two

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    No pudo evitar suspirar con placer luego del primer trago, sintiéndose a gusto luego de sentir el tibio líquido recorrer su garganta. Era adictivo, incluso más que el alcohol. Por la periferia de su ojo notó al sujeto sentado a una butaca lejos suyo sonreírle levemente, como si compartiera su adicción hacia la cafeína también, como si comprendiera. Si él no estuviera tan gusto con su (finalmente) decente taza de café se reiría de todo el asunto, quizás incluso hasta bromearía, pero no era el caso.

    Cinco nunca antes creyó ser alguien sentimental, desde pequeño solía ser algo insensible e indiferente, pensando en superarse así mismo y a los demás para ser siempre el mejor. Se atrevería incluso a decir que quizás imitaba un poco a Reginald, utilizando su ejemplo de figura paterna inconscientemente. Una sonrisa se dibujó en su rostro al pensar en que su alma (si es que tenía una aún) podría obtener algo de redención al final, después de todo, ¿por qué o sino conduciría sin darse cuenta hasta a Griddy's

    Dándole un vistazo al lugar no puede evitar comentar en voz alta lo mal que luce, encontrando el lugar descuidado y sin cambios, como si se hubiera quedado estancado en el tiempo también. Cinco pensó que encontraría agradable eso, pero al instante realiza lo mucho que detesta que no hubiese cambio alguno, lo detesta porque por donde quiera que mire puede recordar momentos. Después de todo, Griddy's Doughnuts solía ser su cafetería favorita de crío, junto con sus hermanos solían escaparse luego de una misión o en algunas madrugadas, y donde quiera que mirase ahora, asiento y mesa en la cuál su vista se detuviera, podía recordar a la perfección momentos fraternales pasados. Pequeñas memorias de cuando Klaus expulsó leche por la nariz una noche, cuando se estaban burlando a costa de su padre, o cuando Luther rompió una taza debido a que Diego lo estaba molestando, pidiendo luego perdón repetidas veces a la mesera de turno que estaba aquel tiempo, lavando incluso los platos para pagar por su error.

    Tiempos dorados, pensó con amargura.

—Seguro que usted sabe como moverse por la ciudad—observando de reojo la chaqueta bordada del hombre comentó inofensivamente. Lo que sea con terminar con el silencio, con salir de sus pensamientos, con matar algo de tiempo.

—Bueno, me gustaría pensar eso, he estado trabajando aquí desde hace veinte años—sonando orgulloso contó a cambio, Cinco se giró a contemplar al sujeto, casi extasiado.

    Cuando el hombre de la grúa se va, Cinco se concentra en su taza de café, rodeando la porcelana con sus manos y temblando un poco. Tiene que cerrar sus ojos y contar mentalmente hasta diez para no perder la cordura, le estaba costando más de lo que pensó. 

     Regresar se sentía difícil, sabía que lo sería, pero... la imaginación tenía un abismo con la realidad. Se sentía extraño pensarlo, luego de tantos años, una parte suya perdió la esperanza de volver a ver a sus hermanos, de ver a Pogo o a Grace... de ver incluso a Vanya.

    Oh, dulce y triste Vanya, quien lucía tan cambiada y diferente de a cuando era una niña. De pequeña era más deslumbrante, incluso risueña pero ahora se notaba apagada y con un halo deprimente a su alrededor, como una cáscara vacía sin emociones, lo cuál molestaba a Cinco, ¿quién la había hecho lucir tan miserable? Una parte profunda suya le dice que fue él, que es su culpa que Vanya haya crecido para esperar a ser decepcionada por todos, eso sumado a su perfecta familia (nótese el sarcasmo) seguro que tampoco la había ayudado.


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—Gracias por el café—amablemente le dijo a la empleada que actualmente se encontraba escondida detrás del mostrador, si mal no recuerda estaba escrito Agnes en su pequeña credencial a un costado de su delantal, con una sonrisa satisfecha y su muñeca sangrando se va.

you killed me on the moon | the umbrella academyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora