three

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    Vanya se sentó en el espacio del marco de la ventana abierta, recostando su espalda mientras observaba a la ciudad levantarse. Con desinterés observó por el horizonte al sol, el cuál parecía arrimarse tímidamente de entre los edificios y esparcir sus cálidos rayos como una especie de halo divino. Cuando una fresca brisa mañanera sopló sintió su cuerpo estremecerse, sintió el viento rozar su piel y erizarla, sintió el frío entumecerla un poco y erosionar sus cansados huesos.

—¿Quieres café o té?

—Té, por favor—pidió mientras dejaba de mirar hacia su gélido exterior y se giraba a contemplar el interior de su departamento levemente desordenado. Leonard le sonrió gentilmente mientras se dirigía a la mesa de su cocina y acataba su pedido, luciendo hogareño y como el perfecto novio que ella siempre deseó secretamente.

—Es extraño que no estés tocando tu violín, ¿algo anda mal?—Perceptivo como era notó, logrando que Vanya se tapara aún más con aquella manta de lana, sintiéndose diminuta y vulnerable, detestando que él la conociera tan bien en algunos aspectos.

—Recuerdas...—murmuró, negando débilmente mientras suspiraba, rindiéndose—, ¿recuerdas a Cinco?

—Oh, sí, ¿no era el hermano perdido?—Rememoró mientras recorría su cocina con familiaridad y destreza, pero aún así, prestandole atención. 

    Desde que había despertado esa mañana para encontrarse con un departamento vacío y silencioso, creyó que su día iría de mal en peor, extrañamente luego de unos golpecitos a su puerta y la llegada de Leonard todo pareció mejorar.

—Sí, bueno, él ha regresado—contó mientras miraba la alfombra en el suelo, notando una mancha oscura cerca del sillón en dónde anoche Cinco había estado, sería una mancha de su sangre probablemente.

—¿De verdad? Vaya, eso es... ¿qué le ha pasado?—Sonando sorprendido y curioso cuestionó, deteniéndose un momento frente a la mesa mientras la miraba intensamente, como si se estuviera asegurando de que estuviera bien. Vanya se encogió levemente, mirando a otra parte, cohibida.

—Y-Yo... la verdad que no lo sé muy bien, pero creo que lo he estropeado todo—admitió con culpa, mordiendo la mejilla interna de sus mejillas casi con rabia, maldiciéndose por ser tan terca con respectos a algunos asuntos, ella podría haber fingido o actuado mejor, haber hecho que Cinco se quedara.

—La verdad que no sé muy bien que decir, no tengo un hermano y jamás comprenderé ese vínculo fraternal que debes compartir con él, pero de lo que sí estoy seguro es que no lo habrás estropeado—siendo dulce y agradable como siempre lo era la apaciguó, intentando hacerla sentir mejor, Vanya lo amaba en ocasiones por eso.

—No lo entiendes, él confió en mi y... y yo no creí en él—finalizo mientras se levantaba con cuidado del marco de la ventana y caminaba hacia la cocina, dónde Leonard se encontraba en marcha nuevamente.

—Vanya...—comenzó él, con ese tono que siempre utilizaba cuando la regañaba, ella sonrió levemente, ignorando el frío de la madera que parecía pegarse a la planta de sus descalzos pies se acercó a él y lo besó en la mejilla.

—No quiero hablar de ello—aceptó mientras se alejaba y ajustando la manta entre sus hombros habría uno de los cajones de madera, tomando el frasco de plástico amarillo con sus pastillas.

—Bien, la señora Kamowski me ha preguntado sobre el señor Puddles nuevamente—cambiando amablemente de tema contó, trayendo la atención de la castaña, quien le miró con hastío.

—¿En serio? Ufff, ¿cuántas veces van?—Irritada inquirió, tomando asiento en la mesa mientras le veía servir un poco del agua que se encontraba en la pava ya hervida en una de las tazas de porcelana.

you killed me on the moon | the umbrella academyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora