Capítulo IX.

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La gente bailaba en el lugar animosamente, sonreí bebiendo de mi copa para reclinarme en la silla observando la pista de baile mientras Thomas charlaba amenamente de negocios con el que hasta ahora parecía ser su socio.

– Thomas ¿crees que sería inoportuno de mi parte invitar a tu bellísima esposa a bailar?

– Si ella acepta no veo el problema – Respondió observándome con el semblante serio.

Solomons se levantó estirándome su mano la que tomé para caminar con él hasta la pista, con un rápido movimiento de su parte me acercó hasta él dejando su mano en mi cintura para acortar completamente la distancia entre nuestros torsos.

Su frondosa barba acariciaba mi frente, comenzó a moverse despacio al son de la música que tocaban a un par de metros, era muy alto, y aunque lo hubiera intentado probablemente mis brazos jamás lograrían rodear completamente su espalda tan ancha.

– ¿Qué me diría si le pido que deje a su esposo y escape conmigo a Rusia? – Sonreí, no podía creer que dijera ese tipo de cosas – su cabello huele a fresas.

– Usted huele a whisky – Respondí siguiendo sus pasos – y aunque me halaga inmensamente me temo que no podría escapar con usted señor Alfie.

– Eso me temía – Suspiró bajando su mirada hasta mi – Es una lastima, estuve en Irlanda hace pocos meses.

– Si hubiera ido al campamento de mi padre probablemente hoy sería su esposa – Detuvo su baile para sostener su mirada sobre mí por segundos incontables desvío la mirada hasta Thomas quien nos observaba en la mesa.

– ¿Me está coqueteando? – Sonreí – Porque si lo hace no me importaría entrar en una guerra tipo Troya con los Shelby – di un paso atrás para agradecer con la cabeza el baile, me ofreció su brazo para caminar de regreso a nuestra mesa.

– ¿Que Alfie Solomons me coqueteará es la razón por la que me trajiste aquí? – Pregunté observando por la ventana del automóvil mientras Shelby conducía de regreso a Birmingham, aspiró su cigarrillo quitándose la boina para dejarla sobre el asiento.

– ¿Te coqueteó?

– Lo sabes perfectamente – Me observó de reojo, bajé la mirada restregando mi frente – ahora entiendo las verdaderas intenciones de nuestro matrimonio.

– Vadoma...

– Atraer a tus socios con la gitana bonita ¿no?

– Claro que no – Se giró a observarme para luego ver la carretera – la verdad es que simplemente aproveché nuestra salida para hacer negocios, que le gustaras a Alfie fue un plus que lo pone a nuestra disposición.

– Para el auto.

– ¿Qué?

– Que pares el jodido auto – Repetí, estaba enojada, me sentía usada justo en el momento en el que comenzaba a bajar la guardia.

– Estamos en medio de la nada.

– Para el maldito carro o saltaré de él – Advertí apretando los dientes, se orilló y bajé abriendo la puerta a patadas sentía que la rabia hacía temblar cada centímetro de mi ser haciendo que mis manos se volvieran puños, comencé a caminar por el descampado cuando escuché a Thomas venir tras de mi.

– Vadoma – Llamó cuando comencé a correr para entrar en el bosque, continué corriendo buscando el árbol más grande para aferrarme a él con toda mi fuerza.

– Llévatelo – Susurré sintiendo cómo el odio desaparecía lentamente.

– Vadoma ya basta – Me giré en su dirección señalándolo con el dedo, se quedó estático como petrificado imaginé entonces mi rostro deformado por la ira.

Vadoma [{COMPLETA}]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora