||CAPITULO XIV||

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Marzo 8. Mansión Sanromán. 22.37 pm

Caminando lentamente Esteban entró al despacho. Lo último que tenía ganas de hacer era tener una plática con nadie.
Cerró la puerta tras de sí y buscó con la mirada al viejo Servando, que había abandonado su cómoda posición tras el escritorio de Esteban y se encontraba ahora sentado en uno de los sillones tomándose un trago que él mismo se había  invitado. Servando levantó la vista al escuchar la puerta cerrarse y volvió a su trago.
-"Te esperé por casi dos horas"-dijo en tono áspero, dejando el vaso semivacío sobre la mesita ratona.
-"Si, bueno...no sabía que estabas esperándome..."-Esteban se dejó caer en el sillón individual frente a Servando.
-"¿Y puedo saber la razón de tu demora?"
-"Problemas"-replicó Esteban llanamente. De pronto no se sentía particularmente cómodo con su amigo.
Era obvio que lo que sea que Servando quería hablar con él era importante, muy  importante porque el hombre rara vez hacía visitas nocturnas.
-"Y bien..."-Esteban se echó hacia atrás en el sillón poniéndose cómodo y con un ademán le indicó al hombre que hablara.
-"Si estoy molestando creo que mejor me retiro..."-comenzó a ponerse de pie  trabajosamente-"Mañana hablaremos"
-"No, no..."-Servando se detuvo y se quedó de pie esperando que Esteban continuara-"Lo siento, no es tu culpa todo lo que esta pasando, por favor...dime, ¿que te trae a mi casa a estas horas desacostumbradas de la noche?"-preguntó con una sonrisa amable Esteban mientras Servando volvía a sentarse frente a él.
-"Como ya sabes, esta maldita enfermedad me está consumiendo poco a poco..."-comenzó Servando y por su tono de voz sonaba realmente compungido.-"Y...bueno...estoy empezando sentir los pasos de "La Pelada", como quien dice..."-sonrió levemente y miró a Esteban, quien lo escuchaba sin decir palabra.
-"He estado pensando...recordando cosas que hice, que dejé de hacer...cosas antiguas, algunas malas, otras buenas...aunque debo confesar me resultó muy difícil encontrar ejemplos de estas últimas, Esteban"-retorció sus manos nervioso-"No creo ser un mal hombre ¿o sí?"
Esteban tardó unos segundos en descifrar si la pregunta era retórica pero al ver que la expresión del pobre viejo no pudo decirle lo que realmente pensaba.
Era verdad, no podía decirse que Servando era un ser bondadoso, amigable y todas esas cualidades que tienen las supuestamente "buenas personas", pero él había estado allí para ayudarlo cuando lo necesitó, le dio su apoyo incondicional durante todos los años que pasaron desde la muerte de sus padres...y más aún desde lo de María.
Había sido su consejero, su mejor amigo por tanto tiempo pero tampoco podía olvidar esas contadas ocasiones en que las actitudes y acciones de Servando le hicieron reflexionar acerca de si realmente lo conocía tanto como él creía. No habían sido muchas pero sí las suficientes.
-"No eres un mal hombre Servando. Has cometido errores en tu vida, como todos nosotros."-dijo finalmente Esteban, pero su respuesta no tranquilizó al viejo.
-"Errores. Es muy fácil escudarse en la "condición del ser humano" para ser un bastardo desgraciado."
-"¿Eso eres?"
Servando respiró hondo y bajó la vista. No podría decirle todas las cosas que había pensado contarle aquella noche por fin a Esteban. Aunque lo intentara.
-"En cierto modo...Esteban, necesito que me ayudes con algo...que es muy importante para mí"
-"¿Qué?"-Esteban se puso de pie y se acercó a la mesa ratona, levantó el vaso casi vacío y con un gesto le preguntó si quería otro trago y Servando asintió.
-"Como sabes, no tengo herederos"
-"No, no que yo sepa..."
-"Exacto, no que tú sepas..."
Esteban se volteó sorprendido.
-"Tengo un hermano menor"-continuó Servando-"Se llama Rufino"
-"¿Un hermano? ¿Por qué nunca...? Nunca dijiste nada sobre un hermano..."-Esteban le tendió el vaso de coñac-"¿Y donde está?"
-"No tengo ni idea...Nos separamos hace muchos años..."-bebió de su trago-"Antes de que tu y yo nos conociéramos...¡Diablos!, antes que conociera a tu padre...mucho antes."
-"¡Vaya!, esto es realmente asombroso..."-exclamó Esteban, todavía procesando las afirmaciones de Servando.
-"No tanto como crees."-dejó el vaso sobre la mesita y miró a su amigo fijo a los  ojos-"Esteban, necesito que me ayudes a encontrar a mi hermano."-dijo el viejo casi en una súplica.
-"..."
-"Estoy muriendo, ya no me queda tiempo y necesito reconciliarme con él. Necesito que me perdone por todo lo que le he hecho, por lo mal que lo traté...por todo lo que le dije la última vez que nos vimos..."
Esteban escuchaba y trataba de decidir que hacer, ¿cómo podría ayudar a Servando si ni siquiera podía resolver sus propios problemas?. Pero por otro lado, no podía negarse.
-"Y dices que no tienes ni una ¿remota? idea de su paradero"-dijo Esteban analizando la extraña petición de su amigo.
-"No"
-"Pues va estar difícil entonces..."-se levantó y comenzó a pasearse por el estudio, tratando de ordenar sus ideas. Este ejercicio siempre le funcionaba pero ahora nada parecía querer hacer contacto dentro de su cabeza.-"Tomará tiempo y..."
-"No tengo ese tiempo, Esteban"-interrumpió el viejo en tono cansado.
-"No digas eso..."-Esteban se sentó tras su escritorio-"Escucha, yo me encargaré de  todo..."-cerró los ojos y apoyó la cabeza contra el respaldo alto.-"Yo me ocuparé..."-dijo en voz casi inaudible.


Mientras los hombres conversaban, María pensaba en todo lo sucedido en el día. "<Demasiadas cosas juntas...>", pero tenía la sensación de que se estaba haciendo una tormenta en un vaso de agua.
Las horas que pasó encerrada en el elevador con Esteban la habían echo cambiar su visión de la realidad, y lo más importante, sus sentimientos por Esteban.
Toda la extraña historia que él le había empezado a contar y como había prometido continuar la hacían sentir casi en un estado de felicidad. Casi, porque intuía que lo que sea que su marido faltaba de contarle no eran cosas muy agradables...
Pero no había necesidad de apurarse y sacar conclusiones todavía. Esperaría a que él la buscara y terminaran su "conversación". No insistiría, dejaría que él tomara las riendas del asunto por ahora y luego ya vería...
Su mirada se posó en la puerta que separaba las habitaciones de Esteban y ella.
Tantas veces le había gritado que no quería verlo en su cuarto, cuánto detestaba que entrara sin golpear, tantas veces que él había terminado por hacerle caso y ya nunca más se le apareció en el umbral para darle las buenas noches.
No se escuchaban ruidos provenientes del cuarto de Esteban. María chequeó la hora en el reloj que había en su mesita de noche. "<23.47 pm>".
¿Acaso ya estaba dormido?, no lo creía porque si fuera así ella lo hubiera oído entrar al cuarto. "<¿Desde cuando tan atenta de las ocupaciones de Esteban, ¿eh, María?>"
-"Pues desde hoy"-dijo a la habitación vacía. Se levantó y despacio se acercó a la puerta cerrada. "<Si está dormido no se enterará que estuve aquí...>". Pero si estaba despierto ¿qué le diría? "<Oh si, Esteban...solo pasaba a darte las buenas noches, sabes...lo gruñona ya se me pasó, desde esta tarde soy otra...>". Y sería la completita verdad.
Tomó el picaporte medio insegura y apoyó la oreja en la puerta para tratar de escuchar algún sonido.
-"Aquí vamos..."-giró el picaporte y asomó la cabeza por la puerta entreabierta.
Las luces estaban apagadas, sólo un rayo de luna que se filtraba por entre las cortinas de las ventanas arrojaban algo de claridad en la oscura habitación.
Allí no había nadie. "<¿Ves?, tanto preocuparse por nada>" se dijo y entró.
Se quedó parada en el medio del cuarto, un tanto decepcionada de que él no estuviera allí. Se sentó en la punta de la cama de Esteban y cerró los ojos, pensando en cuánto había deseado encontrarlo y tal vez hablar un rato más... "<¿Por qué?, Es el enemigo ¿o no?...>".
Se quedó unos momentos allí sentada, ordenando sus ideas que parecían ratones enjaulados, corriendo y rebotando en su cerebro sin dejarla pensar con claridad, y tan absorta en sus pensamientos estaba que no advirtió la silueta que se recortaba en el umbral de la puerta que acaba de traspasar. La luz proveniente de su habitación le daba de lleno a sus espaldas y no permitía ver la cara del visitante aunque ella lo supo al instante.
-"No recuerdo que hallamos acordado compartir habitación"-dijo la figura en la puerta-"Pero no me opongo al cambio..."

