VII El secreto de Apolo

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Los interrogatorios continuaron, enfocándose en la nueva línea investigativa con Apolo como el principal sospechoso.

—¿Cómo describiría la relación de su hermano con Casandra?

—Hmm. Yo no diría que tienen una relación. Bueno, a parte de ser primos. Apolo no es muy amigable que digamos y Casandra tampoco, por sus problemas. De niños, Apolo se divertía fastidiándola, aunque no podría decir que fuera malo con ella. De hecho, la salvó de caer del tejado en una ocasión y terminó con un hombro fracturado. Nos sorprendió a todos, él no suele... no es el tipo de persona que se sacrificaría por los demás.

Ciertamente había un vínculo extraño entre ambos, pensó Diego, procesando las palabras de Aquiles.

—¿Y cómo se llevaba con Calíope?

—Hubo una época en que fueron muy cercanos. Se iban juntos de fiesta y Apolo se ausentaba por días. Podría decirse que eran muy amigos. Luego, algo pasó y se distanciaron.

—¿Sabe qué fue?

—No, pero hace unos dos años nos encontramos en el funeral del tío Joaquín y los oí discutir. No era una simple discusión, Apolo estaba furioso.

Diego le pidió que describiera exactamente lo que presenció.

—Recuerdo que iba pasando fuera de un cuarto y los oí discutir. Él le decía "no tienes ninguna prueba ¿piensas que alguien va a creerte? " y Calíope le respondió que sí tenía una prueba y que, si quería que guardara su secreto, debía ser bueno con ella. Parecía muy confiada y obviamente le pregunté a Apolo por qué lo estaba chantajeando, porque eso fue lo que pensé que ocurría. Al comienzo se puso nervioso, luego dijo que era un problema de faldas con unas amigas de Calíope y que no me involucrara o lo lamentaría. Yo le hice caso y olvidé el tema. Luego de eso, sólo se distanciaron más y más.

Aquel chantaje podía ser un claro móvil para quitarle la vida a la chica.

—Espere. No pensará que Apolo tuvo algo que ver con lo que pasó ¿o sí? —Aquiles sintió que había hablado demasiado y la expresión de Diego se lo confirmó—. Apolo, a veces es un idiota y termina agarrándose a golpes, pero nunca lastimaría a una mujer, no es esa clase de hombre.

El hermano lo defendía, la madre pensaba que era culpable, había un chantaje de por medio y además estaba la información que temía que Casandra revelara. Sin duda, Apolo reafirmaba su lugar como el principal sospechoso.

Simón llegó a la hacienda y discutieron los avances que habían hecho en el caso. Resultó que Calíope recibió un fuerte golpe en la cabeza con un objeto contundente que, si bien no la mató, la dejó inconsciente e incapacitada para reaccionar. La muerte se produjo aproximadamente una hora después, por asfixia. Se sospechaba que el culpable habría escondido su malogrado cuerpo en algún lugar pequeño y sin ventilación.

Y su agonía se había extendido por una hora, en que inevitablemente su cuerpo se apagaba. Eso era lo que esperaban, pues pensar que había sido cortada mientras aún vivía se les hacía perturbador, aunque prontamente las pericias forenses confirmarían la cruel verdad.

Ciertamente, había mucho ensañamiento, concordaron ambos y les pareció que la forma tan elaborada de la escena del crimen buscaba dar un claro mensaje para alguien.

—Podría ser una venganza —se aventuró a decir Diego, comentando el supuesto chantaje de Calíope—, pero siento que también es un castigo. Si ya estaba muerta ¿cuál era el sentido de atarle los pies? Me parece un acto de dominación, una muestra final de poder —concluyó con seriedad.

—Yo creo que parece una sirena —observó Simón, cambiando el ángulo de la fotografía en sus manos.

De hecho, las piernas atadas de ese modo se asemejaban a una cola.

Los sueños de CasandraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora