||CAPITULO V||

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Marzo 7. Mansión SanRomán. 12.30 am.

La mansión estaba silenciosa. Ninguno de sus ocupantes se encontraba en casa. Esta era una hora normalmente bulliciosa en la Mansión Sanroman, y siempre era el momento en que se encontraban todos o casi todos los integrantes de la familia, compartiendo el almuerzo. Pero hoy no había nadie.
-"¡Estebancito!!"-el grito flotó desde lo alto de la escalera y se escuchó en el espacio vacío.
-"¡Estebancito, mijito, ¿donde estás, papito?! "- Carmela, la tía Carmelita como a ella le gustaba ser llamada, descendió las escaleras con paso ligero mientras buscaba con la mirada a su sobrino, por si se encontraba en el salón principal.
-"Srita Carmela ¿sucede algo?"-Tránsito llegó presurosa hasta donde se encontraba Carmela.  Había escuchado los llamados de ella desde el despacho, donde todavía no podía terminar de acomodar las cosas y se alarmó, pensando que algo malo había sucedido.
-"¡Ay, Transito, mijita! ¿Has visto a mi Estebancito?"-preguntó mientras jugueteaba con uno de los vestiditos de sus muñecas que traía en la mano. ¡Cómo le encantaban esas muñequitas de porcelana, con sus trajecitos y zapatitos!¡ Ay, y los sombreritos, eran tan bonitos!! Tenía una gran colección, con muñecas de todos los tamaños, pequeñitas, medianas y algunas grandes que su sobrino le había traído de sus numerosos viajes de negocios. Él siempre se acordaba de ella. La quería muuucho y ella a él más.
-"No, Srita, el Sr. SanRoman avisó que no vendría a almorzar"
-"Ay, Jesusito, mi papito trabaja demasiado..."-se encaminó hacia el mueble que oficiaba de minibar, donde había varias botellas de distintas bebidas y algunas copas y vasos afines.
-"¿No dijo a qué hora regresaba?"-se sirvió una medida de lo que parecía ser wisky.
-"No Srita. ¿quiere que le avise si llama?".
Carmela levantó el vaso en señal de "a tu salud" y tomó un sorbito, mientras caminaba hacia la escalera de nuevo.
-"Si, por favor. Muchas gracias, Tránsito, mijita. ¡Qué buena muchachita eres!!"
-"Gracias, Srita. Yo le aviso si llama el Sr."-le contestó la muchacha con una sonrisa.
-"Bueno, yo subo de nuevo a mi recámara..."-se volteó a ver a Tránsito-"¡Cállate!, la Mary me trajo unos vestiditos nuevos para mis muñequitas ¡que ni te cuento!. ¡Muy bonitos!!-comenzó a subir los primeros escalones-"Mary es tan buena con todos..."-dijo con suspiro de tristeza...
-"Bueno, yo te dejo...¿me avisarás, verdad?"-ya había llegado al descanso de la escalera y miraba a la muchacha con esa mirada de niña emocionada que tanto la caracterizaba.
-"Si Srita, no se preocupe"-repitió la muchacha sonriendo.
Carmela siguió su camino y Tránsito se quedó sola en el gran salón, pensando en cuán diferentes eran las Hermanas SanRoman. Como dos caras opuestas de la misma moneda; una tan dominante y la otra sumisa.


En algún restaurante de México. 12.40 am.

Sus miradas seguían trabadas una con la otra, tratando de vislumbrar en su oponente el próximo paso a seguir. Ella seguía sentada en el pequeño sillón; su esposo arrodillado frente a ella, con sus manos tomando las suyas con cariño.
Esteban se veía realmente arrepentido por lo sucedido hacía un momento, pero ella no podía dejar de sentirse molesta por su falta de ¿confianza?...¿Cómo podía pedirle algo así si ni siquiera ella confiaba plenamente en él?... Claro está que sus motivos tenía, primero porque Esteban no ponía freno a las constantes "demostraciones de amor" que su ex-prometida le profesaba casi todos los días, casualmente justo cuando ella esta presente.
Él le había jurado mil veces que ya no había nada entre él y Ana Rosa, pero sus acciones ponían en duda cada una de sus palabras. Tal vez fuera cierto... tal vez ella lo acosaba, pero ¿acaso no tenía la suficiente fuerza de voluntad para ponerle fin a tal capricho? O quizá él no quisiera que acabara...
Pero lo que más le preocupaba no eran los supuestos affairs de su esposo, sino la creciente sospecha de que él era el verdadero asesino de Patricia. Cada vez eran más las pruebas en su contra y eso la angustiaba mucho porque una parte de ella quería creer en la inocencia de Esteban. Pero si él era el culpable de que haya pasado veinte años separadas de sus hijos, perdiéndose los momentos más valiosos que una madre puede vivir, no tendría piedad con él. Lo hundiría en la cárcel hasta el último día de su vida, aunque esto la matara por dentro...
Eran demasiadas ideas, demasiados pensamientos confundidos... sólo necesitaba un momento de claridad para poner en orden todo lo pasado. Necesitaba estar sola. No. Necesitaba estar con alguien que la comprendiera, que no la juzgara tan duramente... que no le mintiera...Nick.
Quitó sus manos de entre las de él con un movimiento rápido y se levantó, provocando que Esteban cayera sentado hacia atrás, tan cerca de ella como estaba.
-"Te ruego ya no insistas Esteban..."-lo miró desde arriba mientras él seguía sentado en el suelo.
-"Pero, María... déjame..."-ella lo interrumpió y habló con un tono de voz que no dejaba lugar a dudas.
-"NO, nada de lo que digas va a solucionar esto..."-caminó hacia la puerta.
Él se levantó rápidamente del suelo y en un segundo estaba junto a ella. La tomó suavemente del brazo y la giró hacia él. María se resistió un poquito, pero era inútil...Levantó la mirada y se encontró con la suya, de nuevo. Esa mirada verde de hombre enamorado, de hombre arrepentido...triste.
-"Por favor..."-le dijo suavecito, con voz ronca-"déjame intentarlo..."-se fue acercando  lentamente...sus labios buscando los de ella...la besó...un beso tierno que se volvió  apasionado mientras ella rodeaba sus hombros con sus manos, totalmente inconsciente de sus actos...
-"Esteban..."-se separó un poquito de él, aún con sus manos rodeando su cuello-"no  debiste..."-calló, porque ella no se había resistido... había dejado que pasara...
-"Te amo"-dijo él.
Esas dos palabras, tan hermosas cuando las oyes del ser más importante en el mundo y para quien tu eres la vida entera. Esas dos palabras terminaron de romper las barreras...dieron en el centro de su escudo emocional y lo hicieron estallar en mil pedazos...
Se separó del todo de él y salió por el pasillo...y una lágrima escapó de sus grandes ojos.
Esteban se quedó allí, apoyado contra la pared. Su mundo estaba tambaléandose de nuevo y era la misma mujer quien lo sacudía...la misma de hace 25 años...la única... La madre de sus hijos, la mujer que amaba con locura...
Ella ya estaba en la calle cuando él reacciono por fin. Salió apresurado del restaurante, bajo la mirada reprobatoria de quienes todavía se encontraban allí y que habían presenciado toda la pelea.
Miró hacia ambos lados de la calle, buscándola. Entonces la vio, estaba sentada en un banco blanco de la plazoleta enfrente del local. Estaba llorando.
Cruzó la calle rápidamente y fue a su encuentro. No le diría nada más; ella tenía razón, no había nada que decir, pero la acompañaría, la consolaría... si ella se lo permitía.
-"María..."-ella levantó la vista y se enjuagó las lágrimas del rostro.
-"Vete Esteban"-¿por qué la hacía sufrir así? ¿Es que no se daba cuenta que la tenía a su merced? ¿por qué??.
Esteban se sentó a su lado y la abrazó. Ella apoyó su cabeza en su hombro y se quedaron allí sentados, el uno junto al otro.


Mansión de Bruno y Fabiola. 13.00 pm

Se había levantado muy temprano. Nunca aparecía por la sala antes del mediodía pero hoy no era un día como todos. Fabiola se paseaba nerviosa, con su cigarrillo encendido dando rápidas caladas por toda la habitación. Era tiempo, ya no iba a esperar más. No importaba lo que había arreglado con Alba, ni con Daniela ni con nadie. Ninguna de ellas entendía la verdadera motivación que provocaba sus acciones desenfrenadas. Era una cuestión de orgullo, de amor propio... Él la había humillado, rompiendo su compromiso con ella, arreglando su matrimonio con Bruno, pagándole quien sabe cuánto para que lo ayudara a deshacerse de ella. ¿Para qué? Para casarse con María... Esa mujer iba a pagar una por una todo el daño que le había hecho... ella y sus hijos...Pero primero se encargaría de Esteban, él era tan responsable como María de su desgracia y si ella no era feliz, pues ninguno de ellos lo seria tampoco.
Esa mañana había tenido una de las ya habituales peleas con Bruno. A él sólo le importaba seguirle sacando dinero a Esteban por su "sagrado silencio" y bueno, a ella eso ya no le interesaba demasiado. Bruno la había escuchado, pensando en voz alta y tan absorta en sus maquinaciones como estaba que no lo había oído entrar en la habitación.


-_-_-_Flashback_-_-_-

-"¿Así que planeando tu gran golpe contra Esteban, querida?"-Bruno la sujetó con fuerza por ambos brazos, hablándole con esa voz tan particular suya, esa forma de arrastrar ciertas palabras, con sus largos silencios entre frases que desesperaban tanto quienes lo escuchaban.  Bruno tenía la capacidad de crispar los nervios de más de uno cada vez que abría la boca. Ella ya se había acostumbrado a verlo representar su extraño papel... ambos mantenían ese acuerdo tácito que no dejaba que nadie conociera sus verdaderas personalidades, que a estas alturas ya ni ellos mismos recordaban...
-"SUELTAME, ¡¡QUE ME SUELTES!!"-se retorcía tratando de liberarse. ¡¡Cómo odiaba cuando él la trataba así!! Finalmente se liberó y caminó a paso firme hasta el otro lado de la estancia. Lo miró desafiante-"Ya no más, ¿me escuchaste? Estoy HARTA, ya me cansé de fingir esta adoración por Esteban, él me las va a pagar ¿escuchaste? y tú.."-señalándolo con el índice-"TÚ decides con quien vas a estar, porque voy a hacerlo con o sin tu consentimiento, ¿me has entendido, querido?"-Sacó un cigarrillo de la cigarrera que portaba siempre con ella y lo encendió. La punta del cigarrillo temblaba en sus labios, tan nerviosa como estaba y la llama de encendedor trataba de seguirla. Finalmente lo encendió, dando una profunda calada mientras guardaba la  cigarrera en su bolso, que luego tiró al sofá.
-"No no no, belleza... las cosas no son ni serán así..."-Se acercaba muy despacio,  acorralándola.-"Tu vas a seguir con lo estipulado...no nos conviene ponernos a Esteban en contra, al menos por ahora"
-"¡Pues no me importa!! Tenemos suficiente dinero para derrochar el resto de nuestras vidas, ya no necesitamos a Esteban.."-se acercó a Bruno-"Además, María va a descubrir todo esto en cualquier momento, o ¿acaso te olvidas de su "búsqueda del verdadero asesino"?
-"Belleza, Belleza...no estás pensando las cosas con claridad..."-con un rápido movimiento sujetó su barbilla con el índice y pulgar fuertemente, atrayéndola hacia él.-"No pienses ni por un minuto que voy a dejarte seguir con tu "brillante plan" Belleza..."-la miró directo a los ojos-"Tú me conoces muy bien...sabes de lo que soy capaz... ¿verdad?"-la soltó y ella cayó sentada en el sofá.-"Nunca lo olvides"-le dedicó una última mirada y salió a paso ligero por la puerta, dejando a una Fabiola al borde del llanto.

-_-_-_Fin del Flashback-_-_-_


Pero ahora no le sería tan fácil a su "queridito esposo" convencerla de desistir de sus intenciones. Agarró su bolso del sofá y salió rumbo a las Empresas SanRomán. Por fin pondría todas las cartas sobre la mesa y le pesase a quien le pesase ella iba a tener su revancha.
Estaba casi en la puerta de entrada cuando el teléfono comenzó a sonar. Uno, dos, tres timbrazos resonaron por toda la casa. Luego silencio. Unos segundos después, lo mismo.
"<Seguro que es Bruno, para asegurarse que estoy en casa, como un corderito manso esperando por su regreso... ¡Al diablo con él!>", salió de la casa dando un portazo.


Mansión SanRomán. 13.02 pm.

Alba regresó a la mansión muy molesta. Después de presenciar la avergonzante escena de su sobrino en el restaurante había salido de allí con Juan Carlos muy ofuscada. Él insistió en llevarla a otro lado a almorzar pero ella se negó rotundamente. Le pidió que la trajera de nuevo a la Mansión SanRoman, a lo que Juan accedió sin reparos. Estacionó frente a la puerta principal, descendió del coche y se acercó para abrir su puerta. Ella lo dejó seguir con su teatrito de galán porque en el fondo le gustaba que él la tratara con tanta cortesía...
Se despidió con un seco "Hasta luego" y él le deseó "Buen día" con una sonrisa.
Ahora estaba marcando el número de Fabiola para ponerla al tanto de su nueva estrategia para separar a Esteban de María de una vez por todas. No era que necesitara de la ayuda de ninguna de las esposas de los socios accionistas de las Empresas SanRoman. No, ella podía bastarse sola pero por ahora no convenía alejarlas. Su ayuda podía ser valiosa para sus planes...
"<¡Por Dios, ¿donde está esta mujer?!>", Fabiola no contestaba. El teléfono llamaba y llamaba sin respuesta. Colgó el auricular con fuerza. "<No importa, ahora debo encargarme que las cosas salgan tal como quiero...sin errores>", y comenzó a subir la escalera, hacia su cuarto donde podría pensar sin ser molestada.


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Tiempo presente. 8.47 am

Un ruido de frenadas; gritos y exclamaciones ahogadas; quienes iban transitando por la calle aquella mañana no pudieron evitar pensar lo peor cuando vieron aquel auto negro atravesando la intersección a toda velocidad, sin siquiera aminorar la marcha.
El otro coche venía circulando por la izquierda. Su conductor trataba infructuosamente de alcanzar el bolígrafo que había rodado por el asiento del copiloto y desapareció en el suelo del coche.
-"Maldición..."-estirando su brazo a más no poder, mientras con dirigía el vehículo con la otra mano, a una velocidad respetable. Desvió los ojos por un segundo de la calle y miró al suelo, buscando rápidamente con la mirada el objeto.
-"Acá estás condenado..."-lo alcanzó por fin, volviendo la vista al frente. Demasiado tarde...
El Jag negro apareció de la nada, cruzándosele a toda velocidad. Dio un volantazo a la izquierda, tratando de evitar lo más posible lo que parecía tan inminente.

El grito de su hijo lo sacó de su ensimismamiento y lo trajo a la realidad. Esteban miró rápidamente a su izquierda. Una masa roja de metal se le venía encima. Por un segundo se quedó esperando el impacto, sin saber que hacer.
Ese momento se hizo interminable y entonces….
Nada. Nada de nada.
El auto rojo estaba atravesado en la calle. La rápida maniobra del conductor había resultado. Logró frenar el coche sin voltearlo, tan rápido como venía y tan violenta la maniobra. Se quedó sentado, con las manos sobre el volante, dando gracias a Dios por su suerte. Luego volteó a ver el otro coche.
El hombre tras el volante estaba muy quieto, mirando hacia el frente mientras la mujer que lo acompañaba lo sacudía y gritaba algo que no podía entender. Podía ver un muchacho el asiento de atrás que lo miraba con el mismo asombro que él a ellos.
La bronca se apoderó de él; abrió la puerta y salió del vehículo. No era su culpa. Iba distraído, pero el estúpido del otro auto se había pasado la intersección sin siquiera mirar a los lados y como a 100 por hora!!!
-"¡¡EH!! ¡¡El del auto!! Desgraciado, ¿quien te enseñó a manejar?..."-gritó mientras se acercaba cada vez más rápido… y más enojado. El otro ni siquiera había volteado a ver que había pasado, si estaba bien o qué...
-"¡OYEME!, ¡¡baja del auto!!"-ya casi estaba allí... ese idiota le había dado el susto de su vida ¡Por Dios!, ¡Ahora iba a saber lo que es bueno!!...



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