|| CAPITULO VI (Segunda Parte) ||

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Tiempo presente. 8.50 am

El otro conductor se acercaba ya con algo en la mano, que blandía de un lado a otro con furia.
-"¡Maldito, SAL YA!"-se había congregado ya un pequeño grupo de personas que miraban desde las veredas al hombre de rojo que caminaba muy molesto hacia el Jaguar negro.
-"Tal vez están heridos..."-comentó una señora, tratando de ver si había algún movimiento en el otro auto, pero sin moverse de su lugar, en primera fila en la ronda de curiosos.
Dentro del Jag, María sacudía a su esposo que estaba muy quieto, mirando al frente. No reaccionaba. Ángel miraba nervioso por la ventanilla al hombre que se acercaba. Se tiró hacia los asientos de adelante, jalando del hombro a su padre.
-"¡Papá! ¿¡PAPA?!"-Esteban volteó a mirar a su hijo y a su esposa.
-"¿Están bien?"-preocupado miraba a su mujer, quien todavía sacudía su brazo-"¿María?, ¡María! ¿estás bien?"-miró a Ángel-"¿hijo?"
-"Si papá, yo estoy bien... ¿que pasó papá?, ¿por qué no contestabas?..."-el golpe de unos nudillos en el vidrio lo interrumpió.
-"EH IDIOTA, sal de ahí... anda!!"-golpeó con el puño la ventanilla de nuevo.
Esteban miró al hombre enfurecido y buscó la manija de la puerta para salir. María lo detuvo, asiéndolo por el hombro con fuerza.
-"No, espera Esteban..."-ese hombre parecía un loco desquiciado, quien sabe que le podía hacer a su marido.
-"No te preocupes..."-contestó Esteban, soltándose y besándola en la frente-"...todo estará bien"-y dicho esto se bajó del auto.
No alcanzó a salir que el otro lo agarró por las solapas del saco, sacudiéndolo un poco.
-¡¿Qué diablos crees que estabas haciendo, eh?!" -Esteban se soltó con un fluido movimiento y puso distancia entre él y el hombre de rojo.
-"Escuche, Sr. yo lo lamento mucho..."-dijo levantando las manos en señal de disculpa, y para separarse un poco más del otro, que parecía bastante sacado.-"mire, nadie salió herido así que..."-el tipo blandió lo que parecía una de esas ganzuas para abrir coches, de hierro ¿quien andaba con esas cosas bajo el asiento del coche? Vaya suerte la suya...
-"No creas que la sacarás barato ¿eh, riquito?..."-se acercó lentamente a Esteban con una mirada asesina en los ojos.
-"No es necesario llegar a estos extremos..."-trató de actuar lo más diplomáticamente posible pero este tipo ya lo estaba sacando de sus casillas. Nadie iba a venir a amenazarlo y menos frente a su familia...
-"Sr., mi papá tiene razón..."-la tranquila voz de Angel los sobresaltó a los dos. "<¿en que momento se había bajado>", Esteban lanzó una mirada cautelosa a su hijo, quien no parecía dispuesto a volver a subir al coche hasta que el altercado terminara.
-"Mira muchacho, tu no te metas... esto es cosa de adultos"-el de rojo empujó al chico con la suficiente fuerza para mandarlo contra el auto.
Esteban reaccionó ante esta provocación sujetando al tipo por el hombro, tirando hacia atrás con fuerza, separándolo de su hijo y quedando frente a frente con él.-"Con mi hijo no te metas...si sabes lo que te conviene, arreglarás esto sólo conmigo"-su tono de voz había cambiado, su mirada esta fija en la del otro tipo; sus ojos verdes despedían chispas de furia.  Ahora si estaba muy molesto. Ángel notó el cambio en Esteban y sujetó a su padre del brazo, intentando tranquilizarlo.
-"Papá, déjalo...no vale la pena..."-Esteban miró a su hijo-"todos estamos bien, creo que lo mejor será que cada uno siga su camino ¿verdad Sr.?"-miró al otro hombre, quien ahora no se mostraba tan bravucón, con la mirada baja. La ganzúa yacía en el suelo a sus pies que con el tirón que le había propinado Esteban se le había escapado de las manos.
-"Eeehh, si chico... no pasó nada grave..."-se acomodó la gorra de camionero que llevaba puesta con un ademán preocupado.
-"¿Papá?"
-"Si, tienes razón hijo..."-Esteban se calmó un poco; extendió su mano hacia el otro  hombre.-"De verás lo siento mucho, por favor sepa disculpar todo esto Sr."
El otro dudó un segundo y luego le estrechó la mano, poniendo fin a la discusión.
Los curiosos comenzaron a dispersarse conforme cada conductor subía de nuevo a su auto. Se acabó la función, cada uno a lo suyo.
-"Papá, creo que será mejor que conduzca yo ahora ¿no crees?"-preguntó el muchacho, poniendo una mano en el hombro a su padre, quien estaba abriendo la puerta del coche.
-"Supongo que si..."-contestó Esteban no muy convencido. Rodeó el auto para subir por el otro lado, mientras María se pasaba al asiento de atrás.
Cuando Esteban terminó de acomodarse, Ángel arrancó el coche rumbo a las Empresas.
-"¿Estas bien, mi amor?"-Con todo este ajetreo se había olvidado de su esposa, quien estaba muy callada en el asiento de atrás. Ella lo miró y sonrió triste.
-"Si Esteban, sólo me asusté un poco..."
-"Amor, perdóname, me descuidé... no sé que me pasó..."-buscó su mirada pero ella lo evitó mirando por la ventanilla.
-"No te preocupes...todo resultó bien..."-estaba tan molesta con él. Podían haberse matado y él tan tranquilo ahora...pero antes, algo le había pasado, ¿por qué no le respondió cuando ella lo llamaba?. Las preocupaciones habían retornado y se arremolinaban en su mente, angustiándola.
-"Si, gracias a nuestro hijo, “el mediador”"-dijo con una sonrisa mientras palmeaba a su muchacho en el brazo.
-"No fue nada..."-pero Angel también estaba preocupado por su padre. Algo no andaba bien y no le gustaba para nada no saber que pasaba...
El resto del trayecto continuó sin incidentes. Llegaron al edificio donde se ubicaban las Empresas SanRoman. Ángel condujo el coche hasta el estacionamiento, ingresaron y finalmente estacionaron.
Esteban descendió primero y le abrió la puerta a su esposa.
-"Gracias"-lo besó de piquito. Él pasó su brazo por su cintura y juntos se encaminaron al elevador.
Angel los vio marcharse mientras batallaba por cerrar el auto, agarrar sus cosas y salir corriendo tras ellos.
-"Hey, esperen..!!!-gritó-"Papá, Maríaaa, espérenme!!"-apretando el paso para alcanzarles.
-"Date prisa, hijo... ¿o es que quieres esperar el próximo elevador?"-Esteban miró a María divertido mientras se apuraba por entrar al ascensor, empujando a María para que se apure también-"Oh, está bien... cómo tu quieras..."-gritó mientras Ángel recogía las cosas que por el apuro se le habían caído y desparramado por el suelo.
-"¡¡PAPA!!!"-vio como las puertas del elevador se cerraban mientras su padre lo saludaba alegremente con la mano.
Ángel se quedó allí, con las cosas a medio recoger... ni modo, tendría que esperar al próximo.

Dentro del ascensor, María miraba a su esposo con una mezcla de amor y bronca...
-"Eres como un niño pequeño ¿lo sabias?"-lo regañó mientras él la miraba con ojos de cordero degollado.-"¡No, no, no me mires con esos ojos!"-le golpeó suavemente en el hombro-"Pobre Ángel".
-"Oh, vamos Maria..."-intentó abrazarla pero ella se hizo la enojada, separándose de él-"...mi amor, ¡era una broma! ¿si?"-la rodeó con sus brazos por la espalda, ella apoyada sobre su pecho, todavía fingiendo enojo.
-"No me parece divertido Esteban"-lo miraba por el reflejo de las paredes espejadas.
-"Angel sabe que sólo bromeaba, ¡a él le encantan las bromas!"-María seguía tratando de escaparse y él empezaba a asustarse...
Ella lo notó en su cara y decidió que ya era suficiente sufrimiento... por el momento. Se giró aún en sus brazos y con sus manos lo sujetó por las solapas del traje, atrayendo su rostro hacia ella. Él se dejó arrastrar y sus labios se encontraron y el beso que comenzó tierno se convirtió en apasionado en un segundo.
-"Mmmm.."
-"Te amo"-le dijo él, rompiendo el beso por un momento, para retomarlo al instante con más intensidad. Ella entrelazó sus dedos en la nuca de su esposo, continuando el beso.
La campanilla del elevador les indicó que habían llegado y ambos se separaron, sólo un poquito.
-"Yo te amo más"-María tomó su rostro entre sus manos y lo vio directo a los ojos-"¿lo sabes, verdad?"
Él asintió, sin contestar, sólo mirándola. Ella se separó completamente de él, tomó su mano y lo arrastró fuera del elevador y él se dejó llevar.


Mansión SanRoman. 9.25 am.

Un montón de libros desparramados en la cama. Ruidos de cosas que se caen; una blusa floreada cruza volando la habitación para aterrizar sobre la ya atestada cama; le siguen otras prendas hasta que...
-"¡Listo!, ¡Esta es la elegida!"-Estrella sostiene triunfalmente lo que parece un camisón con encaje, pero luego vemos se trata de una de esas remeras de moda, de color rosa con volados en la base. Se mete al baño para terminar de cambiarse y luego de unos minutos sale ya totalmente vestida. Agarra su bolso de sobre la cómoda y empieza a ordenar un poco los libros que llevará a la universidad. Hacía unos cuantos días que ni pisaba por allá y bueno, ya era hora de darse una vueltita y ver que estaba pasando en su ausencia...
Con sus cosas en mano cierra la puerta de su recámara y sale al pasillo camino a las escaleras.  De pronto escucha una voz apagada; una voz de mujer que viene desde abajo; parece que habla con alguien pero no se escucha respuesta. Asoma un poco la cabeza, solo un poquito para no ser vista y ¿a quien ve?, pues nada menos que a su tía Carmela. ¿Pero porque habla tan bajito?  Estrella se estira y agudiza el oído tratando de entender mejor la conversación.
-"No, no, ¡cállate! que si Albita se entera de esto me MATA!"-Carmela miraba fugazmente de un lado a otro, por si venía alguien, sin saber que ya tenía un testigo...
-"Tu hablaste con ella ¿verdad que si?..."
Se escuchaban murmullos del otro lado de la línea pero eran inteligibles. Estrella escuchaba atenta. ¿qué había hecho Carmela?.
-"No lo trates muy mal ¿Si?, ¡pobre mi papito! ¡Ay Jesusito bendito!"-dijo casi sollozando.
Estrella ya no pudo más y bajó las escaleras a trompicones.
-"¡Tía Carmela! ¿Qué estas haciendo? ¿Con quien estás hablando?"-la encaró decidida mientras Carmela colgaba estruendosamente el auricular y volteaba a verla.
-"Estrellita, mijita ¿ya te vas?"
-"No, tía, no me cambies el tema, que yo escuché muy bien..."-espetó apuntándola con el dedo. No estaba segura de que había escuchado pero más vale que se le aclararan porque sino...
-"Ay mijita, no se que me hablas..."-se separó de Estrella y caminó hacia el minibar.-"Estaba conversando con un amigo nomás..."-sirviéndose un trago-"de la caridad, tu sabes ¿ese grupo de Señoras que saben venir por aquí ¿si?, ¿te acuerdas?..."
-"Señoras Tía, pero dijiste que era un hombre..."
-"Pues es el esposo de una de ellas, Ay Estrellita, mijita vas a llegar tarde..."-Estrella la interrumpió una vez más.
-"No sé tía, me suena muy sospechoso... yo te escuché que..."-el ruido de una puerta al cerrarse hizo que se voltearan.
Alba estaba parada en la puerta principal, mirándolas a las dos con una mirada gélida.
-"¿Qué es lo que sucede aquí? ¿Por qué esos gritos? ¿Carmela?"-dejó su cartera en la mesita del teléfono y se acercó a las dos mujeres.
-"Nada, nada Albita, sólo cosas de mujercitas.."-respondió Carmela, como restándole importancia al asunto-"¿Verdad, Estrellita?".
La muchacha miró a sus dos tías. No quería meter en problemas a Carmela...ya tendría tiempo de aclarar esto en otro momento. Tal vez si malinterpretó todo y...
-"Si, tía. Nada de importancia..."-acomodó sus libros y saludó a sus tías con un beso-"Me voy, nos vemos en el almuerzo ¿si?"
-"¡Adiós hijita!"-Carmela la saludo agitando la mano mientras Alba sólo se limitó a asentir con la cabeza.
Estrella salió de la mansión, no muy convencida del teatrito de la Tía Carmela. Tendría que averiguar por sus propios medios que se traían entre manos las dos tías. Sonrió. Al menos sería divertido...


En algún lugar de la ciudad. 9.59 am.

Una silueta se paseaba entre las sombras proyectadas por la débil luz que iluminaba el lugar.  Era una especie de galpón, lleno de polvo; las pocas ventanas que había estaban cubiertas de negro. Alguien las había pintado por dentro, para que no se vieran nada desde afuera. Era el escondite perfecto, o al menos lo parecía.
Se pasea de un lado a otro, buscando en las grandes cajas de madera algo que no alcanzamos a ver bien. Va sacando las distintas partes que lo componen, una a una, dejándolas sobre la sucia mesa de madera, el único mobiliario en la habitación, junto a las cajas.
No podemos reconocer gran cosa de la persona agachada, sólo vemos unas manos enfundadas en unos gruesos guantes negros ¿cuero tal vez? eso es lo de menos, mientras cumplan con su objetivo de no dejar ni la más mínima huella de su estadía. Vemos su espalda, su torso enfundado en una larga gabardina negra, con las solapas levantadas tapando su cuello, escondiéndonos su rostro.
Finalmente termina su búsqueda. Ya tiene todos los elementos necesarios, sólo resta ponerse manos a la obra...y terminar su trabajo de una vez por todas...







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