María parpadeó, sobresaltada ante la voz ronca de su marido parado en la puerta.
-"Esteban"-y rebuscó en su mente las excusas más creíbles que podía decir en tal situación pero nada le vino a la mente.
-"¿Qué haces en mi habitación?"-preguntó él, remarcando las palabras "mi habitación". Tantas veces lo había corrido a gritos por "entrar sin permiso" e "importunarla" y ahora la encontraba muy sentada en su cama y en camisón. Una sonrisa asomó a sus labios.
Ella no respondió. ¿Qué podía decir? ¿Sería  tan malo que cediera un poquito, solo un poquito para llevar mejor su matrimonio?.
Esteban encendió la luz y cerró la puerta que conectaba las habitaciones. Caminó hasta la cama y se sentó junto a María.
-"No voy a negar que me sorprendes cada día más..."
-"Esteban, yo..."-"<Yo te amo>", el pensamiento surgió de la nada antes que María levantara las barreras para proteger su corazón de su ilógica mente.
-"Sabes, las cosas no tienen que ser de esta manera..."-tomó una de las manos de María entre las suyas-"No te pido que cambies tu forma de ser, ni que grites al mundo que me amas..."
Ante estas palabras tan egocéntricas y verdaderas  María giró la cabeza para mirar a su marido, que esbozaba una auténtica sonrisa de felicidad.
-"¿Perdón?, el que me hayas encontrado en lo que antes SOLÍA ser "nuestra habitación" no significa que "Te ame con locura""-exclamó ella indignada y quitando su mano de entre las de Esteban.
-"Yo no dije "con locura" ¿es eso lo que sientes por mí?"
-"No"-respondió altiva y se puso de pie de un salto... o al menos lo intentó porque Esteban la retuvo con un suave tirón de brazo, sentándola de nuevo junto a él.
-"Pero yo sí te amo con locura"-dijo mirándola con amor.
-"Esteban, yo no puedo permitirme que tu confusión me afecte"
-"¿Confusión? ¿De qué confusión me hablas? Lo que siento por ti es real, es..."-ella se levantó, alejándose unos pasos de la cama y volteó. No podía mirarlo cuando le decía esas cosas, cuando negaba ese amor que la invadía desde que lo vio por primera vez.
-"Esteban, no necesito esto ahora, por favor"
-"¿Qué? ¿Mi amor? ¿Mi apoyo? ¿Por qué no me dejas entrar en esa bendita coraza con la que proteges tu corazón?"-él se acercó a ella y la abrazó, rodeando su cintura con sus fuertes manos. Ella se dejó abrazar, y se apoyó en el pecho de su esposo disfrutando el contacto de sus cuerpos por unos minutos.
-"Ya no estoy segura de nada"-giró y apoyando ambas manos en el pecho de él lo empujó alejándolo de ella.-"Odio no tener el control, lo sabes porque me conoces...me conocías"-se corrigió tarde.
-"Te conozco y por eso sé que lo que dices sentir por mí no es verdad"
-"¿Y en qué cambiaría que admitiera mis sentimientos? Puedo amarte pero eso no significa que confíe en ti."
-"Entonces déjame ganar tu confianza de nuevo, sé que puedo hacerlo pero sólo si tu me lo permites..."-la tomó del brazo y la guió de nuevo hasta la cama matrimonial. Ella se dejó llevar y ambos permanecieron sentados y callados por lo que pareció una eternidad.
-"¿Quieres oír el resto de mi historia?"-preguntó rompiendo el silencio Esteban.
-"Es casi medianoche ¿es que no estas cansado?"-respondió María tratando de sonar indiferente, pero lo cierto era que se moría por escuchar "la historia" de Esteban.
-"Estaba, pero ya no..."
-"Oh"
-"¿Tu estas cansada?"
-"Un poco...este día fue un verdadero desastre"
-"Pues yo no lo veo así..."-Esteban se levantó y se metió al baño dejando a María un tanto confundida.
-"Espérame en la cama que yo ya voy"-dijo él en tono casual asomando la cabeza por la puerta entreabierta. María abrió la boca para contestar...-"No es lo que piensas"-añadió pícaro y cerró la puerta.
El primer impulso de María fue salir lo más rápido que pudiera de la habitación, sin embargo no se movió de su lugar ni un centímetro.
Esteban salió a los pocos minutos en pijama y listo para meterse en la cama.
-"Veo que sigues aquí...es buena señal"-dijo con una sonrisa de niño travieso.
-"No por mucho si sigues con tus indirectas"-exclamó ella fingiendo indignación.
-"¿Cuáles indirectas? Tu eres la que malinterpreta mis palabras María..."-se metió en la cama y golpeó suavemente el colchón indicándole a María que hiciera lo mismo.
-"¡María!..."-suspiró y procedió a explicarle su "plan"-"Mira, será como cuando ibas de campamento allá por tus años de la infancia..."
-"¿Con que mis años de la infancia, eh?"
-"Solo hablaremos, lo prometo"-dijo Esteban levantando la mano derecha en señal de promesa-"Como dos grandes amigos, contándose historia de terror y...."-le hizo señas que se apurara.
María descorrió el edredón y la sábana y se metió en la cama junto a su marido.
-"Pero en cuantito..."-lo amenazó apuntándole con el índice.
-"Solo charla."
-"Charla"
-"Si. Y ahora ¿dónde estaba?"-preguntó haciendo memoria-"Ahh, sí..."


_-_-_Flashback_-_-_

Febrero 1982
Empresas Sanromán.

Esteban miró con desconfianza a su padre. Hasta hace dos días se llevaban como perros y gatos. "<Dos días, cuatro horas y diecisiete minutos para ser exactos>". Ahora le proponía ocuparse de su "primer negocio".
-"Di algo muchacho"-Alejandro se sentó de nuevo tras su escritorio, esperando la respuesta de Esteban.
-"Bueno."-fue todo lo que salió de su boca.
-"¿Bueno qué? Estoy empezando a dudar de que realmente tengas madera para llevar las riendas de mis empresas...".
"Mis empresas", había dicho. No eran el patrimonio de los Sanromán, eran SUS empresas. Pues al diablo si no le gustaba su manera de administrar "sus empresas".
-"Estoy un poco sorprendido, es todo"-Esteban señaló la silla y con un leve movimiento de cabeza Alejandro le indicó que se sentara.
-"Escúchame bien hijo, se que hemos tenido nuestras diferencias..."-buscó en el bolsillo interior del saco la cigarrera y su encendedor-"en especial desde lo ocurrido hace dos años..."-encendió un cigarrillo y convidó a su hijo con uno. Esteban alargó la mano para tomarlo.
-"Pero el pasado ya fue, necesito pensar en el futuro y me he dado cuenta de que no puedo confiar en que alguien ajeno a nuestra familia se encargará de esto que he construido con tanto esfuerzo como es debido."
Esteban escuchaba y no creía posible tal cambio en su padre. Era obvio que algo no andaba bien. Algo tramaba el viejo Sanromán..
-"Eso es verdad, papá"-dio una calada a su cigarrillo y exhaló el humo lentamente.
-"Sé que harás un excelente trabajo Esteban. Pero debes esforzarte mucho. Este no es un negocio fácil..."
-"Lo haré, ya verás que no te decepcionarás de mi trabajo"
-"Era todo lo que necesitaba oír, hijo"- Alejandro Sanromán se puso de pie y extendió su mano.-"Bienvenido, hijo"
-"Gracias, papá"-y estrechó la mano de su padre con energía.
-"Bueno, ahora ve a la sala de conferencias. Allí te esperan los nuevos socios"-y acompañando a Esteban a la puerta añadió-"...Bueno, si haces bien tu trabajo lo serán"
Esteban salió de la oficina de su padre con la carpeta en la mano, todavía procesando todo el extraño acto de "confianza en la familia" que su padre acababa de montar para él.
"<Pues, ni modo. Haber que sale de todo esto>". Caminando muy relajado entró a la sala de conferencias.
Un hombre y una mujer lo esperaban sentados a la gran mesa, hablando bajo entre  ellos. Cuando Esteban entró, se giraron para verlo y el hombre se puso de pie.
-"Buenos Días, soy Esteban Sanromán"-saludo el muchacho estrechando la mano del hombre. Luego poso su mirada en la joven que estaba junto a él. Era joven y muy guapa. Tendría casi su misma edad.  Ella lo saludo con un gesto de cabeza. "<No es muy simpática...eso se soluciona>"
-"Soy Ernesto Castiglione, ella es mi hija Patricia"-se presentó el otro.-"Hablé con tu padre hace unos días, pero no mencionó que su hijo llevaría las negociaciones..."
-"Espero que no sea un problema, Sr. Castiglione".
Así que su querido padre ni siquiera lo consideraba como empleado la semana pasada y ahora de pronto..."<Por lo menos recrearé mi vista un momento>", el lado playboy de Esteban asomó inmediatamente, maquinando ya la mejor estrategia para hacer sonreír un poco a la seria Srita. Castiglione.
-"Por supuesto que no, si Alejandro te confió a ti mis negocios, entonces de seguro estoy en buenas manos"-contestó el hombre con una sonrisa.
-"Eeehh, gracias"-se sentaron y comenzó la primera de muchas reuniones entre los Castiglione y los Sanromán.

_-_-_Fin Flashback_-_-_

-"Entonces, la primera vez que viste a Patricia pensaste que era muuuuy hermosa"
-"Antes lo era..."-Esteban notó el leve tono celoso en el comentario de María y  aprovechó-"Oye, no me digas que..."
-"Que nada, Esteban. Continúa por favor que ya es tarde"-lo cortó antes de que finalizara su pregunta. "<¿No me digas que estas celosa?>", era eso lo que iba a preguntar y lo que más le molestaba a María era que sí, que aunque no lo quisiera, sintió una punzada de celos al oírlo hablar así de otra mujer. "<Una mujer que ya está muerta, ¿recuerdas?>"...
-"Era joven, no te conocía todavía..."-aclaró Esteban.
-"De acuerdo, sigue tu historia"-respondió cruzándose de brazos María.
-"Como quieras..."

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