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    Vanya nunca sintió como si perteneciera a algún lugar. Recuerda una vez haber escuchado que eso podría resultar catastrófico, que no tener un lugar al cuál regresar luego de un largo día de trabajo era contraproducente pero, ¿qué podía ella hacer? Dónde quiera que fuese se sentía fuera de lugar, sin poder encajar por completo, perdida y extraña.    

    Una sonrisa nostálgica se extendió en su rostro mientras caminaba de regreso a lo que llamaba departamento (si es que se le podía llamar departamento al lugar en el cuál vivía), recordó haberse sentido así luego de la partida de Cinco, perdida y desorientada, en una constante neblina entre la realidad y los sueños, dolía, se sentía el doble de sola y ni la compañía de Grace o Pogo podían llenar el vacío que poco a poco parecía extenderse en su pecho.

     Hambrienta por una pizca de cariño, de amor y atención.

     Ella no era otra cosa sino lamentable y patética, absurda, como su ausente rol en aquella enorme casa, sin sentido o utilidad, a veces incluso sintiéndose como si formara parte de la decoración. Recuerda asfixiarse en su soledad y lágrimas, con aquel peso de insuficiencia en su pecho, aquel peso de no ser especial. Saliendo de sus lúgubres pensamientos se detiene en una vitrina, observando con atención los televisores viejos que un local en decadencia estaba exponiendo ante el público con la intención de venderlos.

—Papá...—susurró algo ida mientras detenidamente observaba por el escaparate la misma noticia que se repetía en todos televisores: 

    La muerte de Sir. Reginald Hargrevees.


_____


     Se detuvo afuera de la Academia, mirando superficialmente la intimidante estructura, sintiéndose apagada y sin vida. Se preguntó levemente que demonios hacía ella allí, no tenía razón para regresar, su padre no se lo merecía; pero por alguna razón, terminó adentrándose nuevamente en su pesadilla viviente sin pestañear, y se sintió como regresar al pasado... arrepintiéndose al momento de poner un pie dentro de aquella jaula.

    Nivelando su agitada respiración cerró la puerta detrás suyo, marcando otro antes y después, ella tenía varios de esos. Con la mente en blanco caminó por la sala, observando a su madre sentada en un sofá mientras contemplaba la chimenea con aire ausente.

—Hola, mamá—saludó en un susurro, siempre temiendo molestar, nunca hablando demasiado alto para no perturbar a alguien más, debía ser invisible o de otra forma su padre le regañaría por ser una distracción para sus hermanos y, oh, era verdad, él estaba muerto ahora. ¿Mamá?—Con la voz más fuerte y confiada cuestionó, extrañada de que no respondiera al acto como usualmente su programación lo hacía, pero Grace ni siquiera la miró.

—¿Vanya?—Escuchó su nombre ser pronunciado, la nombrada se giró para contemplar a Allison bajando por las escaleras, luciendo incluso más elegante y confiada de lo que alguna vez pudo aparentar de niña.

—Allison—repitió del mismo modo, sin saber que más decir, muy cansada para siquiera pensar en algo coherente o más cálido, era el día en que su padre murió, el día en que su familia se estaba reuniendo luego de mucho tiempo y como siempre, Vanya no sabía que decir o hacer.

—¿Qué hace ella aquí? No deberías estar aquí, no luego de lo que nos hiciste—saliendo de la nada Diego espetó duramente mientras ignorándola pasaba de ella, Vanya apenas pudo balbucear algo con sentido cuando Allison decidió defenderla.

you killed me on the moon | the umbrella academyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora