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    En mi boca el sabor de la ceniza parece recobrar vida. Disgustado lo ignoro mientras aparezco frente a la puerta de la Academia. La contemplo levemente, no pudiendo borrar de mi mente la forma en que luciría la estructura echa añicos. Niego mientras me quedo pensando en todo lo que acaba de ocurrir, en lo incompetente que he sido y en como no pude atar todos los cabos sueltos. Tragándome mi orgullo y temblando levemente decido entrar dentro del edificio intacto que mis ojos han podido observar. 

    Se siente extraño revivirlo todo por tercera vez...

    El interior me aterra debido a la forma en que todo luce normal y ordinario, como si nada hubiese pasado, logra darme piel de gallina. Algo absorto me fijo como mi portaretrato no está colgado encima de la chimenea y como Grace no se encuentra merodeando por la casa como usualmente solía hacerlo por las noches. Con sigilo me escabullo a la cocina, intentando recabar información sobre qué año me encuentro o en qué tiempo he sido expulsado, pero me encuentro tan absorto en mis pensamientos que cuando enciendo la luz ni siquiera reparo en mi entorno.

—¿Cin-Cinco?

    Me quedo de piedra en mi lugar, alzando aterrado la cabeza en dirección de aquella dulce y aterciopelada voz, tan familiar que resulta casi doloroso. Estoy desesperado, además de sucio y maloliente pero eso no importa cuando la veo a ella. Se encuentra junto a la mesa, al parecer preparando mis tan ansiados sándwiches y luciendo joven e ingenua nuevamente, tan inocente como el día en que tomé la peor decisión de mi vida.

—¿Vanya?—Susurró incrédulo mientras la veo acercarse hacia mi, yo me siento muy entumecido y estupefacto para siquiera realizar una acción coherente.

—¡Cinco, sí eres tú!—Chilla mientras salta hacia mi y me abraza con fuerza, yo trago mientras atraigo su pequeño y frágil cuerpo de trece años junto al mío al instante, necesitando sentirla contra mí, necesitando sentir el calor de su piel y el latido de su corazón, la dicha en su voz y el resplandor de sus ojos.

—Vanya—respiro sin creerlo, sintiendo las lágrimas amontonarse en mis ojos—. Vanya, lo siento tanto, fue todo mi culpa, perdón—sollozo mientras me siento desagradablemente frágil y superado por todos los sucesos anteriores.

—Oh, Cinco, no llores, me has tenido preocupada, papá dijo que eras un insolente y que no volverías hasta dentro de mucho tiempo pero ni siquiera ha pasado un día y...

    La beso, sin poder evitarlo, sin poder evitar sentir que la estoy manchando pero no puedo contenerme, no ahora que siento que finalmente podré hacer las cosas bien. Finalmente estoy en casa y con ella, en el tiempo adecuado y en el día adecuado...

—¿Cin-Cinco?

—Realmente eres tú, Vanya —acepto, no pudiendo evitar entristecerme un poco ante el hecho de que anteriormente he contemplado una de las posibles formas en que ella podría ser de adulta.

    Me niego a que en ésta línea de tiempo todo vuelva a ocurrir de la misma forma, es momento de estar al lado suyo y ayudarla, de evitar que se convierta en aquel monstruo creado por ésta tormentosa familia disfuncional.

—Soy yo, Cinco, qué bueno que has regresado—susurra mientras se acurruca en mi pecho y parece calmarse.

    Yo cierro mis ojos, pero no puedo evitar ver nada más que su cuerpo adulto frío y marchito en el suelo, rodeado por un charco de sangre y de mis demás hermanos adultos que lloraban su muerte y esperaban al apocalipsis en silencio.


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you killed me on the moon | the umbrella academyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora