su "amor" por  él...quizá en la parte restante...
Se levantó de la cama y metió el diario, la cajita de madera y el sobre en su bolso. Ahora que había encontrado las pruebas necesarias para limpiar su nombre era primordial sacarlas de la Mansión lo antes posible...antes que Esteban se diera cuenta que ya no contaba con su "tesoro".
Escondería todo en su habitación, en el departamento que ahora habitaba Vivian. Allí no irían a buscarlas de momento, hasta que se ocurriera algo mejor. Y con el bolso seguro bajo el brazo salió hacia la casa de su amiga.
Tomó un taxi en la avenida, para que nadie rastreara sus movimientos. "<Definitivamente estás paranoica, María...>", pero las precauciones nunca eran suficientes en estos casos ¿no?.  Mientras transitaba por las calles de la ciudad, mirando por la ventanilla del taxi desde su lugar en el asiento trasero, María repasaba mentalmente su nuevo plan: leería el diario primero; fingiría que las cosas seguían normales con Esteban, lo que sería difícil por que ahora el rencor y la bronca que sentía por su esposo eran cada vez más fuertes...y dependiendo de lo que dijera en las páginas del diario enfrentaría a Esteban y le pediría las debidas explicaciones o lo acusaría ante las autoridades de una vez por todas. Tenía en su poder los medios necesarios para condenarlo de por vida, pero necesitaba estar segura, totalmente segura de su culpabilidad...por sus hijos y por ella misma.
El sonido del timbre su celular interrumpió sus ideas. Buscó en el bolso y miró la  pantallita para ver quien llamaba.
-"Nicolás Montijo, no esperaba tu llamada tan pronto..."-dijo bromeando.
-"Necesito hablar contigo cariño..."-respondió él muy serio.
-"¿Qué pasa Nicky? me asustas..."
-"No por teléfono, ¿si?, por favor, necesito contarte algo..."-hizo una pausa y se escuchó el ruido algo que se caía.-"¡Maldición!....disculpa..."
-"¿Estas bien? ¿qué fue ese ruido?"-María le indicó al taxista donde podía estacionar. Ya habían llegado al departamento de Vivian.
-"Nada, tiré unas cosas sin querer...¿cuándo podemos vernos?"-el hombre se escuchaba ansioso e impaciente.
-"¿Mañana?, de veras que hoy me es imposible Nick, lo siento mucho..."-se lamentó María mientras pagaba al taxista-"Mañana al mediodía ¿si?"
-"Tendrá que ser...nos vemos mañana en mi casa, te espero ¿eh?"-y antes de cortar agregó en tono preocupado-"Cuídate mucho"
-"Siempre Nicky, hasta mañana..."-María cerró la comunicación y se dirigió a la puerta de entrada del edificio.

Abrió la puerta con su llave. Al parecer Vivian no estaba en casa, mejor para ella ya que no quería que su amiga le preguntara nada por ahora.
Pasó directo a su antigua habitación y abrió el clóset. Sacó la vieja maleta de viaje que descansaba bajo una pila de ropa y la depositó sobre la cama. Descorrió las cremalleras y sacó lo que había dentro. Después, acomodó con cuidado la cajita de madera y el sobre. Al diario lo llevaría con ella a todas partes. Cerró la valija y la puso de nuevo a donde estaba antes, desparramó la ropa sobre ella para que quedara oculta del todo y cerró la puerta, confiando en que a Vivian no se le ocurría hacer una "limpieza general" de su closet.
Consultó su reloj. Todavía era temprano, le quedaban unas seis antes de pasar por las empresas para ir con Esteban al aeropuerto.
Recogió su bolso y salió cerrando la puerta del cuarto. En ese mismo instante le llegó el ruido del cerrojo al destrabarse. Vivian estaba en casa. Buscó rápidamente una excusa creíble para justificar su presencia en el apartamento...
-"Hola Vivian..."-saludó a la sorprendida muchacha.
-"Mária, ¿qué estas haciendo aquí?..."-y pensando lo peor-"No me digas que discutiste de nuevo con Esteban y..."
-"¡No!"-contestó María sonriendo. No era prudente que Vivian se enterara de todo lo que había descubierto todavía. No podía ponerla en riesgo a ella también, y menos ahora que estaba embarazada de su nieto...cualquier preocupación podría hacerle daño a ella o al bebé así que se reservó las "novedades" por el momento...
-"¿Entonces?"-inquirió Vivian dejando sobre la mesa las bolsas de víveres que cargaba.
-"Necesitaba unas cosas que dejé en la habitación...no te molesta que haya entrado ¿verdad?, es que como no estabas y era urgente..."-se calló al ver el gesto de "no hay problema" le hacía su amiga.
-"Entonces todo está bien con tu marido...¿y tus hijos?"
-"Si, todo normal con Esteban...con los muchachos ya sabes, las cosas van mejorando de a poco..."-se acercó a ayudarla a guardar las cosas en la alacena de la cocina-"Hoy llega Estrella de su viaje..."
-"¿Si?, Qué bueno, Mária..."-Vivian buscó en los estantes del aparador algunas cosas para prepararse un desayuno tardío-"¿Quieres algo de beber? ¿Café, té...?"
-"Café está bien..."-y quitándole el frasco de café de la mano agregó-"Tú ve y ponte cómoda que yo me encargo de todo..."-y le indicó el sofá del pequeño living con la mano.
-"De acuerdo...cómo tu quieras..."-respondió Vivian caminando hacia el sofá.
-"¿Que quieres?"
-"Un té, por favor...no me he sentido muy bien estos días..."
-"¿Has ido al médico?, Vivian no debes descuidarte, ya lo sabes..."
-"Si, lo sé Mária...mañana tengo consulta con mi doctor..."
-"¿Quieres que te acompañe?"-María se acercó con una bandeja donde traía el té de Vivian y su café.
-"Si no es molestia...es que no quiero causarte problemas..."
-"Vivian, por favor...no es molestia, al contrario, yo quiero ayudarte..."-le tendió la taza de té a su amiga-"Eres la única persona que me ha apoyado desde el principio...además, eres mi amiga y sabes que te quiero mucho..."-la emoción se le notaba en la voz...cada vez que recordaba lo que había encontrado y como todo había dado un giro tan brusco...el no poder contarle a Vivian lo ocurrido la entristecía tanto, porque sabía que su amiga la comprendería y la ayudaría a superarlo todo, pero no podía arriesgarla también a ella...
Las dos mujeres se pasaron la mañana platicando sobre el futuro bebé, los planes de Vivian para cuando su hijo naciera, el trabajo en la platería y demás cosas de mujeres...


En algún lugar en la ciudad. 9.25 am.

El día estaba fijado. Después de días de observación y seguimiento a su objetivo, Serj conocía a la perfección la rutina de su víctima. Sólo era cuestión de esperar al día señalado para dar por terminada de una vez su misión.
Se levantó del viejo sillón de cuero, el único mobiliario que había en el cuarto. No  necesitaba más. Sólo una ventana, una buena vista, su rifle modificado y la suerte de su lado. No era un hombre supersticioso, no no, ni siquiera allá en su tierra, tan lejana ahora...pero si de algo estaba seguro era de que no se debía tentar al destino...por eso el ritual que su padre le había enseñado cuando niño, el que siempre hacían antes de salir de cacería estaba por comenzar.
Se arrodilló frente a la pequeña vasija decorada con antiguos símbolos...tan antiguos como la humanidad misma; el fuego que crepitaba en su interior despedía un suave olor a flores que los occidentales jamás conocerían... desplegó lo que parecía un pergamino arrugado y lo dejó en el suelo, frente a las llamas que danzaban, y comenzó a recitar los pasajes ancestrales del ritual de Tchü... Ahora los dioses protegerían su espíritu durante aquella batalla...


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