||CAPITULO X (Primera Parte)||

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Marzo 8. Mansión SanRomán. 7.50 am

La casa bullía de sonidos. Personas caminando apresuradamente de un lado a otro, llamándose los unos a los otros.
-"¡ESTRELLA!, ¡nos vamos!"-gritó el primogénito de los Sanromán mirando hacia el piso de arriba.
-"Ya, Héctor, no tienes que gritar"-la voz de Estrella se oyó antes de que pudieran verla descender los escalones de dos en dos.-"Aquí estoy, ¿ves?"
-"Bueno, ya estamos todos..."-Alba recorrió con la mirada a todos los presentes-"¿Nos vamos?"
-"¿Dónde está María?"-preguntó Ángel, un tanto inseguro.
-"¿A quién le importa dónde está esa mujer?..."-Alba lanzó una mirada de reprobación al muchacho.
-"Es que papá dijo que ella también vendría y yo pensé que..."-buscó con la mirada el apoyo de sus hermanos.
-"Si..."-Estrella estrujaba nerviosa su pequeño bolso, todavía no muy segura de lo que iba a decir-"Angel tiene razón, tía..."
-"No puedo creerlo..."-Alba empezó su perorata contra María otra vez.-"Ustedes se olvidan que esa mujer es..."
-"LA SEÑORA SANROMAN"-todos voltearon la cabeza para ver a María, quien bajaba por la escalera a paso seguro. Nadie decía nada. La confianza que irradiaba la mujer era intimidante para todos los presentes...Menos para una...
-"Esa es una posición que aún debes probar que mereces, María. No por ser la esposa de Esteban significa que eres la..."
-"SOY la Señora de esta casa...y TU lo sabes mejor nadie, Alba."-María descendió los últimos escalones. Su mirada se cruzó con la de Alba. Ambas mujeres mantuvieron el intenso contacto visual por lo que pareció una eternidad.
-"Bueno...ya estamos todos..."-con un dejo de nerviosismo, la voz de Ángel distendió un poco el tenso ambiente.
-"Si, vamos..."-y salieron rumbo al hospital.

Una hora más tarde, la puerta principal se abrió y uno a uno ingresaron los miembros de la familia. Carmela salió a su encuentro emocionada. Ella no había querido ir al hospital porque el lugar le traía muy malos recuerdos y a pesar de la insistencia de Alba, se había quedado en la mansión a esperar el regreso de su sobrino querido.
-"¡Estebancito!!, ¡papito, cómo me alegra que estés de regreso...!"-Carmela abrazó a su sobrino y lo besó repetidamente, agarrándole los cachetes como cuando era chiquito.-"Ay, mijito, ¡qué susto que nos diste!"
-"Si papá"-Estrella abrazaba a Esteban de un lado y Carmela del otro.
-"Ya, no se preocupen, todo está bien ahora..."-contestó el hombre respondiendo al abrazo de su tía primero y luego de su hijita adorada.
-"Bueno, como dijo el doctor, el Sr. debe descansar"-Héctor palmeó el hombro de su padre afectuosamente-"Así que nosotros nos vamos para las empresas y usted, Sr. Sanroman, se me va directito a su recámara a descansar."
María observaba toda la escena con tristeza y una punzada de envidia. ¡¡Cómo anhelaba el día en que sus hijos la trataran con tanto amor como lo hacía ahora con Esteban!!. Se mantuvo al margen para no interrumpir la alegría familiar. Alba la miraba desafiante.
-"Bueno, bueno muchachos, ya dejen a su padre un minuto"-dijo en lo que en Alba era un "tono de felicidad", para demostrarle a María que ella si formaba parte de la familia Sanroman. Los jóvenes sonrieron ante el comentario de su tía.

Luego de un rato de besos y abrazos cada uno se dispuso a partir a sus respectivas  obligaciones. Héctor y Ángel se despidieron de su padre y salieron para las empresas.  Estrella se disculpó diciendo que iba a tomar su café con leche, ya que "uno que no iba a nombrar" no la había dejado desayunarse como se debe aquella mañana. El aludido le dedicó una sonrisa sarcástica y salió, seguido por su hermano.
Carmela subió a su recámara y solo quedaron Alba, Esteban y María en el gran salón.
Esteban levantó la vista y  captó en la mirada de su esposa el inequívoco mensaje que ella le enviaba. "<Ya es hora.>".
Se acabó lo que se daba. Durante toda la noche había tratado de encontrar la mejor manera, la más creíble de hacerle comprender lo que había sucedido aquella noche. Como ya era rutina, los sueños lo asaltaron apenas cerró los ojos. El recuerdo, las voces, las imágenes borrosas danzaban en su mente, obligándolo a despertar y manotear bruscamente en busca de la llave del pequeño velador que descansaba sobre la mesita de noche de su habitación de hospital. La luz lograba disipar las penumbras que sentía lo envolvían cada vez más...pero ese alivio no le duraba lo suficiente para hacerlo olvidar...
Sin decir palabra se encaminaron hacia el despacho, dejando a una incrédula y muy molesta Alba sola.
María entró primero y se quedó esperándolo en el medio de la habitación. Con paso vacilante, Esteban cruzó el umbral y cerró la puerta tras de sí.
María rodeó la pequeña mesa ratona y se sentó en el sillón de enfrente. Él se quedó parado, esperando que ella le diera pie para empezar a hablar. Pero María no dijo nada. Sólo lo miraba, expectante...
Esteban deslizó las manos en los bolsillos del pantalón y desvió sus ojos de los de ella, tratando de acomodar sus ideas. Ahora era su oportunidad, el momento que tanto había esperado y evitado a la vez.
-"Yo no maté a Patricia."-las palabras salieron de su boca con absoluta convicción.  Esperó...al parecer ella no estaba conforme con su declaración. Ningún gesto, ninguna expresión se modificó en su rostro.
Él se acercó despacio y se sentó al frente de ella.
-"Fabiola quiere perjudicarme. Ella está...obsesionada conmigo..."-“<¡vaya, que egocéntrico sonaba eso!>”-"Por eso dijo todas esas cosas..."-pero entonces se percató de que no recordaba exactamente QUE era lo que Fabiola había dicho. Era necesario tomar en cuenta cada una de sus palabras porque el más mínimo desliz echaría por la borda su argumento. Pero él no recordaba...tan molesto, furioso estaba cuando ella le gritó a la cara aquella infamia que su mente sólo concentró en la manera más efectiva de acabar con aquella "situación"...Y ahora estaba en problemas...Aguardó unos segundos, rogando que ella le "refrescara" la memoria, pero María sólo escuchaba...
-"María, dime algo...por favor..."
-"¿Qué quieres que te diga? ¿Que te creo?"- dijo sarcástica, esperando que el dijera algo lo comprometiera... o lo salvara...
-"Sé que estas cansada de oírlo pero debes confiar en mí..."-estiró su mano para agarrar la suya pero María la retiró con un movimiento rápido. -"Yo jamás te haría daño..."
-"Es tarde para eso Esteban. No nos desviemos del tema. Tus "palabras bonitas de hombre enamorado" no servirán esta vez...ya no más..."-respiró profundo... y por alguna razón decidió cambiar su estrategia.
Ahora ella preguntaría y él contestaría...y más vale que sus respuestas sean las correctas...
-"¿Qué es lo que todos sabían?"-preguntó tratando de esconder en su tono de voz la ansiedad por conocer la verdad...Esteban se recostó en el sillón, se pasó la mano por el cabello...¿nervioso?...María observó atentamente cada una de sus acciones. Lo conocía demasiado bien y sabría al instante si él le ocultaba algo...
-"Aquel día..."-hizo una pausa, inhaló profundamente-"Patricia y yo tuvimos una  discusión...muy fuerte."-se puso de pie y comenzó a deambular por el despacho mientras relataba lo que había sucedido.-"Yo...la amenacé...le dije que la mataría si seguía en su afán de destruir nuestro matrimonio..."-volteó a verla.
-"Eso ya lo sabía. Tu me lo contaste aquella vez ¿recuerdas?"
-"Si..."-respondió melancólico. Se apoyó en el filo del escritorio y se cruzó de brazos, la mirada fija en algún punto de la pared que tenía en frente. Trató de evitar la mirada de María...sentía sus ojos sobre él, esperando a notar alguna señal que lo incriminara.-"Fabiola o Daniela, ya no recuerdo quien, escuchó nuestra discusión y, por supuesto, la comentó a los demás...y al parecer, cada uno sacó sus propias conclusiones al respecto..."-la confesión estaba llegando a su fin. Todo estaba decidido.-"Cualquiera de nosotros pudo matarla..."-dijo por fin.-"Pero yo no fui."
-"Ni yo, pero nadie me creyó aquella vez..."-las lágrimas amenazaban con salir y ella luchó por mantenerse firme.-"Ni siquiera tú, que tanto jurabas amarme..."
-"María, yo me equivoqué...me dejé cegar por el dolor, por la angustia y la furia  de...de..."-¿de qué?, él la había creído culpable. Era un cobarde por escudarse tras los sentimientos y no admitir su mal juicio...
-"¿De que tu esposa fuera una asesina?"-el silencio de Esteban removió el fuego de la venganza en su interior porque aún ahora, veinte años después él todavía dudaba de su inocencia. Sus palabras lo probaban...una vez más la abandonaba a su suerte.-"No me has convencido, Esteban..."-se puso de pie y él la imitó, quedando frente a frente una vez más.-"No tengo pruebas que confirmen tu culpa, ni que te exoneren de ella, pero las encontraré, de eso puedes estar seguro y cuando lo haga si TU eres el verdadero asesino, desearás que nunca, nunca hubiera salido de aquella prisión."-su mirada se tornó fría con cada palabra que pronunciaba. Esteban retrocedió involuntariamente y ella notó su poder sobre él...
Acto seguido, María abandonó el despacho, no sin antes volverse a mirarlo una vez más.
-"Me alegra que ya te encuentres mejor"-dijo.
Esteban se quedó de pie, callado, no trató de convencerla ni de detenerla. De todas maneras, ya había conseguido lo que quería, aunque no era lo que esperaba...

En el comedor, Estrella tomaba un desayuno tardío. Estaba sola, ya que sus hermanos se habían ido ya a la oficina y como no tenía clases ese día...
Mientras untaba una tostada con mermelada empezó a planear su jornada. Iría de compras con su mejor amiga "en todo el mundo" quizá, o tal vez lo mejor sería quedarse en casa, pasar un tiempo con su papá...y de paso averiguar en qué andaba con esa mujer...
Desde hacía casi una hora, su padre y su "esposa" estaban encerrados en el despacho. No se escuchaban gritos así que era buena señal ¿no?, pero con mujeres como ella nunca se sabe...
Todavía perdida en sus pensamientos ni se dio cuenta que su tía acababa de sentarse frente a ella. Dejó la tostada en el pequeño platito que tenía en frente y levantó la mirada.
El día anterior, después de que llegaron al hospital Héctor telefoneó a la casa, para avisar al resto de la familia de lo acontecido con Esteban, y se dieron con la novedad de que ninguna de sus tías estaba en la casa, lo cual no era raro porque siempre andaban ocupadas en esas asociaciones de caridad y demás, pero lo que más los extrañó fue que la tía Alba no llegó a la mansión sino hasta pasada las nueve de la noche..."<¿A donde estuvo todo ese tiempo?>", pues ahora el momento de averiguarlo...
-"Tía Alba..."
-"¿Si, Estrella?"-Alba enfocó su atención en la muchacha.
-"Tía Alba, ayer, cuando estábamos en el hospital visitando a mi papá...llamamos a la casa y tú no estabas y llegaste bastante tarde...¿a donde estabas?"-soltó la rubia ante la mirada entre sorprendida y molesta de Alba.
-"Ocupándome de unos asuntos...Estrella ¿a qué viene eso ahora?"-replicó tratando de desviar un poco el tema. Era inútil explicar a una muchachita malcriada como Estrella los "asuntos" que estuvo tratando...aunque reconocía que su ausencia había sido un error que la estaba haciendo perder puntos a favor frente a los hijos de Esteban.
-"Pues que María si estuvo con mi papá en el hospital..."-sabía exactamente donde apuntar cuando se trataba de crispar los nervios de su tía y aunque no le agradaba para nada María eso no impedía usarla como recurso para averiguar un poco que estaba pasando...
-"¡¡¡Claro que estaba, si ella fue la que provocó que tu padre fuera a dar al  hospital!!!"-respondió ofuscada la mujer.
-"Papá dice que ella no estaba con él en la oficina..."-Alba dejó violentamente la taza de té que acababa de levantar, salpicando el mantel.
-"Esteban diría cualquier cosa para proteger a María..."-moderó su tono un poco, sólo un poco...aún sonaba amenazante-"Esa mujer logró "enredar" a tu padre una vez más..."-dejó la frase en suspenso...
-"¿Una vez más? ¿a que te refieres con eso, tía?"


Mansión de Demetrio y Daniela. 9 am.

La noticia de lo sucedido con Esteban ya era conocida por todos sus "amigos" y aunque ninguno hizo acto de presencia en el hospital, había llamado a la mansión Sanroman "profundamente preocupados" por el estado de salud de Esteban.
Pero, no todos sabían todavía la historia completa... Cuando Servando los llamó para avisarles no les dio detalles, ya que ni él mismo sabía bien que había sucedido.
Demetrio se había encargado de anoticiar a Bruno y su reacción ante la noticia fue muy extraña. De modo que después de la llamada de rigor a los Sanroman, Demetrio se hizo una escapadita hasta lo de Fabiola, para asegurarse de conocer todos los pormenores...
Una vez allí, Bruno le había contado lo de Fabiola y la actitud "culpable", según ella, de Esteban frente a la acusación.
-"¿Entonces Fabiola es la responsable de lo que sucedió con Esteban?"-Daniela estaba parada frente al ventanal del cuarto matrimonial que compartía con Demetrio.
-"No, la culpa fue la causante"-respondió irónico su marido-"O al menos eso dice Fabiola."
-"Y supongo que Alba todavía no sabe todo esto..."
-"No, ¡cómo crees!...pero deja que se entere..."-Demetrio salió del baño, acomodándose la corbata.
-"La va a matar...Alba se preocupa "demasiado" por Esteban..."
-"¿Demasiado? es su sobrino, ¿cómo quieres que no se preocupe?"-Daniela miró a su esposo con lástima..."<Los hombres son tan estúpidos...no se enteran de  las cosas hasta que no las tienen frente a las narices...>", era más que obvio que Demetrio no conocía ese "amor enfermo" que Alba sentía por Esteban...pero ella no iba a aclararle el panorama, todavía.
-"Pues si, ¡claro!"-exclamó la mujer.
-"Escucha, debo ir a las Empresas Sanroman a terminar unos asuntos..."-dijo él, cerrando su maletín.-"Como Esteban seguro que no se aparecerá por unos días..."-se calló recordando que Daniela no sabía de sus "actividades extracurriculares" en las empresas.-"Nos vemos en la tarde"-se acercó a su esposa para besarla pero ella se alejó disimuladamente. "<¡Maldita desgraciada!...pero ya verás...>"
-"Adiós..."-respondió en tono indiferente Daniela. Tenía que llamar a Fabiola para que le cuente con "lujo de detalles" todo lo que había sucedido. "<Esteban, el asesino de Patricia...>". Definitivamente sonaba muy extraño...pero también muy reconfortante.


Mansión Sanromán. Recámara de María. 9.17 am

Caminando inquieta por su recámara, María repetía una y otra vez la conversación que acababa de sostener con Esteban. Aquellos cuarenta minutos de charla le habían confirmado que su esposo no era totalmente sincero con ella. ¿Cómo podía tener el descaro de pedirle su confianza?.
Necesitaba retrazar su plan original porque había muchas cosas que no había  contemplado antes y que ahora eran fundamentales.
Si Esteban le había confesado que era capaz de matar por "su amor", ¿quien le aseguraba que no había cumplido su amenaza aquella noche?.
Se sentó en su cama y abrió el libro que reposaba sobre la mesita de noche.
Cuando era pequeña, su madre la había contado cómo se había conocido su padre y ella. Noche a noche le fue relatando los inicios de aquella historia de amor que por años había vivido con su marido. En una de esas ocasiones trajo con ella el viejo álbum familiar y le mostró fotos de sus padres de jóvenes, contándole la historia de cada una de ellas hasta que finalmente llegó a una de las páginas centrales y aprisionada entre ellas, todavía intacta y conservando levemente su hermoso aroma había una rosa roja...la rosa que su padre le había regalado a su madre el día que le propuso matrimonio. Recordó como con lágrimas en los ojos su madre le narró aquel maravilloso encuentro...
María acarició los pétalos rojos que se desparramaban sobre las hojas de su libro. Como su madre, ella también quería preservar algún recuerdo, para siempre, de aquellos momentos tan felices de su vida y poder narrarle a su hija alguna vez su historia de amor, un amor condenado. En su mente el vívido recuerdo de su primer encuentro "pacífico" con Esteban volvió y la inundó...haciéndola olvidar por un momento su desdicha.
Después de aquel día, las cosas se volvieron turbias y la desconfianza ganó terreno  rápidamente.
Cerró el libro y lo dejó en su lugar. Tenía que hablar con Nick, urgentemente. "<Él es el único que entenderá lo que debo hacer...>", él sería su único apoyo ahora.
Salió de su recámara camino a las Empresas Sanromán.


Empresas Sanroman. Oficinas. 18.47 pm.

El resto del día transcurrió sin novedades. Cada uno en lo suyo como quien dice. Esteban se la pasó encerrado en el despacho, meditando sobre conversación con María, sobre la actitud de ella, sobre cómo lograría recuperar su confianza y sobre muchas cosas más...
María, por su parte, decidió atender algunos pendientes en las Empresas Sanroman. Desde que comenzó a trabajar nuevamente allí, Esteban la había convertido casi en su mano derecha. Dio casi, porque a pesar de repetirle innumerables veces lo "buena que era en los negocios", todavía delegaba la mayor parte del trabajo a Leonel. A ella eso no le preocupaba porque el muchacho era de la total confianza de ella, además de ser prácticamente un miembro más de la familia.
Sentada en el sofá de su oficina, con los papeles que estaba analizando desparramados sobre la mesita ratona enfrente de ella, recordaba su encuentro con Nicolás durante el almuerzo.

_-_-_Flashback_-_-_

Después de buscar el bolso en el escritorio de Esteban, tomó el teléfono y llamó a su amigo. Quedaron en encontrarse al mediodía. Él pasaría a buscarla a la oficina y luego se irían a comer.
Puntual como siempre, Nick la recogió de las Empresas y se fueron a comer a un pequeño lugar que según él "era súper".
-"La comida es lo más...¡Te va a EN-CAN-TAR!"-exclamó el hombre, tratando de explicar con palabras lo que para él era imposible de expresar...
-"Jajaja, por tu emoción veo que es verdad...."-respondió ella riendo mientras caminaban por la calle.-"¿Qué tan lejos es de aquí?"
-"A unas cuadras...tienes suerte, puedes ir cuando quieras porque estás re cerca..."-dijo en un tono realmente triste, causando que María rompiera en carcajadas otra vez.
-"¿Qué es taaaann divertido, eh?"-preguntó simulando estar ofendido. Ella controló su risa unos minutos...y luego siguió riendo con ganas. Estar con él la hacía olvidarse de los problemas, de todo lo que andaba mal en su vida. Él la hacía reír...la hacía feliz. Como antaño lo había hecho Esteban...
Le parecían los recuerdos de otra persona, tan lejanos e irreales. Tan diferentes a su vida actual...Extrañaba esas épocas... Dejó de reir.
-"Ahí está esa mirada de nuevo..."-Nick detuvo su andar y se paró frente a ella, bloqueándole el paso.
-"¿Qué mirada?"
-"Esa que me dice que tu alma sufre y que yo no puedo sanarla..."-la abrazó con fuerza. Ella lo rodeó con sus brazos y apoyó su cabeza en el hombro de él. -"María, ayúdame a  entender...yo sólo quiero que vuelvas a ser feliz, que seas aquella María que solía bromear conmigo...que rentaba "El mundo según Wayne" cada vez que íbamos a la tienda de videos..."-aquél comentario la hizo sonreír de nuevo. Solo él conocía todos sus secretos y sus miedos...Se separó un poco de Nick y lo besó en la mejilla.-"Gracias"-
Él la miró confundido.
-"Gracias por estar aquí"
-"Siempre"-respondió él, la tomó de la mano y así siguieron su camino.
Durante el almuerzo ella le contó todo. No había mucho que decir ya él conocía la mayor parte de la historia. Había ido a visitarla algunas veces a la prisión, dándole su apoyo cuando más lo necesitaba. Pero todo lo sucedido desde que arribó a México y se encontró con Esteban y los demás. Le contó del rechazo de sus hijos, de las mentiras de su muerte, del cuadro, de todo.
-"Te juro que en ese momento ni me acordé que Esteban era tu marido..."-dijo él, recordando el incidente del restaurante.-"Está muy cambiado el hombre...pero veo que su temperamento sigue igual...después en casa recordé todo..."-tomó un trago de su refresco de naranja-"Creo que él tampoco me reconoció...sino no me hubiera golpeado..."-dijo con una sonrisa.
-"Créeme, lo hubiera echo igual...y con más ganas tal vez..."-respondió María, que conocía a la perfección a su marido.
-"Hace años que no lo veo...nos distanciamos mucho después de..."-no hacía falta terminar la frase.
Esteban y Nicolás habían sido los mejores amigos desde su infancia. Sus padres eran socios en los negocios y ellos se llevaban muy bien. De hecho, cuando María comenzó a salir con Esteban fue cuando conoció a Nick y se hicieron amigos. Compartieron muchas cosas los tres, pero cuando ella fue condenada a prisión, los dos hombres dejaron de frecuentarse, hasta que rompieron todo contacto. Nick se lo había contado todo en una sus visitas.
-"Esteban cambió mucho después de tu encarcelamiento..."-continuó Nicolás-"Se dedicó de lleno a su empresa y a sus hijos...y yo, pues al parecer no encajaba en su nueva vida...bastante rápido se olvidó de tantos años de amistad..."-y dijo esto último un tanto molesto.-"Tomamos rumbos diferentes y ahora nos cruzamos de nuevo..."
-"Sólo que él todavía no lo sabe ¿no?"-María terminó su hamburguesa con queso y se concentró en las patatas fritas. Hacía mucho tiempo que no comía una hamburguesa tan deliciosa. Nick tenía toda la razón sobre el pequeño restaurante. Le encantaba.
-"Jajaja...me muero por ver su cara cuando se entere que tu "novio" soy yo..."
-"No es gracioso..."-reprimió una risita-"Él realmente cree que hay algo entre tu y yo"- y así, recordando y riendo continuaron su almuerzo.

_-_-_Fin Flashback_-_-_

Ahora se sentía mucho más tranquila, sabiendo que contaba con alguien más en su cruzada. Acomodó un poco los papeles y volvió a meterlos dentro de la carpeta. Chequeó su reloj. "<18.52 pm.>". Ya todo el personal administrativo se había retirado. Sólo quedaba ella. Se levantó, recogió las carpetas y las dejó sobre el escritorio. Tomó su cartera y su abrigo, lista para volver a casa.
Salió al pasillo que comunicaba su oficina con el lobby. Cerró la puerta con llave y entonces escuchó un ruido. Como de unos pasos muy ligeros sobre el suelo alfombrado. Guardó las llaves en el bolso si hacer ruido y se quedó inmóvil. No estaba sola. Esperó unos minutos en silencio.  Las únicas luces que estaban encendidas eran los dos foquitos sobre el ascensor; el resto del lugar estaba en penumbras. Trató de vislumbrar alguna sombra en la porción de lobby que podía ver desde su posición. Nada. Agudizó el oído y empezó a caminar muy sigilosamente hacia el recibidor de las Empresas Sanromán.
Cuando llegó al final del pasillo se frenó. Respiró profundo y salió a la recepción. Miró a ambos lados. No había nadie. Tampoco había señales de que alguien hubiera pasado por allí recientemente. Todo estaba en su lugar... muy silencioso.
Expulsó el aire que inconscientemente todavía retenía en sus pulmones desde hacía varios minutos y se tranquilizó. "<Todo esto te terminará por enloquecer, tarde o temprano...>", se dijo mientras pulsaba el botón para llamar el ascensor.
-"¿No sabes que es peligroso andar sola a estas horas?"-preguntó una voz proveniente de algún lado, a su espalda...

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